En la primera reunión anual en la que participaron todos los integrantes de su gabinete ministerial, realizada este lunes en Brasilia, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, habló acerca de las investigaciones en curso sobre el intento de golpe de Estado, en 2022, comandado por el entonces mandatario Jair Bolsonaro.

Lula dijo que, si alguien tenía dudas sobre la planificación golpista, las declaraciones que se dieron a conocer en los últimos días dejaron en claro la situación de riesgo que corrió el país.

Según recordó el portal Brasil de Fato, la semana pasada el ministro Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal (STF), levantó el secreto de las 27 declaraciones dadas a la Policía Federal (PF) en el marco de la investigación sobre el intento de golpe de Estado. Algunas de las declaraciones más esclarecedoras fueron las del excomandante del Ejército, el general Marco Antonio Freire Gomes, y del excomandante de la Fuerza Aérea Carlos Baptista Júnior.

Ambos confirmaron ante los investigadores la participación de Bolsonaro en la reunión que discutió un proyecto de golpe de Estado, implicando por completo al expresidente ultraderechista.

“Hoy tenemos más claridad sobre el 8 de enero a través de testimonios de personas que formaban parte del gobierno o que estaban al mando de las Fuerzas Armadas. Si hace tres meses decíamos que el golpe parecía una insinuación, hoy tenemos la certeza de que el país corrió un serio riesgo de golpe de Estado”, dijo Lula a la prensa antes de la reunión ministerial.

El líder del Partido de los Trabajadores, de 78 años, dijo que el golpe “no se produjo porque las Fuerzas Armadas no lo aceptaron, pero también porque el expresidente es un cobarde que no tuvo el coraje de hacer lo que planeaba. Huyó a Estados Unidos con la expectativa de que [con él] fuera del país el golpe pudiera darse, porque financiaron gente en las puertas de los cuarteles. Como no funcionó, ahora dicen que eran inocentes, pero sabemos que hubo un intento de golpe”, remarcó Lula.

El presidente también afirmó que el pueblo brasileño “fue más sabio” y encomendó al actual gobierno la tarea “no sólo de resolver los problemas de educación, agricultura, salud y economía, sino de consolidar el proceso democrático en este país”.

Haciendo un balance de su primer año de gobierno, Lula dijo que cuando asumió la presidencia, en enero de 2023, “algunos ministerios tenían menos de la mitad de los empleados que necesitaban, y la mayoría de ellos sin políticas públicas, sin ningún interés en la inclusión social”, y sintetizó que recibió al país entre “escombros”.

“Nuestro primer año fue de recuperación y no fue fácil. Recuperar algo dañado es más difícil que empezar algo nuevo. Todos saben que aún nos queda mucho por hacer, dado todo lo que nos comprometimos a hacer durante la campaña”, expresó Lula.

El evento de este lunes se realizó una semana después de la publicación de la última encuesta de Datafolha, en la que se reveló que Lula perdió siete puntos porcentuales de aprobación en la ciudad de San Pablo con relación a la encuesta anterior.

En total, el 38% de los entrevistados en la capital paulista considera que la gestión del presidente es excelente o buena. En agosto del año pasado era del 45%. Ahora, el 34% considera que la gestión es mala o pésima, frente al 25% del año pasado.

Fue por esta caída en la popularidad que Lula planteó ante sus ministros la necesidad de mejorar la comunicación del gobierno para destacar ante la población los logros de la actual administración.

Según informó la cadena O Globo, Lula exigió que todos los ministros presenten un informe dentro de 48 horas con todas las acciones, promesas y medidas anunciadas por cada dependencia. De acuerdo a lo que expresó uno de los jerarcas que participó en la reunión, “el presidente dejó claro que la visión debe ser de gobierno unido, para que la población pueda tener una imagen e idea de los logros del gobierno”.

Además, hubo una fuerte demanda de una unidad para defender al gobierno. Otra cuestión que se habló en la reunión fue la relación con los ciudadanos evangélicos, un sector de la población muy numeroso en el país, que suele ser reacio en buena medida a los sectores de izquierda.

Al respecto, Lula dijo que él está obligado a hablar con pastores y líderes evangélicos, algo que ya hizo en reiteradas ocasiones en el pasado. De todas maneras, el mandatario aclaró que el problema no es ese, sino poder combatir y contrarrestar las noticias falsas que impactan a dicho segmento de la población.