A 40 años de la clausura de la revista La Plaza por la dictadura cívico-militar, este jueves se presentó formalmente la fundación La Plaza. El evento tuvo lugar en la bodega Spinoglio, en las afueras de Montevideo, y contó con la participación del presidente, Luis Lacalle Pou, y del intendente de Canelones, Yamandú Orsi, entre otras autoridades políticas.
Como presidente de la fundación, Marcos Carámbula, exintendente de Canelones, recordó que La Plaza fue una publicación que “nació en plena dictadura” y que reunió en sus páginas a “blancos y colorados, batllistas y masones, religiosos, comunistas y socialistas”, así como a “gente de la cultura y la ciencia, la historia y la economía”. Al momento de su clausura, en 1982, tenía un tiraje de 25.000 ejemplares. Su última tapa: “¡Viva la cultura!”.
Carámbula dijo que la invitación de la fundación es a “trabajar juntos por encontrar una ética compartida que respete los derechos básicos de nuestra condición humana”. “Por el bien común y por un Uruguay de excelencia”, resumió. Durante el próximo año, la fundación tendrá como objetivo la elaboración de un documento para todos los candidatos presidenciales en las elecciones nacionales de 2024 con propuestas sobre el ambiente, la vulnerabilidad social, la ciencia y “una cultura de paz”.
“El mandato ético es máximo”
Con esos cuatro puntos, cuatro referentes participaron del primer evento de la fundación, titulado “El Uruguay que viene”. Jacqueline Ponzo, magíster en Epidemiología y especialista en medicina familiar y comunitaria, inició su exposición describiendo una situación de “la vida real”, aunque con “nombres ficticios”. “Fernanda y Marcos son una pareja, ella tiene 30 y él tiene 25. Tienen tres hijos. Viven en el predio de la familia de ella, en una casa precaria. En una precariedad que no han podido resolver en los siete años que llevan juntos. El trabajo es inestable, se turnan para hacer changas. Y él tiene un consumo problemático de sustancias que hace muy difícil la continuidad de la familia”.
Ponzo sostuvo que “estas situaciones de vulnerabilidad social existen, se reproducen y están creciendo en nuestro país”. Apuntó que en Uruguay 70% de las personas pobres tienen menos de 30 años. “Vivimos en un país con recursos suficientes para que todas las personas vivan adecuadamente. El mandato ético es máximo”, afirmó.
La periodista Blanca Rodríguez habló sobre la cultura de paz. A su juicio, Uruguay “es un país profundamente pacífico, de gente solidaria, tolerante y con empatía por las personas que viven dificultades”. Sin embargo, aseguró que “hay algunas alarmas” que exigen “pensar y trabajar” en el tema desde una perspectiva de “no conformismo” y con una actitud “más proactiva”.
“Me toca estar casi a diario en contacto directo con situaciones de violencia, informándolas, y muchas veces me pregunto por qué se produjo una reacción tan violenta”, expresó. A su entender, la respuesta está unida a “valores” que “sostienen la cultura de paz” y que no siempre están presentes en “las vidas de estas personas”. A modo de solución, “como en todos los ámbitos de la vida”, la clave es la educación. “La educación es el ámbito ideal para trabajar estos valores y construir una cultura de paz. Esto no se plantea en una sola asignatura. Se plantea en la vida cotidiana del centro educativo”, manifestó.
Ciencia y ambiente
A su turno, Rafael Radi, doctor en Medicina y en Ciencias Biológicas y excoordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), reclamó una política de Estado que, en materia de apoyo a la investigación científica, “supere lo retórico”.
“En el siglo del conocimiento, a nivel global existe una demanda por talento, por capacidades científicas y tecnológicas altamente desarrolladas. Uruguay no está ajeno a esto. Los países pequeños, con sociedades educadas e integradas, tienen una oportunidad única e histórica de construir desarrollo socioeconómico basado en conocimiento científico-tecnológico”, aseguró, aunque apuntó que mientras que en los países desarrollados hay 13 científicos por cada 1.000 habitantes económicamente activos, en Uruguay hay sólo 1,3, es decir, la décima parte.
Radi mencionó que “los procesos de acumulación científica hay que mirarlos como procesos que exceden totalmente los períodos de gobierno”, dado que en algunos casos “llevan incluso hasta 50 años”. El excoordinador del GACH celebró el lanzamiento de la fundación La Plaza como “un espacio de diálogo con una mirada suprapartidaria”.
Por último, Marcelo Caffera, doctor en Economía de los Recursos Naturales, afirmó que actualmente “tenemos un problema” desde el punto de vista ambiental. Si bien “no estamos en el peor de los mundos”, tampoco “estamos en el mejor”, sobre todo, porque “no estamos en el equilibrio en el cual queremos estar”.
Aseguró que para mejorar es necesario fortalecer herramientas de educación e información, así como también implementar “incentivos económicos” y “normas prescriptivas”. A modo de ejemplo, señaló que cuando en Salto un supermercado resolvió por “iniciativa voluntaria” cobrar las bolsas plásticas, “logró bajar en promedio 90.000 bolsas por sucursal de un mes para el otro”.
“Necesitamos internalizar más el ambiente en la política económica”, sostuvo Caffera, quien asesora en economía ambiental a la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche. En tal sentido, adelantó: “La semana que viene le voy a presentar a la ministra una hoja de ruta que contiene una serie de planteos, entre ellos, una planificación fiscal para la transición hacia una economía baja en carbono”.