Esta mañana fueron los últimos ritos públicos antes del inicio oficial del cónclave que deberá elegir al 267° pontífice de la iglesia católica romana. A las 11.30 de Uruguay, 16.30 en el Vaticano, los cardenales electores ingresaron a la Capilla Sixtina, donde tendrán lugar las ceremonias previstas: el canto del Veni Creator Spiritus, invocación al Espíritu Santo, y el solemne juramento colectivo e individual de los purpurados.

Finalizado este momento, será monseñor Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, quien pronuncie la ya célebre fórmula “Extra Omnes” (“todos fuera”), que marca la salida de toda persona ajena al cónclave. Este momento decisivo, previsto entre las 12.30 y las 13.00, dará paso al cierre de las puertas de la Sixtina, que estará a cargo del cardenal George Jacob Koovakad, de 51 años, originario de India.

Desde ese instante se impondrá el silencio absoluto: cualquier contacto con el mundo exterior quedará interrumpido. A continuación, los cardenales escucharán una meditación a cargo del predicador de la casa pontificia, el padre Raniero Cantalamessa, quien luego abandonará la capilla junto con el maestro de ceremonias. Acto seguido, se planteará la posibilidad de realizar una primera votación: la primera fumata podría producirse no antes de las 14.00-14.30.

Los 133 cardenales electores se alojan en la Casa Santa Marta, la residencia vaticana que también fue hogar del papa Francisco durante sus 12 años de pontificado. La habitación 201, ocupada por Bergoglio, ha sido sellada y permanecerá cerrada hasta que se proclame a su sucesor. Dada la capacidad limitada del edificio –unas 120 habitaciones–, algunos purpurados han sido alojados en el edificio contiguo, conocido como “Santa Marta vieja”.

Entretanto, a partir de las 10.00 de este miércoles, todas las transmisiones de señal de telefonía móvil han sido desactivadas dentro del territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano, según informó la Oficina de Presidencia del Gobernatorato, con el objetivo de evitar cualquier filtración de información. El servicio se restablecerá únicamente tras el anuncio oficial del nuevo papa.

Esta mañana, más de 5.000 personas se congregaron en la Basílica de San Pedro para participar en la misa pro eligendo Romano Pontifice, el último acto público del Colegio Cardenalicio antes del inicio del cónclave. La homilía fue pronunciada por el cardenal Giovanni Battista Re, decano saliente del colegio, quien en un pasaje clave afirmó: “Estamos aquí para invocar el auxilio del Espíritu Santo... para que sea elegido el papa que la iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo”.

Sus palabras fueron leídas como una clara orientación sobre el perfil del futuro pontífice: un líder capaz de despertar las conciencias, salvaguardar los valores fundamentales de la convivencia humana y fortalecer la unidad de la iglesia católica, un mensaje que refleja el espíritu de las 12 congregaciones generales que prepararon el terreno para este cónclave.

Durante el intercambio de la paz, el cardenal Re se dirigió a Pietro Parolin con un afectuoso “auguri doppi” (“doble felicitación”), acompañado de un cálido abrazo. Un gesto significativo, teniendo en cuenta que Parolin –ya secretario de Estado del Vaticano– es considerado por muchos como el gran favorito.

Le siguen en las previsiones el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, y el cardenal filipino Luis Antonio Tagle. Sin embargo, el refrán romano “quien entra papa en el cónclave sale cardenal” sugiere actuar con mucha prudencia y que, a pesar de las expectativas y los favoritos, el resultado del cónclave puede ser inesperado.

El mundo aguarda ahora con expectativa. La emblemática fumata blanca podría llegar en cuestión de horas o tardar varios días. El futuro de la iglesia está en manos de los cardenales reunidos bajo los frescos de Miguel Ángel.