El 6 de setiembre el apicultor canario Miguel Passade encontró colchones de abejas muertas debajo de las colmenas llenas de miel que tenía en Las Violetas (Canelones), tal como relató el apicultor en un video divulgado, el 13 de setiembre, por el portal Canelones Ciudad. Passade supuso enseguida que aquello había sido provocado por algún agroquímico e hizo la denuncia ante la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Arriesgó que podía tratarse de fipronil, insecticida que en 2008 ya le había matado colmenas y que el MGAP, debido a la gran toxicidad que tiene para las abejas, restringió su uso en 2009, para el control de hormigas en formulación de cebo granulado y como curasemilla en arroz; es decir, ya no puede usarse para fumigar.
El viernes el MGAP confirmó la sospecha del productor. Federico Montes, director de la DGSA, informó a la diaria que a partir de la denuncia recorrieron viñedos de la zona y confirmaron que se había aplicado fipronil. Hasta ahora lo hallaron “en predios de algunos productores”, explicó Montes, y si bien comentó que piensan que se trata de “un pequeño grupo de productores”, reconoció que les preocupa “que eso se esté dando a nivel país”. “Nos preocupa sobremanera”, dijo Montes, y adelantó que la DGSA está trabajando con el Instituto Nacional de Vitivinicultura y recorriendo predios para que “las viñas no hagan un uso indebido de estos agroquímicos” y para corroborar si hay indicios de uso de fipronil.
El MGAP notificó ayer a los productores, y a partir de sus descargos se evaluará la sanción. Según la normativa, esta puede ir desde el apercibimiento (si el infractor no tiene antecedentes de otras infracciones) hasta la multa económica, que puede ser de 10.600 pesos a diez millones de pesos. “No sabemos cómo accedieron [al fipronil]. Desde 2009 no hay importaciones de ese principio activo ni formulaciones a nivel país”, declaró Montes, que no descartó que pudieran tenerlo en stock, aunque esté prohibido desde hace nueve años.
Hasta ayer, Passade no había recibido notificación de la DGSA. Consultado por la diaria, prefirió no hacer declaraciones sobre este aspecto hasta no tener información. Si los productores no quisieran indemnizarlo, tendrá que iniciar un juicio para recuperar lo perdido: se le murieron 23 colmenas, lo que equivale a 1.500 dólares. A eso debe sumarle el trabajo de esterilización, que consiste en lavar las colmenas y pasarlas por fuego; además, perdió la cera y las abejas. Si no pudiera reactivarlas antes del verano, la pérdida será de 3.000 dólares.
Passade sospechaba del fipronil porque las aplicaciones de otros insecticidas llegan a matar 20% o 30% de las colmenas, pero no su totalidad. Según contó, en este caso mató el 100%: “No queda nada, ningún otro insecto, lombriz, pájaro ni san antonio”, dijo, y lamentó que nadie cuente todo ese daño. Documentar la destrucción de las colmenas “es la única forma de contar el daño que se hizo”, señaló. El fipronil se empleó para matar hormigas, que este año estuvieron “muy activas” entre el final del invierno y el comienzo de la primavera, dijo Montes.
Acorralados
Ruben Riera, presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya, informó a la diaria que la situación para el sector está complicada. Relató que un informe de la Dirección General de la Granja, en la última zafra se produjeron 9.400 toneladas de miel y quedaron 5.000 toneladas sin comercializar. Las limitantes del mercado se deben a las restricciones que está teniendo la miel uruguaya para ingresar al mercado europeo desde que, en agosto de 2016, importadoras alemanas rechazaran la compra de contenedores de miel por encontrar que los residuos de glifosato superaban las 50 partes por billón (ppb), lo que equivale a 0,05 miligramos por kilo de miel. La situación no ha cambiado: según Riera, 71% de las muestras de mieles de verano estaban por encima de las 50 ppb, según el análisis de más de 180 muestras que llegaron a los exportadores. “Es claro, aunque lamentablemente no se reconoce como correspondería por parte del MGAP que esos niveles elevados de glifosato son los que han impedido la comercialización. Argentina comercializó todo, Brasil todo, Chile todo, incluso a precios mejores que los nuestros. ¿Cuál es la razón por la que durante décadas Uruguay era el país mejor catalogado a nivel de producción de miel y el que comercializaba a mejor precio, y ahora esa situación haya cambiado? Lamentablemente son los niveles de glifosato”, consideró.
Por el momento no hay soluciones propuestas para cambiar esa situación, reprobó Riera. Acotó que el ambiente hoy es mucho más tóxico para las abejas y que los insecticidas no las matan en el campo, sino que les permiten volver a las colmenas y matar al resto. También les provoca un daño neuronal –los neonicotinoides– que les altera la memoria olfativa, degustativa y el sentido de la orientación, lo que las vuelve improductivas. Citó, además, un estudio realizado en Texas y publicado en agosto que comprueba que el glifosato altera la flora bacteriana intestinal de las abejas, lo que provoca una disminución de sus defensas.