El ruido de las sirenas de las motos policiales que escoltaban a esta o aquella autoridad (como el rey de España, Felipe VI, o el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva) se mezclaba con el percusivo e insistente sonido de los bombos de hinchas de Peñarol que le pedían al nuevo gobierno, bandera mediante, que “no se olvide de los pibes en Río”, en referencia a los hinchas aurinegros presos en Río de Janeiro. Pero eran muchas más las banderas del Frente Amplio (FA) que también esperaban frente al Palacio Legislativo.
Foto: Alessandro Maradei
Este sábado, a 40 años de la restauración democrática, los frenteamplistas Yamandú Orsi y Carolina Cosse fueron declarados oficialmente como presidente y vicepresidenta de la República, respectivamente. Y el primer paso, como casi siempre, fue en el Palacio Legislativo, cuyos alrededores se empezaron a llenar de gente a partir del mediodía, sobre todo en Avenida del Libertador.
Entre las llegadas de autos y más autos al Palacio, el senador blanco Sergio Botana se encontró con un viejo conocido, el excanciller y exvicepresidente Rodolfo Nin Novoa, que supo ser intendente de Cerro Largo durante dos períodos –al igual que Botana– cuando era nacionalista, antes de pasarse al FA.
“Venía de Cerro Largo ayer, y los campos estaban mucho más verdes que otros días: ese color esperanza que tanto nos alienta. Tengo mucha fe y mucha esperanza en que va a ser un gran gobierno el de Yamandú Orsi y el FA”, dijo Nin Novoa a la prensa antes de entrar al Palacio. Adelantó que será un gobierno “con mucha sensibilidad social, pensando sobre todo en los trabajadores, en lo que han perdido de salario en los primeros cuatro años del gobierno que sale, que no se ha recuperado”. Consultado sobre qué rol jugará en el nuevo gobierno, dijo “el que resuelvan”, y agregó: “Tengo ganas”.
Las barras de la Asamblea General estaban llenas cuando Orsi fue oficializado como presidente y dio su primer discurso en ese rol. Al costado, en donde escuchaba con atención su futuro gabinete de ministros, también marcaron presencia los tres expresidentes vivos: Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica, cada uno aferrándose a su respectivo bastón. Mujica fue mencionado más de una vez por Orsi y fue, por lejos, el más aplaudido y ovacionado.
Foto: Alessandro Maradei
El músico Eduardo Larbanois era uno de los que colmaban las barras de la Cámara de Representantes –donde se reúne la Asamblea General–. Al finalizar el discurso del presidente le comentó a la diaria que le pareció “muy emocionante”, sobre todo por “el momento histórico”, y dijo que el nuevo gobierno tendrá “los espacios necesarios para proyectar un poco más hacia las necesidades del pueblo”. Larbanois sostuvo que el gobierno que se fue, del nacionalista Luis Lacalle Pou, “notoriamente fue para los ricos”, de modo que “quedaron muchas cosas por el camino”, y si bien “tuvo todo un blindaje mediático, la gente sabe que pasaron cosas que no deberían pasar”.
Luego del discurso y de todas las idas y vueltas protocolares, la mayoría de los legisladores partió rauda del Palacio. Los del FA, a seguir festejando en la plaza Independencia, en donde Orsi se pondría la banda; los de la coalición, estrenándose por completo como oposición, con rumbo desconocido. Esperando el ascensor en el ambulatorio de la Cámara de Diputados estaban los senadores Gustavo Zubía (Partido Colorado) y Graciela Bianchi (Partido Nacional). El primero le dijo a la diaria que el discurso le pareció “anodino”, ya que no encontró “elementos sustantivos” en él, aunque le pareció “bien, formal, respetando los conceptos tradicionales”.
A su vez, Bianchi dijo que “esperaba otra cosa”, porque después de un presidente como Luis Lacalle Pou pensaba que se podrían haber “esforzado, con tanto asesor intelectual que tiene la izquierda, para ayudar a redactar un discurso mucho más profundo”. “Esperemos que después, en la acción, demuestre tener mucha más autoridad”, finalizó.
Saludo al profesor
Casi como en excursión, en un ómnibus de dos pisos, partió gran parte de la comitiva del FA, con ministros designados y varios de los futuros jerarcas. A la salida, Botana y Nin Novoa se cruzaron de vuelta y otra vez se saludaron. Consultado por la diaria sobre el discurso de Orsi, Botana mostró una opinión diferente de la de su correligionaria Bianchi. Dijo que las palabras del nuevo presidente pintaron “al Uruguay, nuestro modo de ser”, por eso piensa que “desde ese punto de vista fue un lindo mensaje”.
“Me gustó el tirón de orejas que le dio a su futuro ministro del Interior [Carlos Negro], que había tirado la toalla en la pelea contra el narcotráfico. Me pareció que dio un mensaje de apertura para la construcción entre todos, que es buena, porque todo lo que tenga el apoyo de todos tendrá estabilidad en el futuro. Todo eso queda. Después, seguramente tengamos algún matiz en cuanto a las libertades, que para nosotros son todas, las grandes y las pequeñas”, sostuvo.
Por allí también estaba Marcos Carámbula, intendente de Canelones durante dos períodos seguidos (2005-2015), de los cuales el flamante presidente fue secretario general de esa comuna. A la salida, Carámbula le dijo a la diaria que el discurso de Orsi le pareció “excelente”, porque fue “de valorización de la república, de la democracia y de los partidos políticos”.
A su vez, señaló que fue “una afirmación de sus principales líneas de trabajo, que fueron marcadas con mucha claridad”, y subrayó “algunos temas clave”, como “la verdad y la justicia, y encarar la pobreza infantil”. Además, Carámbula destacó lo que significó para él en lo personal: “Desde luego, lo vivo con mucha emoción, alegría y esperanza. Porque Yamandú se muestra tal cual es: esto que dijo en el discurso es lo que va a hacer. Él surgió de una construcción colectiva que empezó hace 20 años en Canelones, que es la que él expresa, y siempre es muy cercano a la gente”.
Y la gente empezó a gritar, saltar, cantar e incluso tocar alguna ruidosa corneta cuando por fin Orsi y Cosse enfilaron por Avenida del Libertador hasta la plaza Independencia en un auto eléctrico acondicionado para la ocasión –con el techo abierto–, escoltados por los corpulentos caballos militares. A los nuevos presidente y vicepresidenta no les daban las manos para saludar ni los ojos para mirar, porque los estímulos eran omnipresentes. Cosse le indicó algo con su mano a Orsi, quizás varias de las banderas que se veían flameando en las ventanas de los edificios.
A una cuadra y media del Palacio Legislativo, en la sede del Instituto de Profesores Artigas (IPA), había un frondoso cartel que hizo que el flamante presidente lo mirara con atención: “Generación Historia IPA 86-87 te saluda, compañero profesor Yamandú Orsi”. El auto siguió camino por la avenida, pero eso no logró bajar la efervescencia de la gente que quedaba atrás y seguía cantando. Con el auto presidencial ya lejos, dos señoras veteranas se abrazaron y saltaron juntas; no dejaron de cantar aquellos versos que suelen ser muy populares en toda actividad del FA, y este sábado de tarde no fue la excepción: “Si esto no es el pueblo, ¿el pueblo dónde está?”.