El Colegio Médico del Uruguay tiene dos cometidos básicos, resume su presidenta, la oncóloga Lucía Delgado: “asegurar la actualización médica y asegurar un desarrollo profesional que cumpla con los principios éticos que son esenciales para asegurar el desarrollo de la profesión de forma digna e independiente de todo otro interés que no sea la salud de nuestros pacientes”. Con ese norte, Delgado asumió el 13 de octubre la presidencia del Consejo Nacional del Colegio Médico, secundada por una de sus compañera de lista, la ginecóloga Fernanda Nozar, que es la secretaria del Consejo Nacional.

La Lista 7 que encabezaron Delgado y Nozar, y que obtuvo cuatro de los nueve cargos al máximo órgano del Colegio –el Consejo Nacional– había propuesto, en su plataforma electoral, crear “otro colegio”, y el primer punto que mencionaba para alcanzarlo era que fuera un ámbito “plural, abierto y participativo”. Esa intención se reflejó en las jornadas que desarrolló el Colegio Médico el 7 y el 8 de diciembre, cuando el Consejo Nacional presentó lo que entendía que deberían ser los objetivos prioritarios y las líneas de acción a desarrollar a lo largo de sus tres años de gestión. Además de colegiados y colegiadas, consejeros y consejeras nacionales y regionales (Montevideo, Sur, Norte, Este y Oeste), participaron referentes del Ministerio de Salud Pública (MSP), de la academia (facultades de Medicina de la Universidad de la República y del Claeh y de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica), de gremios médicos (Sindicato Médico del Uruguay y Federación Médica del Interior), de la Academia Nacional de Medicina, de sociedades científicas y de varios ámbitos de trabajo del Colegio.

Durante dos días, los participantes discutieron en torno a tres temas centrales: desarrollo profesional médico continuo, bioética y ética médica, y bienestar médico. Sobre todos ellos acordaron bases que serán la hoja de ruta para este período.

Aprendizaje continuo

“Los médicos nos formamos como médicos y luego tenemos el deber de mantenernos actualizados, competentes, durante todo el desarrollo de la profesión. Eso requiere estudios permanentes a lo largo de toda nuestra vida, porque cada vez más los avances en el conocimiento nos desafían”, expresó Delgado.

El Colegio Médico se creó por ley en 2009 y funciona desde 2011. La actual presidenta resumió que “en estos años se logró definir cometidos esenciales, avanzar en la propuesta del desarrollo profesional médico continuo y la aprobación, por parte de la Ceprem [Comisión de Educación Profesional y Recertificación Médica], de un Programa Nacional de Recertificación Voluntaria, pero todavía no tenemos esos programas en marcha”.

La creación de la Ceprem, en 2016, un ámbito integrado por representantes del Colegio Médico, del MSP, de la Facultad de Medicina de la Udelar y de la Academia Nacional de Medicina, permitió avanzar en el camino de la actualización médica. Hasta ahora, tres especialidades –pediatría, anestesiología y gastroenterología– presentaron sus propuestas de programas para ser acreditados –por impulso de la Sociedad Uruguaya de Pediatría en el primer caso y por las cátedras en acuerdo con las sociedades científicas en el caso de anestesiología y gastroenterología–, pero, según Delgado, resta terminar el proceso y extenderlo a otras áreas de la medicina.

“El principal desafío es generar programas de actualización médica continua pertinentes, que incluyan no sólo a las especialidades sino también a los médicos generales, que no tienen una sociedad científica que los agrupe, no tienen programas de actualización médica continua que les permitan tener las competencias necesarias para actuar en los distintos ámbitos donde se desarrollan, sean la emergencia, la urgencia, los policlínicos –en el primer nivel de atención– a nivel urbano o rural”, subrayó Delgado.

Además de trabajar en la formación de médicos generales y especialistas, el Colegio Médico se propone incluir “competencias transversales” en los programas de desarrollo profesional médico continuo. La presidenta del Colegio explicó que son contenidos que, “independientemente de la especialidad de que se trate, tienen que estar siempre, por ejemplo: debe haber actividades que aseguren que todos los médicos conozcan el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), formación en bioética y en ética médica, actividades que permitan conocer cómo se priorizan y se incorporan los procedimientos diagnósticos en el mundo y en el país”.

Nozar agregó que también es importante incluir entre las competencias transversales “el manejo del concepto de la gestión clínica” y lo ejemplificó diciendo que “en el proceso de pandemia en los servicios asistenciales había modificaciones diarias de cómo asistir a los infectados, de por dónde transitaba uno, de cómo gestionábamos los recursos, de qué hacíamos con las policlínicas”. “Eso es gestión clínica. Los médicos a veces manejamos poco de gestión clínica porque lo dejamos para los gestores; sin embargo, es un proceso diario y con la pandemia quedaron expuestos varios déficit que tenemos”, explicó. Añadió que otra competencia transversal es el intercambio interdisciplinario: “Parece algo obvio, pero saber interactuar con otros profesionales y con otras especialidades es una competencia que tenemos que adquirir todos los médicos y que va en beneficio de la calidad asistencial”, valoró.

Recertificación: etapas y recursos

La recertificación tiene varias etapas. Según detalló Delgado, primero hay que crear los programas, es decir, definir cuáles son los contenidos a actualizar, y eso es algo que se ve con las cátedras universitarias y las sociedades científicas; luego hay que acreditarlos, definir, cuántos créditos recibirá cada médico, y en ello interviene la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina de la Udelar, cuyos representantes también participaron en las jornadas de diciembre. En tercer lugar, se da la recertificación, que se obtiene cuando la persona adquiere el número de créditos que se defina que serán necesarios.

Al menos durante los primeros años, la recertificación será voluntaria, sostuvo Delgado. La resistencia, según Nozar, es poca. La referencia que mencionó fue una evaluación que propusieron a profesionales y usuarios del sistema de salud en 2014, cuando se desarrolló la 9ª Convención Médica, y más de 80% de los consultados –médicos y usuarios– dijo estar de acuerdo con el proceso de recertificación, detalló Nozar. Aclaró, no obstante, que la resistencia puede darse en torno a cómo se da la recertificación: si es voluntaria u obligatoria. De hecho, fue tema de disputa en la última elección del Colegio Médico, en donde la lista de Daniel San Vicente, que no llegó a sacar consejeros, se oponía directamente a la recertificación voluntaria, y la que encabezó Fernando Repetto –ligada a la del expresidente del Colegio Blauco Rodríguez–, que rechazaba explícitamente la recertificación obligatoria.

“Seguramente se va a transcurrir el camino de la voluntariedad, y cuando todos veamos que la estrategia sirve, que me sirve a mí personalmente para ejercer pero que además le sirve al sistema para mejorar en calidad, va a ser el 100%”, pronosticó Nozar.

Por ahora, el Colegio está lejos de pensar cómo llegará a los usuarios la información de que un médico está recertificado, pero es probable que sea un dato de interés que empiece a pesar a la hora de elegir con qué médico atenderse.

Delgado hizo énfasis en que el programa dirigido a médicos generales tiene que surgir de “una comisión de educación médica continua multiintegrada, que el Colegio invite, coordine y articule con los gremios médicos, con las facultades, con los prestadores integrales, y consensúe con todos”.

Todo esto tiene un costo, aclaró Delgado. “Llegar a todos los médicos generales o a todos los especialistas requiere una actividad docente”, señaló, que se pretende que esté a cargo de personas referentes de las diferentes cátedras e integrantes de sociedades científicas, que deberán tener “una dedicación horaria docente muy importante y de todos los meses para llegar a la cantidad de médicos a los que cada programa apunta”, puntualizó. Para financiar la formación médica continua se echará mano a la cuota que pagan cada mes los colegiados –que es obligatoria– y, previendo que puede no ser suficiente, Delgado dijo que aspiran a contar con recursos para desarrollo profesional médico continuo que han sido aportados en el marco de las negociaciones salariales –la meta 5, que ha pagado la Junta Nacional de Salud a los prestadores para que transfieran a los trabajadores que reciben capacitación–. Además, Delgado especificó que la idea es que los prestadores de salud se adhieran y “se comprometan con mejorar las condiciones o generar ámbitos u horarios en que los médicos puedan actualizarse como ha sucedido con la meta 5”, porque “el multiempleo conspira contra la posibilidad de actualizarse fuera del horario de trabajo”.

Delgado y Nozar explicaron que el objetivo de las jornadas era “conocer las diferentes necesidades y posibilidades” que tienen los médicos en los diferentes espacios en donde trabajan, porque la realidad en el territorio nacional es muy distinta tanto entre Montevideo y el interior del país como entre el medio urbano y el rural. Del río Negro hacia el norte sólo reside 7% de los médicos, y en localidades que tienen menos de 5.000 habitantes y en áreas rurales la proporción cae a 1%. Los programas contendrán actividades virtuales y algunas presenciales. Delgado informó que estaban haciendo gestiones con Antel para asegurar la cobertura celular y de transmisión de datos en zonas rurales que tienen conectividad limitada, y con UTE, porque muchas veces a la baja conectividad se le suman los problemas de abastecimiento de energía eléctrica.

Bioética, conflictos de interés y bienestar

Mejorar la formación en bioética y en ética médica no es menor, apuntó Delgado. “La salud se ha ido comercializando cada vez más, implica una actividad muy importante que realizan las empresas que generan productos diagnósticos, terapéuticos, en salud, y los médicos tenemos que mantenernos independientes en nuestras decisiones y en nuestro accionar, también de intereses político partidarios”, señaló. Añadió que la comercialización de la medicina “hace que aparezcan cada vez con mayor frecuencia conflictos de interés o potenciales conflictos de interés a los que todos los médicos nos creemos inmunes”, pero que “son imposibles de evitar”. “Entonces, hay que transparentarlos y declararlos, tanto las instituciones como los médicos: cada paciente tiene derecho de saber con quién habla, qué otras actividades desarrollamos, y sabrá juzgar luego si puede existir un sesgo o no”, reflexionó.

Además de la formación médica continua y del énfasis en la cuestión ética, el Colegio Médico se plantea en estos tres años trabajar en el desarrollo del bienestar médico. Además de continuar apoyando el programa de Bienestar Profesional (Bienpro), que apoya a médicos que atraviesan problemas de salud mental, se apostará a que se den las condiciones apropiadas para el ejercicio de la profesión. Para eso, Delgado señaló que “se necesita que los prestadores del SNIS provean los medios necesarios para que el médico haga diagnósticos, tratamientos y tenga un lugar de estadía en su lugar de trabajo que le dé las mejores condiciones para su desarrollo profesional”, y que el MSP, mediante “políticas de salud apropiadas, puede contribuir a asegurar la actualización médica y el desarrollo profesional adherido a los principios establecidos en el Código de Ética Médica”.