Este lunes, un día después de haber entrado triunfalmente en Damasco derrocando a la dictadura de Bashar al Assad, que recibió asilo en Moscú, el líder de los rebeldes, Abu Mohamed al Golani, se reunió con el primer ministro de Siria, Mohamed Ghazi al Jalali, para discutir sobre la creación de un gobierno de transición, de acuerdo con lo que informó la televisión estatal siria.

Al parecer, según publicó Al Jazeera, el futuro primer ministro será Mohammed al Bashir, quien lideró el Gobierno de Salvación de Siria que funcionó desde 2018 en la zona de Idlib, en el noroeste del territorio sirio, que es precisamente el bastión de la organización islamista suní Hayat Tahrir al Sham (HTS), actualmente el principal actor militar en Siria.

Este lunes los milicianos de esta facción que lidera Al Golani estaban desplegados en todo Damasco, haciéndose cargo de hecho de la seguridad, ante la huida de los antiguos efectivos policiales y militares que cumplían esa tarea durante el gobierno de Al Assad.

La rapidez con la que el HTS se adueñó del poder militar y político en Siria dejó en una situación de fragilidad a las numerosas facciones que intentaban formar parte del gobierno tras más de 50 años de dictadura de los Al Assad.

Esta misma situación hace temer por una falta de equilibrio que derive en una nueva guerra, en un país ya azotado por un conflicto interno que comenzó hace 13 años, que costó la vida a aproximadamente medio millón de personas y generó el desplazamiento o la migración de más de 14 millones de sirios, uno de los mayores dramas humanitarios de los últimos años.

Las últimas horas en Damasco y en la mayor parte de las ciudades y localidades sirias fueron de gran agitación. En las calles hubo celebraciones y fueron numerosas las imágenes de personas portando la nueva bandera del país, verde, blanca y negra, con tres estrellas rojas en el centro.

Además, la multitud destruyó la antigua residencia de Al Assad y quemaron los carteles que exhibían su rostro, así como los monumentos en honor a él y a su padre, Hafez, fallecido en 2000.

El enorme resentimiento que tenía la mayor parte de la población siria hacia Al Assad es uno de los factores que explican su abrupta caída. Integrante de una minoría religiosa, el alauismo, una versión siria moderada del chiismo, el mandatario derrocado gobernaba bajo el imperio del terror hacia los opositores y sostenido de hecho por rusos e iraníes, que, centrados en sus propios conflictos, retiraron sus fichas de Siria.

Este lunes en Damasco, además de escenas de celebraciones, también se vio a muchas personas buscando a sus familiares en las cárceles y en los centros de detención y tortura en los que Al Assad retenía a sus opositores.

La principal cárcel del país, el penal de Saydnaya, situada cerca de Damasco, fue tomada por los rebeldes, quienes liberaron a los presos. Según un informe de Amnistía Internacional de 2017, en ese centro de detención estaban presas entre 10.000 y 20.000 personas y miles de detenidos habían sido ejecutados extrajudicialmente desde que comenzó la guerra civil, en 2011.

Paralelamente y tal como había pasado el domingo, este lunes las fuerzas israelíes continuaron bombardeando instalaciones militares sirias. Destruyeron aviones, helicópteros y todo tipo de armamento, incluidas armas químicas empleadas por el gobierno de Al Assad contra sus enemigos en el conflicto interno.

También este lunes habló sobre la situación siria el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien en declaraciones consignadas por AFP dijo que su país está decidido a impedir que el grupo Estado Islámico (ISIS) restablezca e intensifique sus operaciones en el país.

Marcando una clara diferencia con el presidente electo, Donald Trump, quien dijo que Estados Unidos tiene poco en juego en Siria, Blinken dijo que Washington sí tenía una serie de intereses en Siria, entre ellos mantener la integridad territorial del país.

“Tenemos un claro interés en hacer lo que podamos para evitar la fragmentación de Siria, las migraciones masivas desde Siria y, por supuesto, la exportación de terrorismo y extremismo”, afirmó.

Blinken expresó que su país tiene un “claro interés en garantizar que cualquier arma o componente de destrucción masiva que quede en Siria no caiga en las manos equivocadas”.