En entrevista con la diaria Radio, el politólogo Daniel Chasquetti hizo observaciones sobre la votación de la Ley de Presupuesto, que se está desarrollando en la Cámara de Representantes y que se extenderá hasta este viernes. Sobre su contenido, afirmó que este proyecto “es una ley ómnibus” y colocó como ejemplo la creación de la Agencia Metropolitana de Transporte, que tuvo lugar este lunes. El politólogo considera que se trata de “una reforma institucional, por lo que no solamente se están votando dotaciones presupuestales para salarios, funcionamiento e inversiones”.

“Hay una economía de votación legislativa y, con 45 días por cámara, los gobiernos tienen la oportunidad de colocar medidas que, enviándolas por separado, llevarán otros tiempos, ritmos y análisis, por lo que todos aprovechan para empaquetar”, afirmó. “Tal vez en comparación con otras pueda ser menor, pero no deja de ser una ley ómnibus. Siempre ha sido así y no deberíamos verlo con drama”, remató. Sobre este punto, Chasquetti dijo que “no sabe bien cuál es la evidencia en la que se basa” el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, para afirmar lo contrario.

En la práctica afirmó que por ahora sólo se está votando “todo lo que es claro de ser aprobado”, y el resto “se va dejando para el final”.

A lo largo del lunes, “hubo 36 votaciones, de las cuales el gobierno perdió una sola” y, de las que ganó, solamente en tres se logró “con un margen mínimo”. En esa línea, comentó que “los tres partidos anclados que no han modificado su voto” son el Frente Amplio (FA), Cabildo Abierto (CA) e Identidad Soberana (IS). Los dos primeros votan “casi siempre juntos”, mientras que IS, “prácticamente, en el 95% de las negociaciones del lunes votó en contra”; la variable de los resultados son los partidos tradicionales, “que han votado sistemáticamente separados y divididos”. A pesar de que la semana pasada se instaló una mesa de coordinación en el ámbito de la Coalición Republicana, el politólogo opinó que “no hay coordinación” e incluso dentro de los partidos “los propios sectores votan divididos”.

“En la votación en general, por ejemplo, se dividió Vamos Uruguay y partió al Partido Colorado [PC], con seis diputados que votaron a favor y siete en contra”, dijo Chasquetti. Unir Para Crecer, sector del PC que lideran Robert Silva, Andrés Ojeda y Gustavo Zubía, “es el más opuesto en las votaciones después de Identidad Soberana”. Por último, si bien el Partido Nacional se mantuvo unido y votó a favor en general, el politólogo señaló que el lunes “votó varias veces dividido”.

“Al gobierno, por ahora, le está yendo mejor de lo esperado. Ha perdido poquísimas votaciones y la noticia es que la oposición se ha dividido”, definió.

Si bien hay “muchas hipótesis” sobre las razones por las cuales la votación se está dando de esta manera, consideró que puede deberse a que se trata de “un presupuesto tan moderado y tibio para algunos, que razonablemente muchos diputados de los partidos tradicionales lo pueden votar”. También apuntó que “como el FA consiguió los dos votos que la faltan con una transacción un poco costosa”, que implica dar aumentos a personal subalterno de las Fuerzas Armadas y partidas adicionales a Sanidad Militar a pedido de CA, “tal vez sea una razón para que los partidos tradicionales, a sabiendas de que CA va a votar, dejen libertad de acción y no impongan disciplina: con el resultado visto, hacerlo es un desgaste y, por lo tanto, dejan libre albedrío”, comentó.

Chasquetti también señaló el impacto que puede tener el sistema de votación electrónica, el cual implica un historial de votaciones y también individualiza el sufragio, mientras que el sistema anterior solamente daba los resultados en contra y a favor, por lo que la postura de cada legislador no se evidenciaba a menos que solicitara la palabra para fundamentar el voto o interviniera en el debate para exponer su postura. “Ahora sabemos qué vota cada uno. Se genera una secuencia de votaciones y cada legislador puede utilizar ese récord para mostrarle a sus votantes cómo se comportó, pero también para acusar a otro”, por lo que ya “no es tan fácil ponerse en contra de medidas aceptables, como cualquier aumento”, dijo.

Los tres posibles factores “son importantes para entender votaciones tan curiosas” porque “nadie pronosticó esto”, sino que “todos esperábamos que el FA iba a tener problemas para aprobar el presupuesto artículo por artículo”. Dijo que en general los gobiernos frenteamplistas tenían mayorías –salvo en 2017– y la clave era cómo se construía la disciplina dentro del gobierno. “No recuerdo votaciones tan divididas a la interna de los partidos” y “el lunes los dos partidos tradicionales votaron divididos la mayor parte del tiempo”, aseveró.

El paquete impositivo

“Es lo que libera un espacio fiscal para redistribuir partidas”, condensó respecto de la aprobación de los cambios tributarios que logró el FA con los votos de CA. Al aprobarlo, el oficialismo pudo “hacer una conferencia y comunicar aumentos”, una “redistribución que es hija del paquete impositivo, que va a dejar un margen de recaudación”. También planteó que es “un primer gesto de Cabildo Abierto” hacia el gobierno y dijo que “es importante desde la economía de la transacción”. “Hay una confianza. Es cierto que ya hicieron acuerdos anteriormente”, pero “por detrás de ese acuerdo se construyen las siguientes votaciones”, explicó.

Sobre esta relación –en la que los votos de CA sirvieron para, por ejemplo, evitar una respuesta insatisfactoria a la interpelación del ministro de Ambiente, Edgardo Ortuño o para postergar la comisión investigadora sobre la estancia María Dolores–, dijo que “a medida que pase el tiempo va a ser más costoso”, porque “en el primer año es fácil, pero mientras se acerca la próxima elección va a haber más incentivos para despegarse”, “sobre todo si el gobierno no tiene grandes éxitos”.

“Ahora el gobierno sí asumió plenamente su restricción de no tener votos”, que parece “una tontería”, pero el FA “de 15 años gobernó 14 con mayorías, lo que la volvió un término fijo en la ecuación”. Esa, en su visión, es una de las restricciones más potentes que tiene el oficialismo, lo que se conjuga “a la fiscal, con menos dinero que el que pensaba tener” y “lo hace muy distinto a los tres gobiernos anteriores y es la razón por la cual para muchos es un gobierno tímido y poco audaz”, finalizó.

Frenteamplistas disconformes

El 5 de octubre, un grupo de militantes frenteamplistas criticó el rumbo del gobierno. Consultado al respecto, el entrevistado opinó que “desde 2005 hay críticas” y “siempre ha habido disconformidad de una parte de la izquierda sobre el rumbo del gobierno del FA”, aunque la noticia es que “se dio por el costado”, ya que “se organizaron y se salieron de las estructuras” clásicas con las que cuenta la fuerza política, con referencia a los comités de base.

“Los militantes –que probablemente lo hagan de buena fe– tal vez no tomen en cuenta que no solamente están desafiando al gobierno, sino también a las propias autoridades partidarias”, agregó en ese sentido.

También opinó que “se juntó la crítica a un gobierno más encorsetado que los anteriores”, producto de las dos restricciones fiscales y de mayorías, con “un conjunto de militantes que decidieron asumir el costo de coordinar el malestar”, por lo que “habrá que estudiar los incentivos de los líderes de este sector” y también su discurso, “que no es solamente una crítica, sino que están ofreciendo alternativas: mover el gobierno hacia la izquierda”.

Sin embargo, “si el gobierno recibiera los consejos” y aplicara las exigencias “se terminaría aislando y su capacidad de gobernar se vería reducida”, afirmó, ya que “muchas de las decisiones de política pública están tensionadas por esta necesidad de conseguir los votos” en el Parlamento. En su visión, lo mismo aplica para las definiciones sobre el conflicto en Gaza, y recordó que el discurso del presidente Yamandú Orsi en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas “fue celebrado por todos los partidos y fue más de un jefe de Estado que de un jefe de gobierno”.

Finalmente, opinó que “no puede probar” que emplear el término genocidio en lugar de exterminio “hubiese generado un clima distinto en el sistema político” de cara a la votación parlamentaria, pero “lo cierto es que el gobierno decidió no agregar un frente de batalla más” y optó por “tramitarlo a la interna antes que volar los puentes”.