Ruanda conmemorará el domingo los 30 años del genocidio cometido por el régimen hutu contra la minoría tutsi, que dejó más de 800.000 muertos desde abril a junio de 1994.
El gobierno de Francia fue invitado a participar en este acto y será representado por el canciller Stéphane Séjourné y su secretario de Estado del Mar, Hervé Berville, nacido en Ruanda y evacuado en los primeros días del genocidio.
Si bien el presidente Emmanuel Macron no asistirá, la presidencia francesa informó que difundirá el domingo un video en el que se refiere a lo ocurrido y al papel que jugó su país en esos episodios.
“El jefe de Estado recordará, especialmente, que cuando la fase de exterminio total de los tutsis comenzó, la comunidad internacional tenía los medios de saberlo y actuar, gracias a su conocimiento de los genocidios que nos revelaron los sobrevivientes armenios y de la Shoá, y que Francia habría podido detener el genocidio con sus aliados occidentales y africanos, [pero] no tuvo la voluntad” de hacerlo, informó la presidencia francesa, según citó el diario Le Monde.
“El 7 de abril de 2024, el jefe de Estado reafirmará que Francia está junto a Ruanda, al pueblo ruandés, en recuerdo de un millón de niños, mujeres y hombres martirizados por haber nacido tutsis”, agregó la presidencia.
Durante muchos años, Ruanda responsabilizó a Francia por lo ocurrido en 1994, y esto incluso llegó a causar una ruptura de las relaciones diplomáticas de 2006 a 2009.
En 2017, el gobierno ruandés encargó un informe sobre aquellos hechos al estudio de abogados Levy Firestone Muse, con sede en Washington, recordó France 24. Las conclusiones del informe señalaron que “el gobierno francés pudo prever que se avecinaba un genocidio”.
También se concluyó que “los funcionarios franceses armaron, asesoraron, capacitaron, equiparon y protegieron al gobierno” de Ruanda, “sin prestar atención [...] a la destrucción y la muerte de los tutsis”.
Años después, en 2021, Macron visitó Ruanda. “Al estar hoy junto a ustedes, con humildad y respeto, reconozco nuestras responsabilidades. Se trata, pues, de continuar la labor de conocimiento y verdad que sólo permite el trabajo riguroso de los investigadores e historiadores”, dijo el mandatario galo durante un acto oficial en el Centro en Memoria del Genocidio en la capital, Kigali.
En esa ocasión, Macron aclaró que su país no fue culpable o cómplice de las matanzas de tutsis, pero admitió que de forma involuntaria incidió en el “engranaje que condujo a lo peor”.
El presidente ruandés, Paul Kagame, celebró el “inmenso coraje” de su “amigo” Macron.
Una década antes, en 2012, otro presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, había reconocido que en 1994 los “graves errores” y “una forma de ceguera” de parte de las autoridades de su país tuvieron consecuencias “absolutamente dramáticas” en Ruanda.
Según recordó Le Monde, la percepción francesa sobre este genocidio cambió después de que un grupo de historiadores, dirigidos por Vincent Duclert, elaborara un informe en el que concluyó que Francia tuvo “responsabilidades contundentes y abrumadoras” y que el presidente de la época, François Mitterrand, y su entorno estaban “ciegos” ante las conductas racistas y genocidas del gobierno hutu, al que respaldaba.
Las investigaciones sobre los crímenes de 1994 todavía están en proceso. El miércoles la fiscalía ruandesa informó de la detención en Bélgica del exministro de Justicia Stanislas Mbonampeka.
Según informó Efe, Mbonampeka es acusado de haber ordenado el asesinato de más de 21.000 personas en el hospital psiquiátrico de Ndera, en Kigali.
El 17 de abril de 1994, después de que soldados belgas se retiraran de ese centro médico, las milicias hutus tomaron el control y separaron a las personas según la comunidad a la que pertenecían, con el objetivo de matar a los tutsis.
El genocidio había comenzado días antes, el 7 de abril, después de que las autoridades ruandesas acusaran a rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés de haber derribado el avión en el que viajaban los presidentes de Ruanda, Juvénal Habyarimana, y Burundi, Cyprien Ntaryamira, ambos hutus.
Los cuerpos de las víctimas de las matanzas, entre las cuales también hubo hutus moderados, todavía siguen apareciendo. Desde octubre, decenas de voluntarios desenterraron más de 1.000 cadáveres en una zona de Ngoma, donde obreros que se disponían a construir una valla encontraron seis cuerpos.
Representantes de Ibuka, una asociación de sobrevivientes del genocidio, dijeron a Efe que en los últimos cinco años se encontraron más de 100.000 víctimas y que sospechan que hay más fosas comunes repartidas por el país.
Señalan que en algunos casos los residentes saben que existen esos enterramientos, pero no quieren aportar información porque están vinculados con los responsables del genocidio.