La violencia generalizada en el estado de Sinaloa, situado en el noroeste del país, fue y sigue siendo una de las principales preocupaciones del gobierno mexicano que preside Claudia Sheinbaum.
El lunes, en la habitual conferencia de prensa que da cada mañana en el Palacio Nacional, la mandataria destacó que desde que comenzó su administración los delitos, particularmente los asesinatos, disminuyeron en todo el país, aunque reconoció que aumentaron durante los últimos meses en Sinaloa.
La razón del incremento de los asesinatos y otros delitos en esta zona del país es la guerra abierta declarada dentro del Cartel de Sinaloa, una de las organizaciones delictivas transnacionales más importantes.
La disputa que se da entre las dos principales facciones se desató por la detención el año pasado de Ismael el Mayo Zambada, quien había quedado como única cabeza de la organización narco luego de la captura y extradición de Joaquín Chapo Guzmán a Estados Unidos en 2017.
Aunque los detalles del arresto de Zambada no son del todo conocidos, la versión más aceptada es que uno de los hijos de Guzmán lo engañó y lo entregó a las autoridades estadounidenses como parte de una amplia negociación para lograr beneficios judiciales, informó la BBC.
A partir de ahí, los hijos de Guzmán que están en libertad y los de Zambada comenzaron una disputa entre dos grupos denominados Los Chapitos y Los Mayitos.
El diario en español La Opinión de la ciudad estadounidense de Los Ángeles informó que, desde que estas dos facciones criminales se declararon la guerra, es habitual que aparezcan cadáveres dispersos por la ciudad de Culiacán, la capital de Sinaloa, los negocios y las escuelas deban cerrar sus puertas con frecuencia durante las oleadas de violencia y se vea a personas enmascaradas en motos patrullando las principales avenidas de la ciudad.
A pesar de que se realizaron importantes operativos a cargo de fuerzas federales y detenciones y allanamientos, en los que se encontraron armas de grueso calibre, vehículos blindados y laboratorios ilícitos de procesamiento de drogas, la violencia persiste, lo que evidencia una crisis que no cesa.
Según cifras oficiales, desde que comenzó esta pelea sangrienta entre las facciones de la organización dedicada al narcotráfico, en setiembre del año pasado, se produjeron más de 1.400 asesinatos, 534 personas están desaparecidas y se registraron 1.154 asaltos a comercios, lo que en su conjunto degradó enormemente el nivel de vida en el estado, cuya economía se desplomó.
Para contrarrestar esta situación, el gobierno de Sheinbaum envió a Sinaloa más de 10.000 militares e integrantes de la Guardia Nacional. Además, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, está realizando visitas frecuentes al estado intentando colaborar con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, que, al igual que la mandataria, es integrante del izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional. Pero la violencia no cesa, y el domingo, en uno de los últimos episodios vinculados a esta disputa, 20 cadáveres fueron hallados en una carretera que conduce hacia Culiacán. De acuerdo a lo que informó el diario La Jornada, a cuatro de las víctimas las decapitaron y las colgaron de los pies de un puente peatonal y el resto de los asesinados estaban dentro de una camioneta, y uno de ellos también estaba sin cabeza.
En el lugar las fuerzas de seguridad encontraron una lona que tenía un mensaje dirigido a Iván Archivaldo Guzmán, uno de los hijos del Chapo, quien es el presunto líder del grupo criminal Los Chapitos. Según lo escrito, los responsables de este hecho habrían sido miembros de la facción que controla Ismael Zambada, alias Mayito Flaco e hijo del Mayo Zambada.
Feliciano Castro, portavoz del gobierno de Sinaloa, condenó los asesinatos e indicó que las autoridades necesitaban examinar su estrategia para enfrentar al crimen organizado ante la “magnitud” de la violencia observada.