Este jueves en el Paraninfo de la Universidad de la República el expresidente José Mujica recibió un reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por su contribución al proceso de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado colombiano, donde actuó como mediador entre la guerrilla y el gobierno por entonces encabezado por Juan Manuel Santos, que culminó en la firma del tratado de paz el 26 de setiembre de 2016.

“No hicimos otra cosa que lo que teníamos que hacer, porque me siento parte de Colombia, porque es nuestra América, porque pertenecemos a nuestros países, pero tenemos pendiente la tarea histórica de una patria común”, comenzó el expresidente, y reflexionó que aunque “cueste saltar un siglo” de “afirmación nacional”, es necesario que “las juventudes” tengan “derecho a soñar y a vivir” y para eso “tendrán que estar amparadas por acuerdos continentales, o quedaremos en el montón de los irrelevantes”.

En su momento, dijo Mujica, entendió “que la lucha por la paz era lo más revolucionario que se podía plantear en Colombia”, y que en ese país “la guerra puede ser interminable, y la guerra como futuro no puede ser proyecto de vida de nadie”. Así, contó sus diálogos con Santos y con la dirección de las FARC, “porque cuando somos jóvenes construimos entuertos y cuando somos viejos deshacemos entuertos”.

“Valía la pena, hicimos lo que pudimos; le agradecemos a las Naciones Unidas, últimamente nos han dado muchas placas de estas”, expresó, aunque lamentó tener “unas Naciones Unidas que hemos debilitado tanto”, cuando a su entender “más que nunca” se necesita “un gobierno mundial para algunos acuerdos, porque han aparecido una cantidad de problemas que necesitan decisiones mundiales, y me doy cuenta de que la política internacional no es una política para el mundo, es la proyección de los intereses internos de los grandes países, de grandes intereses, pero todavía no hay una política para el mundo”. Para Mujica, “hemos creado una civilización que no tiene conducción, es global pero no tiene conducción política”.

De todas formas, indicó que “a pesar de las limitaciones que tiene Naciones Unidas, no es su culpa, es la debilidad política de nuestra humanidad”, puesto que “sabemos lo que hay que hacer pero no tenemos la fortaleza política para hacerlo y estamos necesitando decisiones que cubran toda la Tierra, pero es imposible, y estamos en un continente venturosamente trágico”.

Así, retomó la idea de la unidad continental recordando que en América Latina vive “6 o 7%” de la población mundial, pero se tuvo “30% de los muertos de covid porque nuestros estados fueron tan infantiles que no pudieron coordinar una política común” para enfrentar la pandemia.

“Tenemos cuatro o cinco países que pueden construir vacunas, pero llegamos tarde, mal y cada uno cortado por su lado”, y como consecuencia “murió demasiada gente que se podría haber salvado”.

Para el exmandatario “este es el reflejo dramático de nuestra falta de unidad, que se expresa en muchas cosas, y no nos queremos dar cuenta de que tenemos que manifestarnos como continente para que el mundo nos escuche, para hacernos escuchar, y que tenemos que juntar nuestras voces y tenemos que acordar”.

“Para que te escuchen en este mundo tenés que ser fuerte, y para ser fuertes los débiles se tienen que juntar alrededor de sus intereses comunes para poderlos defender”, aseguró, e insistió: “No me tienen que agradecer nada por Colombia, lástima que llegamos tan tarde, que no pudimos, pero era una tarea pendiente”.

“Ningún cambio de realidad material está asegurado, y al final no hay un cambio cultural y lo que hay que desterrar de Colombia es la salida del camino corto por la vía de la violencia, que termina siendo el camino más largo hacia el desastre, esa lógica de que metieron 50 años de conflicto hay que desmontarla, y esa es la tarea más dura culturalmente que queda por delante”, sentenció.