Datos satelitales relevados por el gobierno brasileño arrojan que la deforestación en la Amazonia se redujo 33,6% en el primer semestre de 2023, en un período que coincide con los meses inciales de la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, según informa la agencia de noticias Efe.

El mandatario brasileño se había comprometido en su campaña a terminar con la destrucción de la selva tropical, y aunque todavía se está lejos de esa meta, los datos marcan una tendencia a la disminución, tras cuatro años de crecimiento bajo el gobierno de Jair Bolsonaro.

Los datos publicados el jueves por el Ministerio de Ambiente indican que se perdieron 2.649 kilómetros cuadrados de cobertura vegetal entre enero y junio, cuando en 2022 en ese mismo período el área deforestada fue de 3.988 kilómetros cuadrados.

Si se compara mes a mes, la disminución es aún mayor: según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial, en junio de 2022 se perdieron 1.120 kilómetros cuadrados de área forestada, mientras que este año fueron 661, lo que significa una reducción de 41%.

“Se trata de una caída significativa si tenemos en cuenta que en junio por lo general la deforestación aumenta. La devastación se concentra en los meses de sequía (junio-octubre), en los que se opera con más facilidad en la Amazonia”, afirmó el biólogo João Paulo Capobianco, viceministro de Ambiente, según recogió Efe.

“Ese resultado fue producto de la decisión de Lula de asumir durante la campaña y desde el primer día de gobierno un compromiso con la política de enfrentamiento a la deforestación y a los cambios climáticos”, dijo Marina Silva, ministra de Ambiente. La jerarca relacionó esos resultados con la experiencia de los anteriores mandatos de Lula, en los que también se puso foco en preservar la selva tropical.

“La realidad es muy diferente a la de hace 20 años, porque hay una nueva forma de interacción entre la deforestación y el crimen organizado, pero teníamos a nuestro favor el conocimiento obtenido en 2003, cuando tuvimos que ‘inventar la rueda’ del combate a la devastación y tardamos un año en obtener resultados”, dijo la ministra.

No todos son avances, sin embargo. Silva admitió que en la ecorregión de sabana tropical, conocida como Cerrado, la deforestación creció. Ese subsistema, el segundo después de la Amazonia, perdió en el primer semestre 4.608 kilómetros cuadrados de cobertura vegetal, lo que representa un área 21% superior a la del mismo período de 2022. En la comparación interanual los datos mejoran: en junio de 2023 hubo una caída del 14,6% respecto de junio de 2022.

Entre los obstáculos para sostener estas políticas se encuentran varios legados del gobierno de Bolsonaro. De acuerdo a Jair Schmitt, uno de los directores del Instituto de Medio Ambiente (Ibama), hay escasez de personal debido a que en la administración anterior muchos expertos se retiraron y no se cubrieron las vacantes: para todo el país hay 700 funcionarios, de los cuantos sólo 150 pueden desplegarse en territorio, según declaró el jerarca a AP.

Rodrigo Agostinho, presidente del Ibama, destacó que el cruzamiento de datos entre información satelital y registros tradicionales ha permitido tomar acciones inmediatas, como la confiscación de ganado que pasta en zonas ilegales. También informó que las multas subieron 167% respecto del promedio de 2019-2022.

En paralelo al combate a la apropiación ilegal de tierras, la política ambiental también debe atender a los incendios, que han aumentado debido a la mayor sequía estacional desde 2007. Sólo en junio, informa The Guardian, hubo 3.075 incendios en la Amazonia.