El presidente estadounidense, Donald Trump, amagó pero no concretó sus amenazas de lanzar una guerra arancelaria contra el mundo, en medio de convulsiones bursátiles y de amenazas de recesión en su país.

En la tarde del miércoles, el líder republicano anunció en un mensaje en su cuenta de la red social Truth que todos los países que no habían tomado represalias contra los aranceles estadounidenses recibirían una prórroga de 90 días y que sólo se enfrentarían a un arancel general del 10%.

Trump también habló sobre el tema en un contacto con los medios en la Casa Blanca. Cuando se le preguntó por qué había ordenado la pausa, el magnate republicano respondió: “La gente se estaba saliendo un poco de la raya. Se estaban poniendo nerviosos”.

La realidad es que efectivamente las medidas de Trump habían encendido alarmas en muchísimos sectores, tanto políticos –incluso dentro del Partido Republicano– como en todas las ramas de la actividad económica y financiera. Poderosas empresas e inversores presionaron para que diera marcha atrás con la medida, que amenazaba con desatar un caos tanto en el comercio mundial como dentro de Estados Unidos.

La medida se dio a conocer horas después de que China y la Unión Europea anunciaran la imposición de aranceles a los bienes estadounidenses. En el caso del bloque comunitario europeo, los aranceles iban a alcanzar el 25% sobre algunos productos, al tiempo que Pekín comunicó que impondría impuestos del 84%.

Esta medida del gobierno de Xi Jinping no fue pasada por alto por Trump, quien dejó fuera de la pausa en la guerra comercial a China y anunció que los aranceles para los productos provenientes de ese país deberán pagar un arancel del 125%, medida que también fue anunciada en su mensaje en Truth.

“Debido a la falta de respeto que China ha mostrado hacia los mercados mundiales, por la presente, aumento el arancel que Estados Unidos le impone al 125%, con efecto inmediato. En algún momento, ojalá en un futuro próximo, China se dará cuenta de que la época de estafar a Estados Unidos y a otros países ya no es sostenible ni aceptable”, escribió el mandatario, quien de todas maneras, cuando habló ante los medios, no se cerró a dialogar con Pekín.

“Se va a llegar a un acuerdo con China. Se va a llegar a un acuerdo con todos ellos, y serán acuerdos justos. Sólo quiero que sean justos”, dijo Trump.

La marcha atrás de Trump se produjo apenas un día después de que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informara que no había planes para retrasar ni revertir ninguno de los aranceles.

Pero la medida del mandatario tuvo efectos inmediatos: devolvió la bolsa a terreno positivo tras varios días de fuertes pérdidas.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien habló con la prensa junto a Leavitt el miércoles, describió los planes para reunirse con funcionarios de los gobiernos de Japón, Vietnam y Corea del Sur esta semana para trabajar en acuerdos comerciales bilaterales. “Vimos la exitosa estrategia de negociación que el presidente Trump implementó hace una semana, y que ha logrado que más de 75 países se presenten a negociar”, declaró Bessent.

“Le costó mucho coraje mantener el rumbo hasta este momento. Y lo que hemos conseguido aquí es que no tomen represalias y serán recompensados. Así que, a todos los países del mundo que quieran venir a negociar, estamos dispuestos a escucharlos”, agregó el funcionario.

El círculo íntimo de Trump había discutido una pausa de 90 días en la guerra comercial, medida que el director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett, insinuó como una posibilidad durante una aparición en Fox News. Sin embargo, no estaba del todo decidido hasta la tarde de este miércoles, cuando la escalada de aranceles de China y la continua turbulencia del mercado llevaron al presidente y a su equipo a cambiar de rumbo, según informó al portal estadounidense Politico una fuente cercana a la Casa Blanca bajo condición de anonimato.