La ministra de Industria, Energía y Minería, Fernanda Cardona, consideró, en diálogo con la diaria, que el país y el Sur global se encuentran en un momento “bisagra”, ya que si no se toman decisiones en pos de una mayor soberanía, se vivirá una “espiral de por lo menos 30 años más de la que no vamos a poder salir”.

“No podemos reproducir errores de dependencia anteriores. Las viejas dependencias históricas, que tenían que ver con ser sólo exportadores de materias primas, hoy se reproducen hablando de industria o de energía verde, y hay que saber discernir qué queremos. Esto no significa decir que no a determinadas inversiones, para nada. Las inversiones tienen que venir, por supuesto, porque tenemos que crecer, pero no es la única forma de aumentar el rendimiento económico. Tienen que existir condiciones en el desarrollo, porque si queda la gente atrás, evidentemente no es un desarrollo completo”, reflexionó.

En este contexto, la mirada del Sur global se vuelve “aún más importante”, ya que es necesario repensar las estrategias que se han venido aplicando y que, en muchos casos, han dejado a esta región del mundo en una posición “relegada y postergada”. “Es clave que logremos articularnos y construir posturas comunes”, añadió.

¿Qué aspectos destacaría de este evento que congregó a referentes de todas partes del mundo?

Lo primero es que la agenda estuvo centrada en un plan de industria. En Uruguay necesitamos pensar en clave de industria como concepto. Tendemos a terminar hablando de energía o de telecomunicaciones, que además son las políticas exitosas nacionales que hemos tenido. Pero lo que siento es que debemos hacer algo para que haya una acción diferente a como venimos hace más de diez años. Por eso fomentamos este encuentro en clave de industria.

Lo segundo es que buscamos que Uruguay sea anfitrión, lo que requirió una organización en la que el ministerio articuló, pero también tuvimos el apoyo del Transnational Institute y de las Naciones Unidas. Esta acción demostró que ya en estos primeros meses de gobierno tuvimos una articulación virtuosa. Lo otro que quisiera destacar es que el evento conglomeró a diferentes actores nacionales e internacionales, participaron académicos, pensadores, pero también trabajadores y trabajadoras y empresas en torno a la industria.

¿Por qué se pone el foco en la mirada del Sur global?

La mirada del Sur global es muy particular y necesaria. Lo primero que tiene que pasar para tomar acciones distintas a las que venimos adoptando, que nos han dejado relegados y postergados y que generan más desigualdades y dependencias, es articular entre nosotros y ver cuáles son nuestras coincidencias y diferencias. Tenemos que tomar esas divergencias como un complemento y pensar en conjunto como bloque, tener posturas comunes para fortalecernos entre todos.

Creo que esa mirada del Sur global, que no es geográfica, sino que tiene que ver con aspectos económicos, sociales, culturales, se vuelve aún más importante frente al momento geopolítico que estamos viviendo, en el que tenemos una guerra comercial y las grandes potencias toman decisiones que tienen consecuencias en nuestros países y pueblos.

¿Va a haber otros encuentros?

Este fue el primero; ya contamos con un cronograma acordado, que ahora vamos a poner por escrito. Buscamos analizar todas las posturas para ver cómo pensar en un plan de industria y transformar la arquitectura financiera internacional para impulsar el desarrollo sostenible, y la transición energética y verde. Las primeras preguntas que surgen son: ¿cómo queremos crecer?, ¿con base en qué condiciones?, ¿qué temas quedarían por fuera de lo que entendemos por desarrollo sostenible? Teniendo en cuenta que este concepto no va sólo en términos económicos, sino que engloba asuntos ambientales, culturales, sociales, de conocimiento, de intercambio de tecnología y de innovación.

El otro punto que me pareció medular es que no es posible pensar una política industrial sin una energética y de telecomunicaciones. Todas deben ser consideradas a la vez, porque no se pueden planificar industrias si no sé con qué energía, conectividad, datos y robustez tecnológica cuento. Y lo mismo me puede pasar en energía; para saber cómo va a crecer mi demanda, tengo que conocer qué industria voy a tener, qué negocios quiero generar, cómo voy a crecer como país, y para todo eso tengo que tener una robustez en telecomunicaciones, porque en un mundo globalizado no podemos prescindir de eso. La buena noticia para Uruguay es que tenemos credenciales suficientes para plantarnos desde ese lugar, porque hay una base eléctrica y de telecomunicaciones muy robusta, lo que lo hace atractivo para discutir e intercambiar experiencias que también hagan crecer a otros países del Sur global.

¿Cuáles fueron los grandes consensos o resultados de este encuentro que también puedan servirle a Uruguay en el plan de industria que el gobierno está pensando de cara a 2050?

Lo primero es la cantidad de información regional y mundial que se manejó. También hay que destacar la participación de referentes mundiales que son los mejores en su materia y que se pusieron a mirar a Uruguay porque sabían que era el anfitrión, pero que también observaron la región y el Sur global y nos aportaron información. Además, identificamos cuestiones que nos son comunes, por ejemplo, los topes arancelarios que podemos tener o las imposiciones que se están manejando en este momento en el mundo y cómo podemos transitar esa realidad, cómo nos tenemos que articular en lo financiero para repensar este sistema y cómo podemos financiarnos.

En el caso de Uruguay, tenemos que elaborar en conjunto una agenda que nos habilite cada vez más a poder tomar decisiones de manera soberana, sostenible e independiente. Esa es una de las grandes conclusiones que saco de esto, que nos habilita a pensar distinto, incluso a cooperar entre nosotros y a generar las redes necesarias, no sólo de personas, sino de organizaciones y de países, para que cada vez seamos más independientes.

¿Qué aprendizajes puede tomar Uruguay de experiencias internacionales del Sur global pensando en una política industrial verde?

Tenemos que generar cadenas de valor regional, lo que representa una posibilidad cercana en el tiempo. Es necesario plantear metas de integración productiva, que tengan en cuenta el empleo, el conocimiento, la transferencia tecnológica. Es decir, el concepto de integración productiva va más allá de lo estructural y de lo que tiene que ver con infraestructura.

El otro tema que me pareció relevante es que estamos en un momento crucial, muy bisagra. Si vemos hacia atrás en la historia, se dieron momentos parecidos en los años 30 y 70 en nivel de importancia. Si no tomamos la decisión de para qué lado vamos, entraremos en una espiral de por lo menos 30 años más de la que no vamos a poder salir. Así que depende muchísimo en este momento qué camino tomemos, porque eso va a marcar nuestros próximos 20 o 30 años.

No podemos reproducir errores de dependencia anteriores. Las viejas dependencias históricas, que tenían que ver con ser sólo exportadores de materias primas, hoy se reproducen hablando de industria verde o de energía, y hay que saber discernir qué queremos. Esto no significa decir que no a determinadas inversiones, para nada. Por supuesto que Uruguay no está cerrado a las inversiones extranjeras. Lo que decimos es que hay que tener claro de antemano que las inversiones tienen que venir, por supuesto, porque tenemos que crecer, pero no es la única forma de hacerlo. Tienen que existir condiciones en el desarrollo, porque si queda la gente atrás, evidentemente no es un desarrollo completo.

Desde el Sur global, ¿cómo puede Uruguay contribuir a fortalecer la cooperación, la integración y las alianzas?

Me parece que Uruguay tiene una posición que a veces llama un poco la atención, es bastante llamativa para algunos países, porque a pesar de ser un mercado chico, ha tomado decisiones estratégicas en políticas nacionales de consenso que han trascendido gobiernos, que tienen una estabilidad jurídica y una madurez política que seguimos manteniendo. Creo que hay que cuidar muchísimo eso, tenemos una estabilidad económica que no genera vaivenes, lo que hace que podamos contar también experiencias positivas y una forma de trabajar distinta.

Toda la gente que estuvo acá quedó fascinada con nuestro país desde el punto de vista turístico, cultural, y esas también son industrias que generan empleo, y cuando la gente nos conoce como una referencia, también atrae a que otras personas sigan viniendo.

Para tomar decisiones, Uruguay tiene que estar en la mesa de la discusión y dar su opinión y experiencia. El país tiene las credenciales para ser parte de esa mesa de discusión. Va a haber más reuniones, quedamos en armar la agenda. Incluso se manejó la posibilidad de que fuera nuevamente en Uruguay, pero dependerá de qué otros países quieren postular.

El rol del conocimiento y de la innovación es “primordial” en el nuevo plan industrial

Con respecto al plan de industria impulsado por el gobierno, ¿cuál es la hoja de ruta que están manejando y cuáles son los sectores que identifican como estratégicos de cara a 2050?

Queremos una política nacional consensuada. Entendemos que tiene que haber una política nacional y eso implica generar un documento donde tengamos antecedentes de dónde partimos, donde haya un diagnóstico de nuestra realidad actual, cuáles son nuestros problemas estructurales, cuáles son los coyunturales por tipo de industria y por áreas estratégicas. Ya tuvimos 25 reuniones con los núcleos productivos, que tienen que ver con industria cárnica, lácteos, metalmecánica, biotecnología, nanotecnología, no estamos abandonando ningún sector.

Todo lo que tenga que ver con la vida y con la tecnología es central en este momento, porque atraviesa muchas de las áreas de trabajo del Uruguay. La biotecnología tiene muy claras las cadenas de valor de cada área industrial. Las cadenas de valor son importantes, hay que tenerlas identificadas y hay que hacer un monitoreo constante de cómo va cada una de ellas, porque siempre se van a generar cuellos de botella cuando vas creciendo o vas mejorando, y siempre va a haber obstáculos que hay que remover.

Queremos que quede un observatorio de todas las áreas industriales, que incluye, por supuesto, telecomunicaciones y energía. Queremos tener datos robustos que se vayan monitoreando con alertas tempranas, que avisen cuando algo no está bien, para poder tomar acciones.

¿Cuál cree que debe ser el rol del conocimiento y de la innovación en el nuevo plan industrial?

Es primordial. Como ministra designé a la ingeniera Gabriela Schroeder como jefa de Innovación en el ministerio, un área que sentí que tenía que reforzar. Gabriela ha propuesto un comité de trabajo de investigación y desarrollo con cada una de las empresas públicas, ya hay referentes. Necesitamos tener tecnología aplicada a la industria, trabajo y a la producción. Así como el Ministerio de Agricultura y Pesca tiene el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, que aporta conocimiento, investigación a las áreas estratégicas de ganadería, nosotros tenemos que tener al LATU [Laboratorio Tecnológico del Uruguay], que tiene que articular entre las oficinas que nos nuclean en nuestra competencia para poder dar insumos, generar tecnología, conocimiento, cadenas de valor y capacitación para los trabajadores y trabajadoras. Estamos elaborando insumos para aportar a la Secretaría de Ciencia y Valorización de Conocimiento creada por Presidencia.