La guerra entre dos facciones del gobierno militar de Sudán cumplió este lunes un año. En ese período causó al país africano situado al sur de Egipto una de sus mayores crisis humanitarias.
Los enfrentamientos entre el Ejército y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) dejaron más de 15.000 muertos y 8,5 millones de personas desplazadas, en su mayoría hacia Sudán del Sur y Chad.
“Es una guerra contra poblados, casas, hospitales, escuelas y sistemas vitales que han quedado reducidos a escombros. Es una guerra contra los derechos humanos y la ley internacional, [en la que] ataques indiscriminados matan, lastiman o aterrorizan a civiles” y a trabajadores humanitarios, dijo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres.
El conflicto se enmarca en una lucha por el poder que surgió en 2019, cuando cayó el presidente Omar al Bashir, después de 30 años de gobierno. Los militares lo obligaron a renunciar e instalaron un Consejo Militar Transitorio que después dio paso al Consejo Soberano de Sudán.
Ese consejo nombró como primer ministro de transición hacia la democracia a Abdalla Hamdok, que en la década de 1980 había sido un funcionario del Ministerio de Finanzas de Sudán y después trabajó en organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo y el Banco Africano de Desarrollo.
En 2021 Hamdok fue depuesto por un golpe de Estado encabezado por el Ejército y llevado a cabo con ayuda de las FAR. El poder quedó entonces en manos del Consejo Soberano de Transición, donde se enfrentaron dos bandos.
La guerra comenzó porque el vicepresidente de ese organismo y líder de las FAR, Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, reclamaba que esas milicias se integraran a las Fuerzas Armadas, pero el presidente del consejo y líder del Ejército, Abdelfatá al Burhan, se oponía.
Esas diferencias dieron paso a los combates entre el Ejército y las FAR, que todavía continúan.
Las FAR surgieron de otras milicias, las Yanayawid, que fueron acusadas de cometer crímenes de lesa humanidad durante el conflicto de la región sudanesa de Darfur, que se extendió de 2003 a 2008 y que también causó desplazamientos forzosos de la población. Todavía viven en campos de refugiados en Chad unos 400.000 sudaneses que debieron huir durante la guerra de Darfur. Otros 570.000 llegaron a ese país en los últimos 12 meses.
Guterres lamentó la escasa atención mundial que genera esta crisis y dijo que el mundo “está olvidando al pueblo de Sudán”, donde unos 25 millones de personas necesitan asistencia humanitaria y 18 millones de ellas sufren “hambre aguda”.
El titular de la ONU llamó a “todas las partes a acallar las armas y responder a las aspiraciones del pueblo sudanés para un futuro pacífico y seguro”. Consideró que se debe retomar el rumbo del país hacia la democracia, interrumpido por el golpe de Estado de 2021. Por otra parte, Guterres llamó a los demás países a asumir un mayor compromiso con Sudán.
La ONU elaboró un Plan de Respuesta Humanitaria, del que sólo logró financiar 6%, y un Plan de Respuesta a los Refugiados, que cuenta con 7% de los recursos que necesita.
Este lunes tuvo lugar en París una conferencia internacional sobre Sudán en la que los participantes se comprometieron a aportar un total de 2.000 millones de euros para ayuda humanitaria, según anunció el presidente francés, Emmanuel Macron.
Asistieron al encuentro representantes de decenas de estados, de la Unión Europea, la Unión Africana y organizaciones civiles.
Macron calificó al conflicto en Sudán como “una de las peores crisis del mundo” y advirtió que “los crímenes de guerra no quedarán sin castigo”.
La declaración final del encuentro pide a los países que “dejen de dar apoyo militar” a los bandos enfrentados “para que se maten entre sí”.
Al respecto, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, apuntó a Moscú y dijo a la prensa antes de la reunión: “Hay que ver cómo podemos dejar de lado el protagonismo, las ganas de influir, de ocupar. Rusia está involucrada en eso de alguna manera, como mediador pero también como agente”.
Por su parte, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, el austríaco Volker Türk, manifestó que informes recibidos por ese organismo indican que el Ejército y las FAR aumentaron en los últimos tiempos la violencia y el reclutamiento de civiles, y que además tres nuevos grupos armados se unieron al conflicto.
También advirtió que es “inminente” un ataque de las FAR en El-Fasher, la capital del estado de Darfur del Norte, una zona menos afectada que otras por este conflicto y en la que se refugian muchos de los sudaneses que fueron desplazados dentro del país.