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      No me llamo, me llaman
El nombre es propio de cada persona, pero escogido y significado por otros. Su carga social acompañará toda la vida a quien lo porte, afectará la construcción de su identidad y el relacionamiento con los demás. Adjudicar un nombre es un deber de los padres y tenerlo, un derecho del niño; la simple disconformidad de una persona no habilita ningún tipo de cambio. En una palabra se cruzan el origen y la historia de una persona con los límites legales y las imposiciones sociales; en general conviven en paz, pero en algunos casos el conflicto es inevitable.