En la tarde del martes, Acción Sindical Uruguaya (ASU) realizó un evento en su sede para celebrar el aniversario número 40 de la creación del Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), que se concretará el próximo 1° de mayo. Bajo el título “40 años del PIT, de la resistencia a la democracia”, la instancia comenzó con la oratoria de Teresita Capurro, presidenta de ASU, que explicó que a la directiva del sindicato le pareció que era necesario “mirar un poco hacia atrás para agradecerles a los compañeros, que junto a estudiantes, llevaron adelante una lucha para que hoy, [aun] con problemas, tengamos este país”.

Uno de los encargados de hacer memoria fue el abogado laboralista Carlos Casalás, que en primer lugar destacó el trabajo “fundamental” del historiador Jorge Chagas para recoger la historia del movimiento sindical a través de “muchos libros” que sirven como fuente de los años de dictadura y los primeros de la reapertura democrática. Una de las cosas que trató el historiador en sus textos fueron los sindicatos que pusieron “la cara legal” en el periodo dictatorial, como fueron la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU), ASU, “que mantuvo abierta su sede y eso conllevó que fuera allanada varias veces”, y la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) desde el exterior.

El abogado planteó que a partir de 1983 “se abrió una nueva etapa” en la que comenzó la reconstrucción del movimiento sindical, que participó en la recuperación de la democracia. Señaló que “la libertad sindical funciona si funcionan las libertades públicas”: “Esa fue la razón política por la cual la central defendió la democracia, tenía muy claro que defender la democracia era defender los propios derechos sindicales”, explicó.

La dictadura

El siguiente en hablar fue el propio Chagas, que indicó que un momento clave en la historia del movimiento sindical es el fin de la huelga general que se realizó contra el golpe de Estado, del 27 de junio de 1973. “Ahí se inicia un tiempo nuevo”, afirmó y comentó que durante el transcurso de la huelga la dictadura aplicó una normativa que hizo “estragos en el movimiento sindical”. Según dijo, con el Decreto 518-973 que aprobó el régimen, “se podía despedir a los trabajadores sin indemnización”, y sus consecuencias se extendieron más allá de la huelga; “este decreto continuó vigente y fue una herramienta formidable de las patronales para ir socavando a los sindicatos”, añadió.

Con el paso a la clandestinidad, el movimiento sindical la tuvo “muy difícil”, apuntó: “no podías hacer asambleas, los dirigentes estaban mayoritariamente presos, no podían reunirse, ni tener canales de expresión normales. Se complicó mucho para la CNT”. En ese marco, recordó algunos fracasados intentos de crear sindicatos afines al régimen, como la propuesta que hizo el general Hugo Chiappe Pose al sindicato de la Fábrica Uruguaya de Neumáticos de generar un sindicato “de carácter nacionalista”, que no prosperó.

El movimiento sindical “seguía vivo”

El historiador señaló que uno de los puntos más difíciles para los sindicatos en la dictadura fue la Operación Morgan, que se llevó a cabo a partir de 1975 y tuvo como objetivo desarticular el aparato clandestino del Partido Comunista. Debido a que muchos dirigentes sindicales eran integrantes de ese partido, fueron capturados durante el operativo. “Eso destruyó el precario aparato clandestino de la CNT y la dejó inerte”, dijo Chagas, que recordó, al igual que Casalás, que ASU y AEBU fueron las organizaciones de trabajadores que quedaron y “mantuvieron encendida la luz”.

Con el paso de los años, luego de que la dictadura sufriera derrotas como el plebiscito de 1980, Chagas indicó que una nueva camada de dirigentes abrió el camino para la creación del PIT el 1° de mayo de 1983, día que recordó como uno de los “más emotivos” de la historia del movimiento sindical: “Ahí se demostró que, pese a todo lo que había pasado desde 1973 a esa fecha, el movimiento sindical seguía vivo y la gente seguía confiando en sus dirigentes y en la herramienta. Creo que ese es el triunfo más grande”, concluyó.

El evento que organizó ASU también contó con la presencia de sindicalistas históricos como Carmen Millán, de la Federación Uruguaya de la Salud, que hizo un repaso sobre su historia como militante sindical en la clandestinidad. En ese sentido, contó lo difícil que era hablar y entablar relaciones con otros trabajadores con el objetivo de asociarse, ya que nunca estaba segura de con quién se podía hablar.

También brindaron su testimonio Rubén Márquez, del Congreso Obrero Textil, y Juan Pedro Ciganda, de AEBU, que remarcaron el importante rol que cumplió ASU durante el período de dictadura para sostener “la lucha de los trabajadores”. Al igual que Chagas, Márquez guarda un recuerdo especial de la jornada del 1° de mayo de 1983: “Yo salí con todos los trabajadores de la fábrica de alpargatas, porque nos habíamos juntado allí. Cuando vi la cantidad de gente que venía, la emoción que me causó... hasta hoy me emociona la cantidad de gente, ríos que venían. Creo que ese 1° de mayo fue el 1° de mayo más importante de toda la historia”, aseguró.