En la noche del lunes, poco antes de que en Rusia comenzara a celebrarse el Día de la Victoria, en el que se conmemora el triunfo de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patriótica -denominación que tiene en Rusia la Segunda Guerra Mundial-, las fuerzas de Moscú lanzaron un masivo ataque con misiles y drones sobre Kiev y otras importantes ciudades ucranianas, como Járkov, situada muy cerca de la frontera y la región de Odesa, ubicada sobre las costas del mar Negro.

Según informó El País de Madrid, autoridades militares ucranianas confirmaron que sus defensas lograron derribar 35 drones iraníes lanzados por Rusia, sobre Kiev. La ola de ataques no causó muertes, pero dejó al menos cinco heridos y causó daños a la infraestructura de la ciudad.

La región deOdesa, situada no lejos de la frontera ucraniana con Moldavia, también fue blanco de ataques durante la noche, según la administración militar regional. “Un misil X-22 alcanzó una infraestructura logística -un almacén de víveres- [...] provocando un grave incendio”, declaró el Mando Aéreo Ucraniano.

Por otra parte, de acuerdo a lo que consignó AFP, la administración rusa que gobierna la región de Crimea afirmó el domingo haber repelido un ataque nocturno atribuido a Ucrania con una decena de drones. La incursión, según los rusos, habría tenido como objetivo la ciudad portuaria de Sebastopol, puerto base de la flota rusa del mar Negro y regularmente objeto de ataques con drones.

Según analistas, la contraofensiva ucraniana, destinada a reconquistar los territorios ocupados por Rusia en el este y el sur del país, ya habría empezado a “nivel estratégico”.

Los bombardeos y actos de sabotaje de los últimos días atribuidos a Kiev, que tienen como objetivo infraestructuras rusas en los territorios ocupados, constituirían el inicio de esta contraofensiva.

Por otra parte, la situación en la central nuclear de Zaporiyia, que se encuentra en el centro de una zona extremadamente estratégica para la contraofensiva ucraniana hacia Crimea, es inquietante. Aunque sus seis reactores están parados, el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, expresó el sábado su preocupación por que la situación en el lugar es “cada vez más imprevisible y potencialmente peligrosa”.

Mientras tanto, prosiguen los combates en la localidad de Bajmut, en la región de Donetsk, donde se está librando una de las batallas más largas y sangrientas desde que comenzó la guerra.

Los intereses rusos allí están siendo defendidos básicamente por los integrantes del grupo Wagner, una organización de mercenarios que es liderada por Yevgeny Prigozhin, una persona muy cercana al presidente ruso, Vladimir Putin.

El viernes, Prigozhin publicó en su canal de Telegram un video en el que se dirigía con dureza a la alta jerarquía militar rusa y amenazaba con retirar a sus tropas de Bakjut si no recibían más municiones. El domingo, el líder de la organización de mercenarios emitió un mensaje con otro tono. “Anoche recibimos la orden de combatir. Nos han prometido darnos toda la munición y las armas que necesitamos para continuar las operaciones”, anunció Prigozhin.

Bajmut es el epicentro de los combates en el este de Ucrania desde el pasado verano boreal y ahora ha adquirido una gran carga simbólica. Rusia dice estar a punto de controlar por completo esta ciudad desde hace varias semanas y Kiev cree que Moscú está haciendo todo para capturarla este martes, cuando se conmemore el Día de la Victoria.

Según Prigozhin, 95% de Bajmut es controlada actualmente por sus tropas. La ciudad ha sido objeto de olas de ataques extremadamente mortíferos y ahora casi sin población civil en ella, está convertida en un montón de ruinas.