El martes pasado, durante la inauguración del memorial en reconocimiento a las ex presas políticas, un grupo de mujeres sostuvo un telar construido en conjunto por chilenas y uruguayas, que ahora se exhibe en el Museo de la Memoria. La creación fue parte de una serie de actividades organizada por el Museo de la Memoria (Mume) y la Casa de la Memoria José Domingo Cañas, ubicada en Santiago de Chile, en el marco del 50º aniversario de los golpes de Estado en ambos países.
“La idea era trabajar tomando en cuenta el trabajo de las arpilleristas chilenas”, contó Cotty Perlas, coordinadora de los talleres en Uruguay, en diálogo con la diaria. Ellas tienen “una gran tradición” en materia de costura, además de “mucho tiempo de historia” en el que han usado al bordado como forma de denuncia. Durante los cinco encuentros, la consigna fue “reflexionar sobre el momento y la temática” y buscar representar “qué cosas marcaron a los uruguayos en la dictadura”. Así surgieron imágenes vinculadas a la visión de las mujeres que vivieron el proceso tanto en libertad como en prisión, y a la de los hijos de personas detenidas.
“En las instancias de costura, que fueron varias y llevaron muchas horas de trabajo, se fue generando un ambiente muy propicio para dar testimonios, para conocernos, para contarnos historias que son muy interesantes, porque todas las mujeres que nos juntamos venimos de espacios diferentes”, relató Perlas. Respecto a los orígenes de las involucradas, la coordinadora de los talleres mencionó los colectivos Jacarandá –organizador de la Vigilia por la Democracia– y Memoria en Libertad, además de a particulares vinculadas a las artes plásticas o simplemente interesadas en la tarea de coser.
Hilvanando memoria
“Reparar, unir, sanar”, dijo Perlas al hablar sobre lo que implicó para ellas el bordado. Esta actividad tiene que ver con “hacer visible algo que estaba roto” y por lo tanto fue “el lenguaje más apropiado para lo que queríamos contar”, agregó. Algo similar sucedió con las chilenas, cuya historia comienza alrededor de 50 años atrás, cuando empezaron a buscar a sus familiares y amigos, que aún no se consideraban desaparecidos sino “clandestinos en algún lugar”.
En conversación con la diaria, la ex presa política chilena Berta Valdevenito, una de las que conformó el proyecto y acudió a Uruguay para participar en la unión y exposición de sus dos partes, recordó el momento en el que en búsqueda de su compañero, que aún continúa desaparecido, se preguntó “cómo mejorar un poco” lo que estaban viviendo. La respuesta surgió dentro de la Vicaría de la Solidaridad, una organización de la Iglesia Católica que se dedicó a apoyar a las víctimas del terrorismo de Estado.
“Se nos ocurrió el tema de las arpilleras pensando en la sanación interna que teníamos que hacer para seguir”, relató. La meta era adquirir fuerza y denunciar lo que estaba sucediendo, y lo lograron a través del hilado: “Exponíamos un cuadro con puros pedacitos de tela pequeños, denunciando que el Estadio Nacional y José Domingo Cañas eran centros de detención”.
Junto a Valdebenito también vino Vilma Montoya, cuyo padre desapareció cuando ella tenía 20 años. Él la había alertado sobre que eso iba a pasar y hasta le indicó qué tenía que hacer cuando no estuviera. “Tuve que crecer a la fuerza y hacerme cargo de la búsqueda de mi papá, y de cuidar a mis hermanos porque mi mamá trabajaba”, dijo ante la diaria. Al igual que su compañera, Montoya aprendió a bordar en la Vicaría de la Solidaridad “para denunciar lo que estaba pasando en Chile”, y desde entonces no paró.
Algunos años atrás se formó el colectivo Hilvanando Memoria, conformado por varias hijas, esposas y hermanas de desaparecidos, del que Montoya es presidenta. Quienes se consideran “hermanas de la vida” se reúnen una vez por semana para coser juntas y conversar sobre sus experiencias, pero “no con pena”, aunque la tristeza “siempre está”. El fin es bordar en lienzos los nombres de todas las víctimas y exhibirlos en diferentes lugares. “Los llevamos a donde nos inviten y si no nos invitan salimos a las marchas”, explicó.
Durante su estadía en nuestro país, Valdebenito y Montoya participaron de varias instancias vinculadas a los 50 años del golpe de Estado en Uruguay. Al evaluar estos meses de trabajo, ambas destacaron que la experiencia en Chile tuvo muchos puntos en común con la de Montevideo y que la colaboración “fue mágica” y significativa.