Milei es un presidente que coquetea con el caos. La suerte de su experimento político está atada, por voluntad propia, a un factor por naturaleza frágil: su popularidad, la que mostró en el balotaje, la que podría esfumarse si el Gobierno no logra cumplir en el mediano plazo con el punto central de su contrato electoral, terminar con la inflación.

Mientras en la Casa Rosada las internas se libran a cielo abierto, el Presidente avanza con un ajuste feroz sobre las provincias. El recorte lleva a los hechos sus amenazas a los gobernadores y pone en riesgo las políticas contra la inseguridad en la provincia de Buenos Aires, el inicio de clases en todo el país y el servicio de colectivos en capitales importantes del interior. Milei actúa como si esos problemas no fuesen suyos. Si el fuego se enciende, ¿cuánto tiempo podrá evitar que lo alcancen las llamas?

La represión de la protesta adquiere, en ese contexto, características inquietantes. No solo porque se disparó a mansalva contra manifestantes que ni siquiera estaban cortando la calle y contra decenas de periodistas que hacían su trabajo, sino porque, al día siguiente, Patricia Bullrich reivindicó la actuación policial. No hubo menciones oficiales a Matías Aufieri, abogado del Ceprodh y asesor del Frente de Izquierda, que recibió un balazo en un ojo y sigue con pronóstico reservado. No es la primera vez que una protesta frente al Congreso termina de esa forma. Lo novedoso es que la represión fue deliberada, basta con ver las imágenes. Lo inquietante es que la ministra de Seguridad, el Presidente, el Gobierno parecen ver en ese terreno una oportunidad para mostrar resultados inmediatos. ¿A dónde puede llevar la represión concebida como herramienta de acumulación política?

Esa y otras preguntas retumbaron en los pasillos del Congreso durante las más de 30 horas de sesión. La votación en general del proyecto, con 144 votos a favor y 109 en contra, muestra a grandes rasgos el nuevo tablero de la política. El Gobierno tiene un bloque propio de 79 diputados, 40 de La Libertad Avanza y 39 de Pro. La fusión entre los dos espacios figura en los planes de Macri, que pretende primero retomar las riendas del Pro y forzar a Milei a darle el lugar que le negó en diciembre, el de interlocutor único y privilegiado.

El expresidente se involucró personalmente para garantizar el respaldo al proyecto, con llamadas a sus diputados y posteos en redes. En uno, pidió que los incidentes callejeros no detuvieran la sesión, como pasó en 2017. La alusión tiene una lectura alternativa. La sesión del 14 de diciembre de ese año se suspendió, es cierto, cuando el kirchnerismo logró que el caos de las calles se trasladara al recinto. Pero el debate se retomó cuatro días después y el oficialismo juntó los votos para sancionar la reforma previsional. El problema es que a partir de ese momento, pese a ese triunfo legislativo del Gobierno, el Congreso quedó paralizado. Esa batalla legislativa fue además el germen de la reunificación del peronismo, plasmada en las elecciones de 2019.

La votación del viernes mostró también que la oposición cuenta con 111 voluntades, los 109 que votaron contra el proyecto, Facundo Manes incluido, más dos diputados de Unión por la Patria que faltaron a la votación por problemas personales de último momento. En el medio quedaron 65 legisladores de los bloques que, como si operaran en un sistema parlamentarista, decidieron darle un voto de confianza al Presidente, una suerte de waiver político que evitó una bancarrota prematura del Gobierno. Ahí se anotaron la UCR y las bancadas que responden a los gobernadores, Innovación Federal y Hacemos Coalición Federal.

En esta última bancada, liderada por Miguel Pichetto e integrada por pesos pesados como Emilio Monzó y Florencio Randazzo, crece el desconcierto y la bronca contra Milei. No les entra en la cabeza que el Presidente los desprecie en público mientras ellos se dedican, corridos por sus propios electorados, a encarrilar la sesión y a conseguir los votos que necesita el oficialismo. “Es un presidente opositor”, lo definió un diputado. Milei volvió a demostrarlo con la advertencia a los opositores que posteó minutos antes de la aprobación de la ley en general: no intenta construir una base de sustentación de política estable. Durante las últimas semanas, el maltrato a los bloques que aportaron los votos necesarios se plasmó en escenas insólitas. “¡Callate, no hables más! ¡Nos insultás si seguís hablando!”, lo frenó en seco Monzó al vicejefe de Gabinete, José Rollandi, cuando el funcionario procuraba explicarles a él, Pichetto y Randazzo, como si fueran tres recién llegados en la política, las ventajas del sistema electoral de circunscripciones uninominales.

En el cruce que protagonizaron Pichetto y Santiago Cafiero podría residir una clave para adivinar el comportamiento futuro de ese sector de la oposición acuerdista. Cuando el excanciller lo acusó de “traidor”, Pichetto pidió la palabra para responderle: “Prefiero la traición a la irrelevancia”. El excompañero de fórmula de Mauricio Macri quiere, al igual que sus compañeros de bancada, ser relevante, tener poder, un objetivo que puede lograr como aliado del oficialismo, o ante un deterioro de la imagen del Presidente, como articulador de una mayoría de oposición.

La amenaza a las provincias, en marcha

El debate parlamentario se llevó todas las miradas e invisibilizó una advertencia que podría marcar la agenda política en las próximas semanas. La Ctera, el sindicato nacional docente con más peso del país, se declaró el jueves en estado de alerta y movilización, y amenaza con convertir el inicio de clases en un caos. Se quejan de la supresión de la paritaria nacional docente, contemplada en la ley ómnibus, y del recorte de fondos para comedores escolares.

Este recorte no es parte del proyecto de ley, sino de la cancelación de los giros no coparticipables de la Nación a las provincias, una amenaza que Milei está cumpliendo al pie de la letra. Durante el primer mes del año, las transferencias no automáticas tuvieron una caída del 99% respecto de enero de 2023, según un estudio de Marcelo Capello y Valentina Gallardo, de IERAL. Si mantuviera esa canilla cerrada durante todo el año, el gobierno nacional podría ahorrarse 1,1% del PBI, el doble de lo previsto.

El agujero fiscal que puede generarle a las provincias es enorme. Por esa vía llega el 12% del total de los fondos que reciben desde la Nación. Representa, en promedio, el 6,4% de los ingresos provinciales totales. Ese porcentaje sube a 12,5% para La Rioja y a 9,5% para la provincia de Buenos Aires, que todavía no recibió ni un peso del Fondo de Fortalecimiento Fiscal, creado en 2020 para dotar de más recursos a la policía bonaerense. Al resto de las provincias no llegó ni un centavo del Fondo del Transporte Público, de acuerdo con la información oficial disponible en Presupuesto Abierto, del Ministerio de Economía.

Para evitar un marzo al rojo vivo, el gobierno descongeló en los últimos días los envíos correspondientes al Fondo de Incentivo Docente (Fonid), el programa que explica un 20% de los giros no automáticos. Pero, advierten en Ctera, no se giró nada para el fondo de comedores escolares, lo que podría adelantar el conflicto a mitad de febrero, cuando las familias empiezan a mandar a los chicos a comer a la escuela. El caos, aunque el Presidente prefiera mirar hacia otro lado, está a la vuelta de la esquina.

Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en elDiario.ar.