Voceros militares israelíes anunciaron este miércoles que lanzaron una “operación terrestre limitada” para retomar el corredor de Netzarim, una carretera que divide a la Franja de Gaza en dos y que va desde la frontera con Israel hasta el mar Mediterráneo. Este corredor es considera esencial para controlar el norte de Gaza y evitar el traslado de personas de una parte a otra del enclave.

Esta medida supone una escalada significativa de la nueva ofensiva israelí en el territorio palestino y se produjo menos de 36 horas después de una masiva ola de ataques aéreos que causaron la muerte de más de 400 personas, entre ellas 183 niños y 94 mujeres, según informó el Ministerio de Salud de Gaza.

Tras los ataques de la madrugada del martes, que fue la jornada más sangrienta desde el inicio de la guerra, en octubre de 2023, este miércoles nuevos bombardeos israelíes causaron la muerte de al menos 20 personas. De esta manera, el número de muertos ascendió a 436 en 48 horas, según informó un portavoz del servicio de defensa civil de Gaza citado por agencias internacionales.

La reanudación de los ataques masivos en la Franja de Gaza es motivo de un fuerte debate interno en Israel, con movilizaciones callejeras y discusiones en varios niveles.

El rechazo en aumento hacia el primer ministro Benjamin Netanyahu que se refleja en las últimas encuestas –en las que más del 50% de los ciudadanos quieren que deje el gobierno– tiene diversas aristas. Por un lado, muchos entienden que el rompimiento unilateral de la tregua y la vuelta de las hostilidades responden a intereses personales de Netanyahu, cuyo destino político está atado a que la guerra continúe de manera indefinida.

La guerra en Gaza también es vista como una oportunidad única por la extrema derecha y los grupos colonizadores, que creen que con una campaña militar agresiva miles de gazatíes abandonarán sus tierras y dejarán espacio para la recolonización de ese territorio palestino.

Una de las primeras líneas de rechazo a Netanyahu la conforman los rehenes liberados y los familiares de quienes aún están en manos de Hamas en Gaza. Se estima que en la actualidad hay 23 rehenes con vida, a los que se suman los cadáveres de otros 36 que murieron en cautiverio.

El lunes, durante una manifestación en Tel Aviv, Yarden Bibas, el ciudadano israelí argentino que fue liberado el 1º de febrero, pero cuya esposa e hijos de apenas nueve meses y cuatro años fueron asesinados en Gaza, salió al cruce de declaraciones de Netanyahu y dijo que por su culpa morirán más rehenes.

Afirmaciones similares hicieron otros familiares de personas que aún siguen cautivas en Gaza, pero sus palabras están muy lejos de conmover a Netanyahu. El primer ministro también pretende silenciar y detener las investigaciones que lleva adelante el organismo del Estado sobre los presuntos vínculos ilícitos de él y sus colaboradores con el gobierno qatarí.

De comprobarse, este hecho sería de extrema gravedad porque Qatar es el principal apoyo político y económico que tiene Hamas, lo que colocaría al actual primer ministro en una situación por demás comprometida.

Además, mientras enfrenta un juicio por corrupción, el líder del Likud por estos días está centrado en destituir al jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interna de Israel, Ronen Bar, y a la fiscal general Gali Baharav-Miara, dos funcionarios que con sus decisiones provocaron la ira de Netanyahu y sus aliados de extrema derecha en los últimos meses.

Este martes en Jerusalén, se estima que alrededor de 80.000 personas, muchas de ellas llegadas desde otras ciudades del país, participaron en una movilización callejera que pasó frente al Parlamento (Knéset) y posteriormente en los alrededores de la casa de Netanyahu. Hubo represión policial, decenas de personas fueron heridas y alrededor de diez fueron detenidas.