Las negociaciones para formar una coalición de gobierno empezaron este lunes en Austria, al día siguiente de la histórica victoria en las elecciones legislativas del sector de extrema derecha Partido de la Libertad (FPÖ, por sus siglas en alemán), cuyo líder, Herbert Kickl, no tiene garantizado, sin embargo, ponerse al frente del gobierno del país centroeuropeo.

Los problemas con los migrantes y la inflación fueron dos de los factores determinantes que llevaron al electorado austríaco a castigar al gobernante Partido Popular (ÖVP), de centroderecha. Con más del 90% de los votos escrutados, los extremistas del FPÖ contaban con el 29,2% de las adhesiones, el ÖVP, con el 26,5%, el opositor Partido Socialdemócrata (SPÖ), de centroizquierda, obtuvo su peor resultado histórico con un 21%, mientras que los Verdes, socios menores en el actual gobierno, cayeron al 8%.

El canciller, Karl Nehammer, líder del ÖVP, ya adelantó que su sector no acordará coalición con los ultras porque “es imposible formar gobierno con alguien que adora las teorías de la conspiración”.

En efecto, Kickl es un populista radical que difundió numerosas noticias falsas y teorías conspiratorias, como que hay un plan de las “élites” para sustituir a la población europea blanca por inmigrantes, además de sugerir que la pandemia de coronavirus salió de un laboratorio, calificándola como una “plandemia”.

Además, de acuerdo a lo que informó el portal español Público, Kickl se autodenomina como el futuro “Volkskanzler”, el canciller del pueblo, término utilizado por Adolf Hitler en la década de 1930.

Islamófobo, euroescéptico y con una profunda afinidad con el presidente ruso, Vladimir Putin, el FPÖ obtuvo el domingo la mejor votación desde su fundación, en 1956, impulsada mayoritariamente por exfuncionarios nazis y oficiales de las SS.

El triunfo de la extrema derecha en Austria fue saludado por líderes de la misma ideología de otros países de Europa. El neerlandés Geert Wilders escribió en su cuenta de X: “¡Países Bajos, Hungría, Bélgica, Italia, Alemania, Portugal, Suecia, Francia, España, República Checa y, hoy, Austria! ¡Estamos ganando! ¡Los tiempos están cambiando! ¡Identidad, soberanía, libertad y no más inmigración ilegal ni asilo es lo que anhelan decenas de millones de europeos!”.

En Hungría, el dirigente Viktor Orbán, uno de los principales referentes de la formación extremista austríaca, saludó esta “nueva victoria para los patriotas”. En Italia, el líder del partido de extrema derecha Liga Norte, Matteo Salvini, habló de un “día histórico a favor del cambio”, mientras que en Francia la líder ultraderechista Marine Le Pen celebró una “marea creciente”.

Pero, en los hechos, sin el apoyo de los conservadores y con el rechazo tajante de los demás partidos políticos, el FPÖ no podrá formar una coalición de gobierno. Por ello, una alternativa de gobierno que está tomando fuerza es una “gran coalición” entre el ÖVP y el SPÖ.

Andreas Babler, líder de la formación socialdemócrata, el mismo domingo luego de las elecciones se mostró dispuesto a iniciar contactos en ese sentido con los conservadores. El ÖVP y el SPÖ tienen una larga tradición de gobernar juntos en llamadas “grandes coaliciones”, que en el pasado llegaron a tener mayorías de dos tercios en el Parlamento austríaco.

Tal como recordó el diario británico The Guardian, Austria enfrentó a lo largo de décadas duras críticas por su tibia cultura de recuerdo histórico del período nazi, presentándose durante mucho tiempo como la “primera víctima” de los nazis a pesar de la calurosa bienvenida que tuvo Hitler, quien era austríaco, cuando invadió el país en 1938 y lo anexó a la Alemania nazi.

A raíz de los resultados del domingo, el Comité Internacional de Auschwitz, que representa a los supervivientes del campo de exterminio nazi, denunció un “nuevo capítulo alarmante” en Austria. Su vicepresidente, Christoph Heubner, dijo que estaban depositando su fe en el “sentido común entre los demócratas de Austria” para “hacer frente a la amnesia histórica y la ideología de los viejos y nuevos extremistas de derecha en beneficio del país y de Europa”.

Por su parte, Benjamín Nägele, secretario general de la Comunidad Judía de Viena, describió los resultados como “impactantes, pero lamentablemente no sorprendentes”.