La votación del proyecto de ley sobre eutanasia unificado por el Partido Colorado (PC) y el Frente Amplio (FA) estaba pautada para las 14.00 en el plenario de la Cámara de Diputados, pero se extendió durante la tarde y continuó en la noche. A última hora del miércoles, los promotores de la iniciativa manejaban que el proyecto contaría con los votos necesarios para ser aprobado.

Lo que se anticipaba previo a la votación, según los diputados de las diferentes bancadas, era que en el FA y el PC la mayoría votaría a favor de la iniciativa y, por el contrario, en el PN la mayoría votaría de forma negativa. En filas coloradas, los diputados Martín Melazzi y Jorge Alvear adelantaron en sus intervenciones que no apoyarían el proyecto. En tanto, en la tarde algunos diputados del PN, como Diego Echeverría, Álvaro Viviano, Mario Colman y Gonzalo Mujica, habían adelantado que darían su apoyo en la votación en general del proyecto.

Apenas comenzó la sesión, pasadas las 14.00, el PN pidió un cuarto intermedio de aproximadamente 45 minutos. La instancia fue solicitada por la bancada para, de ser posible, llegar a un acuerdo y exponer las dudas que aún existen sobre el proyecto de ley, sobre todo, en cuanto a conceptos puntuales como “enfermedad terminal”.

Finalizado el primer cuarto intermedio, la bancada solicitó otro y al salir de la reunión el diputado nacionalista Rodrigo Goñi declaró a la prensa que las dos instancias de diálogo eran producto de que previo a la votación “los legisladores comienzan a darse cuenta de aberraciones del proyecto”, por lo que en adelante iba a “correr mucha agua bajo el puente” y que el tema “no se agota hoy”.

Goñi considera que “hay aspectos del proyecto que son absolutamente inadmisibles” incluso para los que están a favor de la eutanasia ya que, desde su perspectiva, el proyecto de ley no establece “ninguna garantía previa”, como la conformación de “comités de garantía” que podrían integrar psiquiatras, psicólogos y asistentes sociales.

Luego de los dos cuartos intermedios de aproximadamente 40 minutos cada uno, las bancadas de todos los partidos ingresaron al plenario y las barras se empezaron a ocupar.

A modo de repaso, la diputada del PC Nibia Reisch leyó el informe en mayoría elaborado por quienes votaron a favor del proyecto en la comisión de salud. Luego fue el turno del diputado nacionalista Alfredo de Mattos, quien, debido a la extensión del documento, prefirió no leer el informe en minoría pero sí exponer las razones fundamentales de la oposición. Entre varios otros reclamos, el nacionalista recordó que si bien hubo varios días para discutir el proyecto luego de ser votado en la comisión, “no [se pudo] reunir la bancada del partido” para dialogar en profundidad sobre el tema “porque los diputados estaban en la Rendición” de Cuentas. Agregó que la bancada nacionalista “necesita” leer el documento; “estamos hasta último momento leyendo”, acotó.

Los últimos ajustes

Sobre las 16.30 la bancada del FA pidió un nuevo cuarto intermedio de una hora, que se extendió durante aproximadamente una hora y media. Las barras se fueron ocupando cada vez más mientras los legisladores discutían en sus respectivas bancadas.

Cuando las bancadas se reintegraron al pleno el diputado Eduardo Lust, de Cabildo Abierto (CA), único partido unánimemente en contra del proyecto, solicitó levantar la sesión y continuar discutiendo el tema cuando se repartiera el texto con el proyecto terminado. La moción obtuvo el apoyo de la minoría y no fue aprobada, por lo tanto, se continuó con la sesión.

Cristina Lustemberg, diputada por el FA e integrante de la Comisión de Salud de Diputados, expuso que el proyecto que intenta legalizar la eutanasia se ha diseñado a partir de un estudio de la legislación nacional y extranjera, “escuchando a todos y todas”, entre ellos, a técnicos especializados y a la sociedad civil en sus distintas concepciones. “No ha sido un camino fácil”, reconoció la diputada. Agregó que es “un tema que atraviesa a todos”, desde “partidos políticos, clases sociales, concepciones filosóficas, religiosas y éticas”.

“La muerte digna supone el derecho de morir sin sufrimiento, a decidir sobre su propia esfera individual, en los casos en los que la ciencia nada más puede hacer”, consideró y luego expresó: “Nadie puede ingresar al fuero íntimo del enfermo e intentar siquiera cuestionar o calificar el tipo de padecimiento” que experimenta una persona, y que “la nota” de un dolor insoportable “solamente puede darla la propia persona, en su subjetivismo, teñido de todos los aspectos que conforman [entre otras cosas] su personalidad”.

Luego fue el turno de la cabildante Silvana Pérez Bonavita, también integrante de la Comisión de Salud de Diputados, quien sostuvo que el proyecto le otorga al Estado “una licencia para matar”, aunque “mejor dicho, lo obliga”.

Insistió con que era “imperativo” antes de que avance el debate y la votación sobre eutanasia que se tratara en el Senado el proyecto que asegura la universalidad de los cuidados paliativos, porque “da respuesta a una gran inequidad existente en nuestro país”. “Se les va a ofrecer a las personas sufrir o que las maten”, destacó Pérez Bonavita. Acotó que los legisladores “no han sido capaces de pensar que primero que nada la oferta debía ser el alivio”. “La eutanasia mata, es así de simple la diferencia, y tan abismal”, concluyó.

Por su parte, Goñi, en su exposición, reiteró que el proyecto coloca “en una encrucijada” de la mayor trascendencia política, ética, moral y social, porque se trata “nada más y nada menos que sobre la vida”, y da “la posibilidad de que el Estado les quite la protección a los enfermos más vulnerables”.

El diputado opinó que el proyecto sobre eutanasia hace que sea “el remedio peor que la enfermedad”, por varias razones. Primero, “porque no alivia”, y además ofrece “una solución que el enfermo no quiere”, porque en principio dice “quiero la muerte”, pero porque no soporta el sufrimiento”.

Posteriormente expuso Ope Pasquet, uno de los diputados impulsores del proyecto, quien al finalizar su intervención recibió el aplauso de los presentes en las barras. Pasquet sostuvo que trabajó en la iniciativa pensando en “la gente que está sufriendo, que sabe que su mal no tiene cura”, casos en los que “los médicos les dicen que ya no hay más nada que hacer o que no habrá nada más que hacer cuando el desenlace llegue”, y que frente a saber lo que les espera “dicen querer decidir libremente, racionalmente, terminar antes”.

Según el diputado, “todos conocemos casos” de suicidios, aunque “otros no tienen la fuerza para hacerlo”, por ejemplo, “el que está postrado en una cama no puede quitarse la vida aunque quiera hacerlo; el que está en la fase final de la ELA y pierde el control de sus músculos no puede quitarse la vida aunque quiera hacerlo. Otros temen intentarlo y fallar y quedar peor que como estaban antes. Otros no quieren ejercer violencia sobre ellos mismos”. Por casos como estos o similares, consideró que se necesita “ayuda médica para morir de manera indolora, apacible y digna, como corresponde a la dignidad humana”, porque esa es “gente [a la que] hoy no le estamos dando soluciones, le estamos diciendo que quien ayuda comete delito”, aunque se trate de uno por el que “nadie va preso”.

Consideró que “nuestra sociedad se conforma hipócritamente con esa situación” en la que “la ley dice una cosa y la realidad va por otro lado”. Para el diputado, “la sociedad está tranquila porque la ley dice que es delito y todos miramos para el costado cuando el delito se comete y no queremos verlo”. Luego se preguntó si lo correcto es “dejar esto así” o buscar que con la ley “se respete la dignidad de todos y el derecho de las personas a disponer sobre su propia vida”.

Sobre el final de su exposición de motivos remarcó que “sin libertad, no hay dignidad”, y rechazó que “en nombre de la dignidad humana se les rechace el derecho a las personas”. “No acepto que vengan jueces ni médicos a decirle cuándo tiene que vivir y cuándo tiene que morir, ni la propia familia puede hacerlo”. Pasquet señaló que “nadie tiene derecho de imponerle a otro que se quede entre los vivos. Nadie tiene derecho a decirle: ‘Seguí sufriendo porque yo necesito que vos sigas viviendo’. Nadie tiene derecho. Respetemos el derecho de cada uno, que es en definitiva de lo que se trata. Vivir es un derecho, no una obligación. Nadie está obligado a vivir hasta sufrir hasta el último momento [...]. Que cada cual pueda opinar y decidir sobre su propia vida, eso es lo que estamos defendiendo: el derecho de cada uno de disponer sobre su vida”.