Entrada la noche del martes, medios israelíes estaban informando que las fuerzas militares de su país habían comenzado a retirarse de la ciudad palestina de Yenín, donde en las primeras horas del lunes habían comenzado una operación, la más devastadora en aproximadamente 20 años en el territorio ocupado de Cisjordania.
En total, de acuerdo a lo que informaron autoridades sanitarias palestinas, 11 personas murieron y más de 20 resultaron heridas como consecuencia de la incursión israelí, que se centró en el campo de refugiados de Yenín, lugar en el que se estima que viven de manera permanente aproximadamente 20.000 personas.
La cadena panárabe Al Jazeera reportó que como consecuencia de los ataques israelíes centenares de familias se fueron del campo hacia otras zonas, en medio de versiones contradictorias acerca de si las personas se estaban yendo de sus casas por voluntad propia o forzadas por los militares israelíes.
En declaraciones radiales el vicegobernador de Yenín, Kamal Abu Aroub, dijo en la mañana de este martes que el número de residentes que se fueron del campo de refugiados es de aproximadamente 3.000, y que miles de ellos fueron evacuados hacia edificios pertenecientes a la Autoridad Nacional Palestina, incluyendo algunos que pertenecen a las fuerzas de seguridad de la ciudad. Abu Aroub dijo también que muchas personas fueron alojadas en casas particulares y también en hoteles de la ciudad.
Las agencias de ayuda habían manifestado el lunes y también este martes su preocupación por la escala del ataque israelí y las restricciones impuestas al acceso médico para atender a las personas gravemente heridas. “Estamos alarmados por la escala de las operaciones aéreas y terrestres que se están llevando a cabo en Yenín, y los ataques aéreos contra un campo de refugiados densamente poblado”, declaró Vanessa Huguenin, portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios.
Mientras esto pasaba en Yenín, en las primeras horas de la tarde del martes siete personas resultaron heridas en un ataque en el norte de Tel Aviv perpetrado por un militante de Hamas, que atropelló con un auto y luego apuñaló a un grupo de personas.
El agresor, luego identificado como Abdel-Wahhab Issa Hussein Khalayleh, un joven de 20 años oriundo de la ciudad de Hebrón, fue asesinado a tiros por un civil en el lugar del ataque. El diario israelí Haaretz informó que varias personas fueron arrestadas como sospechosas de haber colaborado con el atacante, quien había ingresado en territorio israelí sin autorización.
El líder de Hamas, Osama Hamdan, reafirmó que el ataque llevado a cabo por uno de los integrantes de su organización fue en respuesta a la operación militar israelí en Yenín. Hablando desde Beirut, la capital libanesa, Hamdan dijo a medios palestinos que no había duda de que el atentado en Tel Aviv era “una respuesta inicial al crimen cometido en Yenín” y contra el pueblo palestino en Cisjordania en general.
La vasta operación militar en Yenín generó muchas repercusiones internacionales y por ello el viernes el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas celebrará una sesión a puertas cerradas en la sede del organismo en Nueva York para discutir sobre el tema, informaron fuentes diplomáticas.
Trascendió que la reunión fue solicitada por Emiratos Árabes Unidos, país que desde 2020 tiene relaciones diplomáticas con Israel, “a la luz de los alarmantes acontecimientos en Palestina”.
En la noche del martes, cuando la operación israelí estaba culminando, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, dijo que esta acción del ejército de su país no va a ser un evento aislado. El mandatario derechista agregó: “Continuaremos el tiempo que sea necesario para erradicar el terrorismo y no permitiremos que Yenín se convierta en un santuario para el terrorismo”.
En la misma línea se expresó el ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien al igual que Netanyahu integra el Likud. Gallant dijo que “en los últimos dos años Yenín se convirtió en una fábrica de terrorismo y eso hoy se acabó”. El ministro detalló algunos logros del operativo y dijo que “en los últimos dos días interrumpimos el proceso de producción de armas, incautamos miles de bombas, algunas pequeñas y otras grandes, y destruimos decenas de fábricas, talleres y laboratorios”.