Rosario empezó esta semana totalmente paralizada por voluntad del crimen organizado, como nunca antes. El domingo a la noche, tras los violentos crímenes de los últimos días, con sello narco, se había convocado a una protesta en el Monumento a la Bandera, a la que fue muy poca gente porque la mayoría no se anima a salir a la calle. No hay transporte público, no hay taxis, no se puede cargar nafta. Y este lunes no hubo clases porque los docentes decidieron que no se debe mandar a los chicos al colegio por la situación permanente de riesgo de vida. No hay atención en los centros de salud.

“Es como estar en pandemia”. La descripción es de Germán de los Santos, periodista especializado en delito y mafias, autor del libro Los Monos y corresponsal en Rosario del diario La Nación. En una conversación con los periodistas Juan José Domínguez, Hernán Cappiello y Ariel Cohen en Gambito de datos (Radio Con Vos), analizó la dura situación de una de las principales ciudades del país frente a la violencia asociada al tráfico de drogas, sostuvo que la causa de la ola de violencia de los últimos días fueron ciertas acciones de endurecimiento del gobierno del radical Maximiliano Pullaro y subrayó que esa ola es producto de un trabajo mancomunado de las organizaciones.

Últimamente, ¿hubo mayor presencia de fuerzas federales en las calles?

No, todavía no llegó nada, y van a tardar los gendarmes en llegar a Rosario. La ministra de Seguridad [Patricia Bullrich] y el ministro de Defensa [Luis Petri] hasta ahora han hecho actos para mostrar gendarmes pero no para que realicen tareas operativas. De hecho, hay menos gendarmes que el año pasado. Y, sobre todo, hay un problema estructural en la Gendarmería: no tienen móviles. Hasta la semana pasada había acá 11 patrulleros de Gendarmería. Incluso la provincia de Santa Fe le prestó autos a la Gendarmería. Esto, además, admitido por la propia ministra, que no tienen autos. Por eso, esta participación de las fuerzas federales es en la cesión y el apoyo de vehículos, porque estamos hablando de que la principal fuerza federal de la Argentina no tiene patrulleros.

Recordemos que hasta ahora se han contabilizado en esta última oleada de ataques contra la población civil, la muerte de dos choferes de taxis, la muerte de un chofer de colectivo y el asesinato a mansalva de un playero de una estación de servicio.

Claro, con cosas muy llamativas en el medio: en los casos de los dos taxistas que asesinan el martes y el miércoles, se usó la misma pistola. Las balas fueron compradas por la Policía de Santa Fe, tenían una inscripción de la Policía de Santa Fe, es muy llamativo. La investigación no llegó a una hipótesis muy depurada. Hay unos 20 detenidos en las últimas horas, pero llama mucho la atención. Ahora la Justicia tiene que depurar: de todas esas personas detenidas, quiénes habrían tenido una participación real en esto. La Justicia, cuando actúa con estos espasmos, muchas veces hace detenciones así, sin mucha precisión. Pero llama mucho la atención esto y también cómo matan al colectivero: un joven para el colectivo, se sube y automáticamente le dispara a la cabeza. O sea, sube a matar al colectivero. Como el sábado en la estación de servicio: un sicario que entra a una pequeña oficina de la estación de servicio y ejecuta a un joven de 25 años de forma bestial. Son asesinatos que no tenían otro móvil que el de generar pánico y terror.

Los narcos, en mensajes que han dejado después de estos crímenes, dicen que esto es contra el gobernador, el ministro de Seguridad, pero, ¿en reclamo de qué, de mejores condiciones de detención?

Ni bien asumió, Maximiliano Pullaro hizo toda una reestructuración entre los presos de alto perfil en la cárcel de Piñero, que es la principal penitenciaría de Rosario, y ahí se restringieron las visitas, el uso de teléfonos celulares, se hacen requisas muy exhaustivas, y esto generó respuestas en la calle que empezaron con amenazas al gobernador, algunos ataques a un hospital, a un banco, a una escuela, pero después esto fue subiendo de tono. El detonante fue una requisa que se hizo el sábado pasado en la cárcel de Piñero, muy fuerte, que incluso se filmó; fueron esas imágenes que publicaron muchos medios de comunicación, con esa estética de lo de Bukele en las cárceles. Y automáticamente empezaron estos crímenes. En esos carteles que se dejaron hablan de humillación y ahí hay un dato muy importante: se habla de una unión de bandas de narcos.

¿Qué solución le ves a esto? ¿Pasa por generar una mayor intervención sobre las organizaciones? ¿Por despenalizar el consumo de estupefacientes?

Yo soy periodista, cuento. Si no, me propondría para otra cosa. Pero lo que veo es que el fracaso es recurrente y que pasan los distintos gobiernos y las estrategias son las mismas: enviar gendarmes a Rosario, que mayormente lo que hacen son controles vehiculares, patrullajes en algunos barrios. En algún momento baja un poco la violencia y después vuelve a activarse todo, porque la raíz nunca termina de afectarse. Y hoy el problema está en las cárceles, que eso es un fenómeno también nuevo en la Argentina, que hasta ahora el Estado, cuando investigaba, condenaba a una persona porque había cometido un delito y se desligaba porque iba a la cárcel. Ahora empieza otro problema en los penales, que es que los presos se organizaron, y esto pasa en otros países también.

Este artículo fue publicado originalmente en elDiario.AR.