El gobierno que encabeza Javier Milei en Argentina cumple un año en el contexto de una realidad económica y social que muestra dos facetas claramente diferenciadas. Por un lado, en la esfera de la macroeconomía, el oficialismo presenta como un éxito la desaceleración de la inflación, que, si bien se mantiene alta en términos internacionales, retrocedió marcadamente si se la compara con el promedio argentino; el dólar se mantiene estable y la famosa “brecha” entre las diferentes variantes de “dólares paralelos” y el oficial disminuyó al mínimo; por su parte, las cuentas fiscales se han equilibrado a costa de un ajuste que recayó esencialmente sobre los haberes jubilatorios y la obra pública. La contracara de esta “fiesta” o este verano que se vive en el universo financiero son las cifras de la economía real: retroceso salarial, hundimiento del consumo, recesión económica con los consecuentes números inenarrables en términos de pobreza e indigencia y una precarización general de las condiciones de vida de las mayorías.

Pese a estos resultados, según el consenso de los estudios de opinión, Milei mantiene un respaldo en el grueso de quienes lo eligieron en el balotaje del año pasado en el marco del nacimiento de una nueva polarización definida también por la mayor intensidad entre los opositores de a pie. La “esperanza” basada en gran parte de la desinflación es el sentimiento que predomina en las respuestas de quienes siguen respaldando al gobierno. Esperanza en que, una vez lograda cierta estabilidad, comiencen a mejorar las condiciones de vida. Una aspiración que choca con la hoja de ruta de máxima que se plantea la extrema derecha libertariana, para la que esto recién empieza. La otra gran ventaja de Milei es la crisis y el desconcierto en el que quedó el sistema político luego de su triunfo en las elecciones del año pasado.

Para realizar un balance provisional del primer año de La Libertad Avanza en el poder, la diaria dialogó con especialistas de diferentes disciplinas que observan la política argentina desde distintos ángulos. Los interrogantes giraron en torno a cuáles fueron las fortalezas y debilidades en estos primeros 12 meses de gestión, en qué situación se encuentra el resto del sistema político luego del terremoto que significó el triunfo de Milei y qué se puede esperar hacia el futuro.

El pacificador

El politólogo Pablo Touzon, editor de la revista Panamá, considera que “el gobierno logró casi todo lo que se propuso para este año y tal vez más. Si uno mira este diciembre estamos en una situación de paz social, por lo menos en términos de lo que se refiere a la movilización callejera. Con el tremendo ajuste que desencadenó Milei, uno podía imaginar que la superficie de Argentina iba a estar cubierta de gomas quemadas y eso no es así, más bien todo lo contrario. Hay una situación de desmovilización social muy importante, sobre todo en los sectores más ‘subalternos’ (trabajadores o trabajadoras), porque las dos movilizaciones importantes de este año fueron protagonizadas por los sectores medio ligados al tema universitario. Milei logró llevar a cabo un ajuste y una licuadora de ingresos con una calle sin piquetes y las encuestas que le dan arriba del 40%. Pudo avanzar en su agenda legislativa pese a la desnudez institucional de la que partía y logró estructurar una agenda que siempre giró alrededor de los temas planteados por él. Teniendo en cuenta todos estos elementos, Milei puede brindar por un año exitoso. Sobre todo, porque era un gobierno que se suponía que tendría un problema de gobernabilidad crónica y construyó una gobernabilidad alternativa a la del sistema que se pretendía basada en acuerdos y diálogo partidario. Operó sobre la vieja grieta con una intransigencia dogmática. A veces hago la comparación con Lenin y la NEP [Nueva Política Económica, aplicada a poco de la Revolución rusa]: es tan intransigente en su estrategia general que puede ser muy flexible en el terreno táctico. El mecanismo que utilizó para la revolución que pretende es la concentración de poder. Lógicamente, la debilidad en esa ecuación es que depende mucho del humor social. Armó su gobernabilidad en base a desinflación y orden macroeconómico, pero si eso se desmadra, no construyó nada para contener una crisis”.

Cuando mira a la oposición, Touzon cree que “el Frente de Todos (FdT, que gobernó Argentina con Alberto Fernández hasta 2023) fue la última expresión de la falta de respuesta del peronismo a la crisis del país. El peronismo se quedó sin agenda profunda, real, estructural a partir de 2011. Desde ese momento a esta parte su perfil está marcado más por una estratagema electoral cada vez más provincial y bonaerense sin proyección nacional. Visto desde ahora, el FdT fue como una última oportunidad que le dio la sociedad al peronismo (basado en aquel viejo mandato que decía ‘ante la crisis, rompa el vidrio y saque un peronista’) para resolver su crisis interna y externa. No sólo no lo hizo, sino que la profundizó. En un escenario muy menguante en el peronismo, la figura de Cristina Kirchner tiene la última centralidad, a condición de haber abortado cualquier intento de renovación incluso dentro de su mismo espacio ideológico, como podría haber sido la figura de Axel Kicillof (gobernador de la provincia de Buenos Aires que se postula como posible candidato a presidente por el peronismo). Esto dio como resultado una agenda de renovación cero y una propuesta muy defensiva y centrada en la figura personal de Cristina Kirchner. Las variantes alternativas del peronismo vienen sufriendo un proceso de envejecimiento de sus élites y carecen de ideas o claridad para un programa alternativo”.

“Mauricio Macri y el macrismo —dice Touzon— están en un lugar muy similar al que tenía Eduardo Duhalde frente a Néstor Kirchner en 2005 [Kirchner derrotó a Duhalde en ese momento y se quedó con el liderazgo del peronismo]. En el fondo, Milei o el mileísmo como movimiento saben que tienen que ‘matar al padre’ y decapitar políticamente al macrismo. Eso es un dato central independientemente de los acercamientos o peleas. El macrismo tiene un espacio político-ideológico pisado por La Libertad Avanza; tiene un electorado partido con la mayoría en tránsito hacia Milei, y, además, está cada vez más recluido en una sociología más disminuida. El liberalismo más ‘plebeyo’ y más ‘popular’ de Milei mete un dedo en la llaga en lo que siempre fue la debilidad de clase del PRO, lo deja muy expuesto en ese lugar. Y si uno mira la retaguardia de la ciudad de Buenos Aires (gobernada por el PRO de la mano del primo de Mauricio Macri) es una versión ‘manaos’ de lo que supo ser el macrismo modernista y tecnocrático de principios de los años 2000. El panorama para el PRO es muy sombrío”.

El ganador

Para Mariana Gené, doctora en Ciencias Sociales y coautora del libro El sueño intacto de la centroderecha (Siglo XXI, 2023), “la gran fortaleza de Milei este año fue que, pese a la gran debilidad institucional (minoría absoluta en las dos cámaras del Congreso, ningún gobernador provincial de su propio partido), logró consolidar aliados muy duraderos como es el caso del PRO. Logró esto sin hacer grandes concesiones o algo así como un ‘cogobierno’ o un gobierno de consulta permanente como probablemente deseaba Macri. También conquistó aliados más ocasionales con los que fue negociando paso a paso manejando la tensión entre criticar de manera virulenta la vieja política o la política tradicional haciéndola responsable de todos los males de Argentina sin que eso impidiera acuerdos políticos. Calificó de ‘ratas inmundas’ a los diputados, pero cuando logró sostener la Ley Bases les dijo que eran héroes y los invitó a comer un asado. También pactó con los gobernadores, a quienes les congeló los fondos que la Nación enviaba a las provincias para después negociar, pero con muchos menos recursos, apoyado también en la confusión y la perplejidad en la que quedaron todos los actores políticos después de la elección de 2023. En síntesis: el gran logro político de este año para el gobierno es que con tan poco poder inicial pudo avanzar frente a la desarticulación de la oposición, el descrédito de los actores políticos y frente a la idea que tienen esos actores sobre dónde está su base social, porque muchos de sus votantes en las provincias respaldaron a Milei a nivel nacional. Con esta imagen consideran que no tienen mucho margen para oponerse a la agenda de Milei”.

Por otro lado, Gené opina que “también tuvo grandes reveses. La primera versión de la Ley Bases, que era mucho más ambiciosa, no pudo pasar, y también fue rechazado el decreto de necesidad y urgencia que aumentaba considerablemente los fondos reservados de la agencia de inteligencia. Enfrentó movilizaciones importantes que lo obligaron a cambiar el encuadre de sus propuestas para diferentes sectores, especialmente en la cuestión jubilatoria y las universidades nacionales. Otra de las debilidades radica en el armado político de La Libertad Avanza y su desembarco en todo el país. Más allá de la adhesión que concentra Milei, su armado es muy desigual, provisorio y poco cohesionado en las provincias”.

Gené investigó y escribió sobre la derecha tradicional del PRO y considera que con la irrupción de Milei “es la fuerza política que más tiene para perder, y pareciera que está perdiendo: la coalición Juntos por el Cambio (JxC) que integraba el PRO se rompió tempranamente en el Congreso, los gobernadores se siguen reivindicando formalmente de JxC, pero nadie cree que esa marca siga existiendo, y la marca PRO perdió consistencia y distinción respecto de La Libertad Avanza. Alguno de mis entrevistados durante este año entre la dirigencia del PRO me decía que la colaboración con el gobierno encuentra distintas razones. Por un lado, existen referentes que están muy de acuerdo con las ideas de Milei (entre los que se encuentra Macri); por el otro, están los oportunistas que ven posibilidades de carrera política (allí están algunas ‘espadas’ parlamentarias); y, finalmente, están quienes consideran que su base electoral se corrió, miran con buenos ojos a Milei y creen que no colaborar con La Libertad Avanza tendría un costo altísimo para ellos”.

El loco

El periodista y autor de El loco. La vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina (Planeta, 2023) Juan Luis González introduce algunos aspectos peculiares sobre el sistema de poder y las características personales del grupo gobernante. Cree que “Milei tiene algunas ventajas como personaje político, una de ellas es que es bastante transparente (no cien por ciento transparente, porque nadie lo es) y la exposición de su sistema de poder es el famoso ‘triángulo de hierro’ que integra junto a su hermana, Karina Milei, y a su asesor principal, Santiago Caputo. El caso argentino tiene la particularidad de que en varios asuntos sensibles del gobierno el presidente tiene menos poder que la Secretaría General de la Presidencia que ocupa su hermana. En lo que tiene que ver con el armado político, la conformación de eventuales listas electorales o la designación o despido de funcionarios que van y vienen, Karina Milei es la que toma las decisiones. Y esto se basa esencialmente en el monopolio emocional que tiene sobre su hermano”.

El biógrafo de Milei cree que “uno de sus aciertos fue transformar sus debilidades en fortalezas. La debilidad institucional fue convertida en diatribas contra ‘la casta que no deja gobernar’. Y uno de los giros narrativos más espectaculares fue pasar de padecer y sufrir —físicamente incluso— el mote de ‘loco’ a apropiárselo positivamente, en una lógica de construcción discursiva en la que busca referentes históricos que fueron calificados de ‘locos’ (por ejemplo, Sarmiento), o en una afirmación temeraria que está muy presente en la política y que podría sintetizarse así: ‘Ojo con Milei que está loco’”.

González cree que “uno de los errores (que puede tener consecuencias a futuro) es el clima de violencia que Milei contribuye a generar directamente o a través de sus trolls. Esto, en un país como Argentina, es peligroso porque cuando la violencia política estalla se vuelve un problema, y esencialmente para los gobiernos. Cuando se dé vuelta la taba esto puede volverse en contra del gobierno porque, además, no presenciamos sólo la violencia verbal o discursiva, sino también la violencia de la fenomenal crisis económica que mucha gente padece. El segundo error, quizá inevitable, es el poder delegado en Karina Milei, que tiene una personalidad que la conduce a despedir y descartar funcionarios permanentemente, además de humillarlos [hay más 100 funcionarios de distinto rango expulsados del gobierno este año, muchos de ellos por decisión de Karina Milei]. Esto genera enemigos, y yo me pregunto qué pasará cuando esos enemigos cuenten cosas que saben. Además, está la pulsión por lo material que tiene la hermana del presidente; generalmente cuando un gobierno está fuerte estas cosas pasan, pero en algún momento se van a investigar sus cuentas y seguramente habrá sorpresas para encontrar”.

Un año es mucho tiempo y más si se tiene en cuenta la aceleración que Javier Milei le imprimió a la política argentina. Sin embargo, a la vez es muy temprano como para pronosticar con certeza sobre la consistencia y las posibilidades de un experimento político inédito en un país impredecible como Argentina. La foto en los primeros 12 meses muestra una imagen favorable y cierto alineamiento coyuntural de los planetas, pero la película tiene final abierto.