“La paz esté con todos vosotros”. Con estas palabras, pronunciadas con voz firme y conmovida, el cardenal Robert Francis Prevost abrió su primer discurso como papa, asomándose desde la Logia central de la Basílica de San Pedro con el nombre de León XIV, nuevo pontífice de la iglesia católica universal.

El anuncio, recibido con una ovación de la multitud reunida en la plaza, marcó el final de un cónclave breve pero cargado de expectativas y reflexiones sobre el futuro de la iglesia en un contexto global inestable.

El primer mensaje del papa León XIV giró en torno al tema de la paz, que definió como “desarmada, desarmante, humilde y perseverante”. Un discurso breve pero intenso, repleto de referencias a su predecesor Francisco, con énfasis en palabras clave como diálogo, sinodalidad y esperanza. Luego eligió dirigirse en español a la diócesis de Chiclayo, donde fue obispo: “Si me lo permiten, quiero enviar un saludo a todos y, de manera especial, a mi amada diócesis de Chiclayo en Perú, donde un pueblo fiel acompañó a su obispo, compartió su fe y dio tanto para seguir siendo una iglesia fiel a Jesucristo”.

Como gesto simbólico inicial, otorgó la indulgencia plenaria. La elección del nombre León XIV evoca explícitamente a León XIII, autor de la Rerum Novarum, la encíclica de 1891 que sentó las bases de la doctrina social moderna de la iglesia. Un homenaje no sólo a una figura histórica, sino a una visión comprometida de la fe frente a los desafíos del mundo contemporáneo.

Descripto como “el menos estadounidense de los cardenales estadounidenses”, Prevost era uno de los candidatos más comentados antes del cónclave. Nacido en Chicago en 1955 en una familia con un fuerte background migratorio de raíces italianas, españolas y francesas, ingresó al seminario a los 14 años. Tras su ordenación, pasó una década en Perú, dedicado a la formación en seminarios y al trabajo pastoral con comunidades locales.

En 1999 fue elegido prior provincial de los agustinos en Estados Unidos y luego prior general del orden por dos mandatos consecutivos hasta 2013. Su vínculo con Perú se reforzó cuando el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de Chiclayo en 2014 y obispo en 2015, en un contexto político y social complicado.

En enero de 2023 Francisco le confió la dirección del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más delicados de la Curia Romana. En pocos meses Prevost se convirtió en una figura clave en los mecanismos de decisión del Vaticano, aunque siempre mantuvo un perfil discreto. Fue creado cardenal en el consistorio del 30 de setiembre de ese mismo año.

Cercano a la sensibilidad eclesial de Francisco, Prevost apoyó ciertas aperturas del pontificado, como la integración de divorciados vueltos a casar en la vida sacramental. En cambio, ha sido más reservado en cuanto a las bendiciones a parejas homosexuales y se limitó a comentarios prudentes sobre el documento Fiducia Supplicans.

No obstante, su trayectoria no está exenta de controversias. Durante su etapa como superior provincial en Estados Unidos, a principios de los 2000, un sacerdote condenado por abusos continuó trabajando cerca de una escuela, aunque los defensores de Prevost aseguran que él no fue directamente responsable.

Más graves son los casos en la diócesis de Chiclayo: en 2022, dos sacerdotes fueron acusados de abusar de tres menores, lo que provocó fuertes críticas por la tardanza en las respuestas y la escasa comunicación. En 2025 se pagó una indemnización de 150.000 dólares a las víctimas, lo que avivó las sospechas y el debate interno en la iglesia.

Sin embargo, su identidad híbrida –norteamericana de nacimiento, latinoamericana por experiencia, europea por raíces familiares– lo ha convertido en una figura de síntesis, capaz de concitar consenso transversal entre los cardenales. Más oyente que protagonista, más diplomático que reformista radical, León XIV quiere presentarse como un papa de continuidad y quizá de reconciliación. Sin embargo, su desafío es complejo: guiar a la iglesia en una época de divisiones internas, retos culturales globales y crisis de credibilidad. La paz, evocada en su saludo inicial al mundo, será el verdadero desafío de su pontificado.

Es el primer papa de la orden de san Agustín y el segundo proveniente del continente americano. En la cuarta votación, fue el candidato que logró reunir 89 votos, los dos tercios necesarios para salir elegido.

A las 18.07, de la chimenea instalada sobre la Capilla Sixtina salió el característico humo blanco, señal inequívoca de que el cónclave había elegido un nuevo papa. Inmediatamente después, las campanas de la basílica de San Pedro comenzaron a repicar con fuerza, mientras una ovación espontánea estallaba entre la multitud reunida en la plaza de San Pedro, abarrotada de fieles y curiosos llegados de todo el mundo.

La corta duración del cónclave fue señal de que hubo un consenso relativamente rápido entre los cardenales electores. Luego, el elegido aceptó formalmente su designación como obispo de Roma, y fue conducido a la llamada “Sala de las Lágrimas”, un pequeño espacio contiguo a la Capilla Sixtina donde se vistió con los paramentos papales para, finalmente, salir al balcón central de la basílica —la famosa loggia— donde el cardenal protodiácono pronunció el histórico anuncio: habemus papam.

Las primeras reacciones

Mientras tanto, la política internacional ha reaccionado. En Estados Unidos, Donald Trump celebró la elección y expresó su deseo de encontrarse pronto con León XIV. La Unión Europea, por medio de António Costa y Ursula von der Leyen, mostró su confianza en el papel del nuevo papa como promotor de la paz y los valores comunes. Líderes europeos como Pedro Sánchez (España), Emmanuel Macron (Francia), Friedrich Merz (Alemania) y Viktor Orbán (Hungría) saludaron el nuevo pontificado como fuente de esperanza, diálogo y defensa de los derechos humanos.

El presidente colombiano Gustavo Petro destacó el vínculo de León XIV con América Latina y pidió su apoyo a los migrantes. También el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, elogió el mensaje de paz y pidió respaldo espiritual en un momento crucial para su país.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, mediante un comunicado emitido este jueves, hizo llegar “las más cálidas y sinceras felicitaciones al nuevo pontífice de la Iglesia Catolica, el papa León XIV, por su designación”, y el deseo y augurio “que pueda ejercer una labor que contribuya con la paz mundial y el ejemplo, divulgando buena voluntad, esperanza, solidaridad, generosidad y justicia social para con los más necesitados”. “Que la Iglesia Católica cuente por segunda vez con un pontífice nacido y que haya servido en nuestro continente, es un hecho histórico para las Américas”, concluye el texto de la Cancillería.