Los primeros días de mayo visitó Argentina el comandante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, acompañado por Abigail Dressel, encargada de negocios y actual responsable de la sede diplomática estadounidense en Argentina, y del mayor general Julian Cheater, director de Estrategia, Políticas y Planes del Comando Sur. La visita estuvo precedida por la del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, vital para la concreción del préstamo por 20.000 millones de dólares para el plan de estabilización del gobierno argentino.

El militar se reunió casi una hora con el presidente Javier Milei y viajó a la ciudad de Ushuaia para inspeccionar que China no esté instalando en Tierra del Fuego la Base Naval Integrada, tal como su antecesora, la general Laura Richardson, había informado a sus superiores.

El punto central de la agenda de Hosley es la seguridad regional y la protección de rutas marítimas estratégicas. Tan es así que en la Base Naval Integrada en Ushuaia se interiorizó sobre las misiones argentinas en la protección de rutas marítimas estratégicas para el comercio global. Esta base, cuya construcción comenzó en 2022, busca fortalecer la presencia argentina en el Atlántico Sur y facilitar la conexión logística con la Antártida mediante infraestructura portuaria y de abastecimiento. La embajada publicó posteriormente que “Estados Unidos está comprometido a profundizar nuestra larga asociación en defensa con Argentina y a trabajar juntos para fortalecer la seguridad regional”.

Luego del encuentro también se informó que estuvieron en agenda el “fortalecimiento de la colaboración en defensa” y “el apoyo de Estados Unidos a los esfuerzos para fortalecer y modernizar las capacidades en defensa de Argentina”. Es sobre esa base que, en marzo pasado, se habilitó la operación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército norteamericano en la Hidrovía Paraná-Paraguay. Es también sobre esa premisa que el gobierno estadounidense autorizó la venta de aviones de combate F-16.

Los planes del gobierno argentino para las Fuerzas Armadas

En su declaración oficial ante el Senado de Estados Unidos en febrero pasado, Hosley enfatizó la intención de asistir a sus aliados latinoamericanos mediante programas como el Financiamiento Militar Extranjero, las Ventas Militares al Extranjero y los Artículos de Defensa en Exceso, explayándose contra la influencia china en Argentina y haciendo énfasis en las reservas de litio del país. Hosley profundizó en los conceptos que vertiera Richardson, quien repetidas veces insistió en la necesidad de controlar la hidrovía para negarle el acceso a China, así como en la necesidad de tomar medidas con la estación china en el sur argentino. También es motivo de gran preocupación que, en caso de conflicto, China pudiese utilizar las rutas marítimas para abastecimiento o comercio, más allá de que exista o no una base naval y de comunicaciones, como se dijo en un primer momento. El comandante subrayó el aumento de la influencia estadounidense con la adquisición de los aviones F-16 gracias a la “aprobación de un paquete de sostenimiento de 941 millones de dólares por parte de Estados Unidos” que “fue esencial para evitar que China se arraigue aún más en el aparato militar de un socio clave”.

Como ratificación de lo anterior, el gobierno de Milei expresó que, junto con la ayuda económica, busca “profundizar la alianza con la administración Trump en términos militares y de inteligencia”. En esa dirección, se propone realizar un convenio de ayuda técnica e intercambio de información con Estados Unidos para que los ingenieros de su armada puedan trabajar en la planificación y construcción de la base en Ushuaia.

El gobierno de Milei decidió dar un paso adelante en su política, alineándose totalmente con los gobiernos de Estados Unidos e Israel, y darle un sesgo más político.

En la misma línea, y como parte de su política global, el gobierno argentino anunció que volverá a insistir en la posibilidad de integrarse como socio global de la Organización del Tratado Atlántico del Norte (OTAN), condición hasta ahora sólo otorgada a Colombia. En ese sentido, se informó que “el 25 de setiembre se llevó a cabo la primera ronda de aprobación de los miembros de la OTAN sobre el programa y la incorporación de Argentina como socio global”. Además, con el objetivo de mejorar la capacidad de las Fuerzas Armadas, se prevén programas de capacitación, intercambio de información e inteligencia, y, por supuesto, la participación en ejercicios conjuntos.

En un informe elaborado por el Ministerio de Defensa y presentado por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ante la Cámara de Diputados, se destacan la incorporación de los aviones militares F-16 y varios vehículos militares. El gobierno ya firmó una carta de intención con el astillero francés Naval Group para la adquisición de submarinos clase Scorpène y con el Thyssen Krupp Marine Systems para los submarinos del tipo 209NG, que Argentina ya utilizó hace años y que fueron adquiridos por la última dictadura militar.

Las alianzas políticas

Carlos Saúl Menem, a quien Milei definió como el más grande presidente de Argentina, definió en su época las relaciones con Estados Unidos como “carnales”, resaltando así su alineamiento incondicional con el gobierno del norte. El gobierno de Milei decidió dar un paso adelante en su política, alineándose totalmente con los gobiernos de Estados Unidos e Israel, y darle un sesgo más político. Ya no se trata sólo de los gobiernos, sino también de la ideología que los une. Milei, quien se siente un elegido “por las fuerzas del cielo”, está pensando en conformar una alianza de los gobiernos de derechas, y no sólo en América Latina, sino también con las fuerzas de la nueva derecha en Europa, apoyándose, claro está, en el gobierno de Trump. Es así que desde la Casa Rosada se informa que se está trabajando también en el acta de conformación de una liga de naciones conservadoras, que busca integrar con Estados Unidos, Italia, Israel, Hungría y Ecuador, y apuntar a encabezar la oposición a la Agenda 2030 y a las políticas sociales, económicas y de diversidad de la Organización de las Naciones Unidas.

Los grandes financistas de la política argentina, que en un primer momento apostaron por Sergio Massa, percibieron al poco tiempo el hartazgo generalizado y la posibilidad de que, al fragmentarse el frente opositor, pudiera triunfar quien se presentaba como la antipolítica, y se volcaron a esa opción. Así, Milei, que es parte de la casta y fue financiado por ella, se presentó como su opuesto a los ojos de la gente. Las nuevas técnicas de hacer política, las redes sociales y el asesoramiento hicieron el resto.

Milei no esconde su inspiración en los antecesores que ensayaron el modelo económico que aplica, el llamado neoliberal, de apertura económica y financiera indiscriminada. Pero no sólo quiere aplicar una línea económica; también aspira a reformular el balance de poder en Argentina, como los otros movimientos de derecha del continente, estén o no en el gobierno. De forma que no es solamente su continuación, sino que se presenta como la superación, adaptada a las condiciones actuales. Por eso, la propuesta económica viene de la mano con otras tres: más seguridad interna, y una política exterior y de defensa coherente con lo anterior.

En estos tiempos agitados, Washington comprende la importancia de América Latina y la necesidad de aliados seguros, y considera a Argentina el aliado estratégico más importante de la región en su contienda global con China. Es necesario comprender que, si bien hay continuidad, esto es algo más que la repetición de políticas anteriores. No sólo se trata de mantener el statu quo, sino de impulsar uno nuevo.

Jorge Jouroff es experto en seguridad y defensa.