El “shock” por la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca está recorriendo Europa con un cierto efecto retardado. Si al principio los líderes europeos hicieron terapia para autoconvencerse de que esta vez estaban preparados para un nuevo mandato del líder populista, que daban por hecho recrudecería la guerra comercial, y luego respiraron con cierto alivio ante las señales que emitía sobre Ucrania, todo se ha puesto patas arriba la última semana. Trump ha iniciado una negociación bilateral con Vladimir Putin y ha amenazado con unos “aranceles recíprocos” cuyo valor por ahora es incalculable. Y en medio de esa tormenta perfecta, Europa sigue inmersa en sus divisiones internas sobre cómo afrontar la situación.

Divididos llegaron los líderes de los principales países de la Unión Europea (UE) (el denominado Weimar+), a los que se sumaron el primer ministro británico, Keir Starmer, los presidentes de las instituciones europeas, Ursula von der Leyen y António Costa, y el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Mark Rutte, a una reunión informal en París para abordar las nuevas relaciones transatlánticas. El motivo era la posibilidad de enviar tropas de paz a Ucrania una vez acabe la guerra, que es una propuesta que el presidente francés, Emmanuel Macron, puso sobre la mesa hace meses y que ahora, en pleno debate sobre cómo dar garantías de seguridad a Ucrania, cobra fuerza.

El "no" llegaba de varias capitales, como Madrid o Varsovia, aunque Pedro Sánchez ha modificado su discurso. “No vemos el despliegue de tropas españolas en Ucrania”, dijo en el mes de diciembre. Tras la cita en El Elíseo, el presidente español ha dicho que no es el momento de hablar de eso. “Todavía estamos en guerra en Ucrania. Hay soldados ucranianos que están defendiendo la independencia y libertad de su país y el modelo de convivencia europeo. Entiendo la pregunta, pero todavía no se han dado esas condiciones de paz como para que empecemos a pensar en el diseño”, ha respondido.

En esa misma línea se ha pronunciado el canciller alemán, Olaf Scholz, que ha considerado que es el “momento erróneo”: “Se está hablando a espaldas de los ucranianos sobre los resultados de unas conversaciones que no se han producido, que Ucrania no ha consentido y en las que no está invitada a la mesa”. Por su parte, el gobierno polaco de Donald Tusk ha usado otros argumentos para desdeñar la propuesta. “No era una posibilidad, porque el deber de Polonia con la OTAN es proteger el flanco oriental, es decir, su propio territorio”, ha dicho el ministro de Exteriores, Radosław Sikorski.

Los líderes piden a Trump protección para Ucrania

Por el contrario, el primer ministro británico ha dado la bienvenida al planteamiento: “Reino Unido está dispuesto a desempeñar un papel de liderazgo en la aceleración de los trabajos sobre garantías de seguridad para Ucrania. Esto incluye un mayor apoyo a las fuerzas armadas de Ucrania, donde el Reino Unido ya se ha comprometido a aportar 3.000 millones de libras al año hasta al menos 2030. Pero también significa estar preparados y dispuestos a contribuir a las garantías de seguridad para Ucrania poniendo nuestras propias tropas sobre el terreno si es necesario”. “No lo digo a la ligera. Siento profundamente la responsabilidad que conlleva poner a militares británicos en peligro. Pero contribuir a garantizar la seguridad de Ucrania es contribuir a garantizar la seguridad de nuestro continente y la seguridad de este país”, ha explicado en un artículo publicado en The Telegraph.

En un momento en el que Starmer está planteando unas nuevas relaciones con la UE tras el Brexit, y sobre todo en materia de seguridad, ha reiterado el ofrecimiento en la rueda de prensa tras la cita.

En lo que han coincidido Starmer, Sánchez y Tusk es en reclamar a Estados Unidos que se involucre en el apoyo a Ucrania tras la guerra. “Debe haber un respaldo de Estados Unidos porque la garantía de seguridad de Estados Unidos es la única manera de disuadir eficazmente a Rusia de atacar a Ucrania nuevamente”, ha dicho el británico. “Polonia está decidida a cooperar en cuestiones de seguridad, en Ucrania y en la guerra ruso-ucraniana, con la Unión Europea, los aliados europeos, incluyendo a Gran Bretaña y a Noruega y, por supuesto, sobre todo, con los Estados Unidos”, había manifestado Tusk.

Menos explícito ha sido Sánchez, que no ha citado expresamente a Trump. “En las garantías de seguridad a Ucrania tiene que haber solidaridad de todos los aliados”, ha señalado en la comparecencia en la embajada española en París.

Otra de las coincidencias es la necesidad de aumentar el gasto militar para garantizar la “autodefensa” europea, como ha dicho Tusk. Pero ese tema es profundamente divisivo en la UE. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha planteado dar aún más flexibilización a la disciplina fiscal para el gasto en defensa, es decir, que esas partidas no computen a la hora de contabilizar el déficit y la deuda de los países, que tienen que estar entre el 3% y el 60% del PIB, respectivamente, para que no haya represalias del club comunitario.

Cómo financiar el gasto militar

Ese plan, que aún se tiene que concretar –ya se ha puesto en marcha en el caso de Polonia, pero se puede activar la cláusula de escape nacional para quitar el tope a la deuda y el déficit–, genera cierto consenso en la UE. Pero hay países que lo ven insuficiente, como es el caso del gobierno de Sánchez. “Al igual que pasó con la covid-19, se flexibilizaron las reglas fiscales, pero se tuvieron que poner en marcha una serie de mecanismos mancomunados para hacer frente a la emergencia”, ha dicho el presidente.

A lo que se refiere es a la posibilidad de emitir deuda conjunta para financiar esos gastos, que son ingentes para alcanzar el 2% del PIB en el caso de España y aún mayores en un momento en el que los aliados sostienen que ese objetivo se ha quedado corto y apuntan a una mayor ambición de cara a la cumbre de la OTAN de junio. También a la financiación por parte de entidades europeas, como el Banco Europeo de Inversiones, que preside Nadia Calviño.

Pero la emisión de deuda conjunta ya cuenta con el rechazo preventivo de países como Alemania o los frugales. “No creo que más deuda pública sea el camino a seguir. Necesitamos defensa y una economía fuerte, pero más deuda no lo es”, ha respondido el ministro de finanzas holandés, Eelco Heinen, que ha apuntado a la necesidad de hacer recortes en otras partidas: “Todos los estados miembros están buscando espacio fiscal. Para gastar en defensa, tienes que hacer elecciones en el presupuesto. Sé que es difícil, pero se tiene que hacer porque el dinero no es gratis. Lo que gastamos en una cosa no lo podemos gastar en otra”, ha afirmado este mismo lunes antes de reunirse con sus homólogos de la eurozona.

El contexto geopolítico avanza así mientras la UE calibra cómo responder a la guerra comercial de Trump. Mientras países como Francia reclaman actuar de forma inmediata y firme, otras capitales son menos contundentes y apuestan por la negociación que, en todo caso, está en marcha con la presencia del comisario de Comercio, Maros Sefcovic, esta semana en Washington. Y el gran temor en Bruselas es que los países gobernados por la ultraderecha, como Italia y Hungría, hagan la guerra por su cuenta. Y ante esa posibilidad zanjan: “El Comercio es una competencia exclusiva de la Unión Europea. Los estados miembros no pueden negociar por su cuenta”.

Este artículo se publicó originalmente en elDiario.es.