El miércoles, un grupo de personas que se manifestaban reclamando por las víctimas de la tragedia de Ayotzinapa, en la que 43 estudiantes fueron secuestrados y desaparecieron en setiembre de 2014, tiraron abajo una de las puertas del recinto del Palacio Nacional de México con una camioneta, según informó el portal Animal Político.
Los manifestantes exigían que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien estaba en el lugar brindando su conferencia matutina diaria, los atendiera. Al no recibir respuesta, las personas, entre las que se encontraban algunos familiares de los jóvenes desparecidos, tomaron una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para impactar contra el acceso de Moneda número 1 del Palacio Nacional.
Según detallaron agencias internacionales, los manifestantes, muchos de los cuales tenían sus rostros cubiertos, utilizaron además objetos metálicos y vallas para golpear la puerta. Después de unos minutos, la camioneta rompió el acceso entre aplausos y gritos de los manifestantes. La Policía Militar de inmediato respondió lanzando gases lacrimógenos y al poco tiempo llegaron al lugar efectivos antimotines.
Videos subidos a las redes mostraron que algunas de las ventanas del Palacio Nacional fueron rotas con piedras. Además, se vieron varios grafitis hechos por los manifestantes, como el símbolo “+43” que fue pintado en parte de la fachada del Palacio Nacional, además de mensajes como “Faltan 43” y “Sólo queremos un diálogo”, según informó la BBC.
La relación entre López Obrador y los manifestantes se tensó en los últimos tiempos, entre acusaciones a las autoridades por no haber avanzado prácticamente nada para esclarecer el caso, lo que se potencia porque la administración del mandatario está cerca de llegar a su fin.
En respuesta a una pregunta de un periodista sobre si se reuniría con los padres de los manifestantes tras el derribo de la puerta, López Obrador dijo que Félix Arturo Medina Padilla, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, hablaría con ellos.
“No estoy conduciendo todo porque lo que me importa es encontrar a los jóvenes y ya la actitud, no de los padres, sino de los asesores y de las organizaciones que supuestamente defienden derechos humanos, es una actitud en el mejor de los casos política, muy de confrontación en contra nuestra, o sea de provocación, y nosotros no queremos para nada la confrontación”, expresó el mandatario.
López Obrador agregó que su gobierno está dedicado a la investigación de la desaparición de los 43 estudiantes y explicó que se han hecho avances, pero alegó que los padres “están siendo manipulados” por grupos opositores al gobierno que quieren “hacernos daño, políticamente hablando”.
Agregó que es posible que hable con los padres en aproximadamente 15 o 20 días, pero que actualmente está esperando a tener más información y evidencia que muestren que la investigación fue manipulada.
Al respecto, el presidente mexicano explicó: “Todavía estamos haciendo investigaciones, nos hace falta y me voy a reunir con ellos en su momento, yo calculo que en unos 15 o 20 días más. Quiero tener más pruebas porque quiero hablar con ellos y tener pruebas de cómo se manipuló la investigación para proteger a ciertas gentes, la responsabilidad que tienen abogados de ellos y los supuestos defensores de derechos humanos”.
Según informó el diario Milenio, el martes fue el octavo día de protestas en Ciudad de México. Durante las manifestaciones, los manifestantes bloquearon carreteras y repartieron panfletos, expresando su apoyo a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos.
Se espera que después del período vacacional de Semana Santa regresen a la capital para instalar un campamento permanente que se levantará hasta finales de setiembre.
Desde 2014 sólo se han descubierto los restos de tres de los jóvenes que eran estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Se cree que los estudiantes fueron atacados por la Policía en la ciudad de Iguala, después de que llegaran hasta allí para secuestrar un ómnibus en el que iban a viajar a una protesta en Ciudad de México.
Se piensa que la Policía entregó a los estudiantes a una pandilla local que los mató, incineró sus cuerpos y los arrojó a un río.