Más de 180 cardenales reunidos en el Vaticano fijaron en la mañana de este lunes la fecha de inicio del cónclave para elegir al 267º papa de la iglesia católica, sucesor de Francisco, fallecido el pasado lunes a los 88 años. Será el 7 de mayo en la Capilla Sixtina, la cual permanecerá cerrada al público durante esos días.

El papa Francisco fue enterrado el sábado en una de las capillas de la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, luego de un multitudinario funeral al que concurrieron unos 50 presidentes o primeros ministros, diez reyes, delegaciones de unos 130 países y más de 200.000 personas en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El cónclave prevé cuatro escrutinios por día y la elección del nuevo papa necesita de dos tercios de los votos de los cardenales. Si la votación no llega a ese porcentaje, en la estufa de la capilla Sixtina se queman las papeletas con los votos junto a productos químicos que tiñen el humo de negro, y se produce la “fumata negra”, que hacia afuera comunica a los feligreses y al mundo que todavía no hay papa electo.

Cuando algún candidato consigue los dos tercios, se queman los votos con productos que tiñen el humo de blanco, y se produce la “fumata blanca”, o humo blanco, que significa que hay papa electo. Posteriormente, el cardenal protodiácono se asoma a los balcones del Vaticano y pronuncia la frase “habemus papam” (en latín, tenemos papa).

De los 138 cardenales electores, sólo quedan 29 creados por Juan Pablo II y Benedicto XVI, los pontífices que antecedieron al argentino Jorge Bergoglio. El resto (110) fueron creados por Francisco, quien durante su papado, además, redujo significativamente el peso de Italia y Estados Unidos en el Colegio Cardenalicio, y creó cardenales en países que no tenían, como Uruguay, por ejemplo.

Los posibles candidatos a papa

El número dos de la iglesia católica, mano derecha de Francisco, y que ostenta el cargo de secretario de Estado del Vaticano, tiene 70 años, es italiano y se llama Pietro Parolin. Es uno de los primeros cardenales creados por Bergoglio, en el consistorio ordinario de febrero de 2014. Parolin es uno de los candidatos fuertes, vinculado a la burocracia vaticana, con experiencia diplomática y que ha jugado un rol clave en crisis internacionales.

Con 67 años, el cardenal Luis Antonio Tagle, de Filipinas, es el actual prefecto del Dicasterio para la Evangelización, y es conocido por su carisma pastoral de cercanía con los fieles, su capacidad de comunicación y su defensa de la justicia social y de una iglesia inclusiva. Su elección significaría la continuidad de una línea como la de Francisco y un acercamiento con Asia, que hace décadas la iglesia viene construyendo.

Gerhard Ludwig Müller, alemán, de 77 años, ha sido prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidente de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, de la Comisión Teológica Internacional y de la Pontificia Comisión Bíblica. Siempre los teólogos de peso, como lo fue el también alemán Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), y que pasan por la Congregación para la Doctrina de la Fe, son candidatos fuertes y una opción que puede descomprimir la contradicción entre conservadores y reformistas.

Por su parte, Matteo Zuppi, italiano de 69 años, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, es otro de los candidatos considerados como continuadores de la línea de Francisco. Está vinculado a un grupo católico comprometido con el diálogo interreligioso y la mediación en conflictos.

Entre los candidatos africanos está Peter Turkson, de Ghana. Con 76 años fue prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, y tiene una línea apegada a la doctrina social de la iglesia, la justicia social y el desarrollo sostenible, lo que lo hace ser considerado como un seguidor de Francisco.

Otro con 76 años es Raymond Leo Burke, de Estados Unidos. Sin embargo, este cardenal, exprefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, es uno de los principales opositores a la línea reformista de Bergoglio y su posición es la de una iglesia tradicionalista y rígida en materia doctrinal.

Más allá de los nombres que se manejan, el cónclave podría derivar en la elección de un cardenal de perfil bajo, poco conocido, y que termine siendo tan sorpresivo como cuando Jorge Bergoglio se convirtió en papa.