Las cifras provisionales divulgadas en su último informe por las autoridades libias detallaron que 6.872 personas fallecieron y más de 10.000 están desaparecidas tras el paso del ciclón Daniel, pero se estima que el número de víctimas fatales puede ascender hasta 20.000. Mientras, la ayuda desde el exterior está llegando lentamente a la ciudad de Derna, ubicada sobre las costas del mar Mediterráneo, la más afectada por el fenómeno meteorológico más mortífero en lo que va del año.

El ciclón comenzó a gestarse a comienzos de este mes en la costa norte del Mediterráneo, en el mar Jónico, causando fuertes lluvias e inundaciones en algunas zonas de Grecia, pero también en Bulgaria y Turquía. Posteriormente el fenómeno climático se desplazó hacia el sur y alcanzó con particular violencia la zona costera del noreste de Libia, bajando su intensidad después, cuando se dirigió hacia territorio egipcio.

El panorama que se puede ver por estas horas en Derna es tétrico. Además de los enormes daños materiales que dejaron la ciudad en buena medida anegada, llena de barro y con muchas edificaciones destruidas, los cadáveres están siendo agrupados por los servicios de rescate, bomberos y voluntarios en plazas y en zonas costeras. En este marco, mientras los sobrevivientes y desplazados de sus hogares buscan a familiares, comenzó a haber problemas con el acceso al agua potable y a otros bienes esenciales, además de que el suministro de energía eléctrica en la ciudad está funcionando de manera intermitente.

Derna, ciudad ubicada en el extremo noreste de Libia y en la que viven cerca de 100.000 habitantes, está situada entre una cadena montañosa y el Mediterráneo, por lo que quedó inaccesible por vía terrestre tras las lluvias torrenciales del domingo que hicieron colapsar dos represas ubicadas sobre el río Wado Derna.

Por la destrucción de ambas estructuras, se estima que cerca de 33 millones de litros de agua irrumpieron en la ciudad, ya afectada por la lluvia, arrasando zonas residenciales enteras y rompiendo puentes y carreteras.

“El mar está lanzando constantemente decenas de cadáveres”, expresó en una entrevista con la agencia Reuters Hichem Abu Chkiouat, ministro de Aviación Civil de la administración que gobierna el este de Libia.

Desde la guerra civil que se produjo entre 2014 y 2020 –la segunda luego de la destitución y muerte de Muamar al Gadafi en octubre de 2011, tras 42 años de gobierno– el Ejecutivo del país africano quedó dividido en dos: el Gobierno de Unidad Nacional, que cuenta con el reconocimiento de la comunidad internacional, tiene su sede en Trípoli y es liderado por Abdulhamid Dbeiba; y el gobierno de Osama Hammad, que es respaldado por el Parlamento y funciona en la ciudad de Bengasi, en el este del país, que también fue alcanzada, aunque en mucho menor medida que Derna, por el fenómeno climático. Pese a las divisiones internas, el lunes las autoridades de ambas partes pidieron apoyo a la comunidad internacional, además de decretar tres días de luto en todo el país.

La cadena panárabe Al Jazeera informó que desde el comienzo de la semana llegaron a la zona de la catástrofe equipos de rescate provenientes de Egipto, Túnez, Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Qatar. El alcalde de Derna, Abdulmenam al Ghaithi, dijo que se precisan con urgencia “equipos especializados en la recuperación de cadáveres” y agregó que teme “que la ciudad sufra una epidemia debido al gran número de cadáveres que están bajo los escombros y también en el agua”.

Por su parte, la sede de Libia de la Organización Mundial para las Migraciones informó en un mensaje en su cuenta de la red social X que “al menos 30.000 personas han sido desplazadas en Derna” como consecuencia de la catástrofe, a las que se suman cerca de 3.000 personas que tuvieron que dejar sus casas en Al Baida, 1.000 en Almkheley y 2.085 personas en Bengasi, la segunda ciudad más grande de Libia, ubicada a algo menos de 300 kilómetros de Derna. Además, numerosas aldeas con difícil acceso también se vieron afectadas, por lo que se estima que se tardará varios meses en conocer con precisión el número de víctimas fatales.