En el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, Cristina Larrobla, profesora agregada de la Clínica de Psiquiatría de adultos de la Universidad de la República (Udelar) repasó algunas pautas de prevención a tener en cuenta como sociedad, en diálogo con _la diaria. Larrobla señaló que, aunque hay “muchísimas puntas” de abordaje desde la medicina, entiende que los países que han aplicado campañas contra el suicidio que han demostrado ser efectivas, entre otras cosas, dejaron de considerar al sector sanitario como el único responsable de abordar la temática.
“Genera una presión muy grande en el personal de la salud”, aunque está claro que aún se pueden introducir varias mejoras, por ejemplo, “seguir formando recursos humanos”. Es un tema en el que son importantes “muchísimos actores sociales”, remarcó.
Por otra parte, apuntó que diversificar el tema es favorable también porque el médico actúa “cuando la situación ya tiene un nivel de riesgo o desarrollo importante”, es decir, cuando ya hubo un hecho “prácticamente consumado” y para no llegar a tal punto es recomendable acudir a una perspectiva “mucho más amplia” que la que abarca al sistema sanitario.
Según Larrobla, ámbitos como la educación, las asociaciones no gubernamentales, y el propio Estado, “con políticas que se sostengan a lo largo del tiempo y no sean cosa de un día”, son esenciales para detectar y, en el mejor de los casos, prevenir situaciones que anteceden a determinados comportamientos.
Por otra parte, remarcó que la situación en Uruguay no es favorable y que las cifras continúan creciendo. Entre enero y mayo de 2022 se registraron “349 suicidios, cifra que creció en 25% con respecto al mismo período del año anterior”, recordó. Agregó que las cifras suben cada año y que los suicidios se focalizan en poblaciones, por ejemplo, en adolescentes. “Los liceos están teniendo que desplegar protocolos para contener a los docentes”, contó.
Acotó que en Uruguay hay “suicidio masculinizado” debido a que la diferencia entre la cantidad de mujeres y hombres que se suicidan “es grandísima”. Uno de los motivos de la desigualdad se basa en que los hombres, también por “diversos factores sociales” que hacen a la masculinidad, “van perdiendo sus redes de sostén” por determinadas circunstancias personales, por ejemplo, “el desempleo y la pérdida de una rutina diaria”. Los seres humanos necesitamos de grupos “que nos den identidad”, remarcó.
En cuanto al tema suicidio en Montevideo y el interior del país, sostuvo que, si bien siempre se supo que lo favorable es no hacer una diferencia, “es cierto que en el interior la tasa de suicidios es muy superior” que en la capital. Agregó que si en Uruguay hay discriminación y estigmatización respecto al tema, “en el interior [se acentúa] mucho más”, por diversos motivos.
Por ejemplo, los medios de comunicación locales en el interior “son mucho más incisivos” con las personas cuando sucede algo”, un fenómeno que estudió y comprobó el grupo de Comprensión y Prevención de Conducta Suicida de la Udelar, según Larrobla. “En uno de los últimos estudios se analizó cómo cubrían el tema cuatro medios de prensa escrita” y “no se cumplían ninguno de los protocolos”, aunque “había cambios sustanciales respecto a cómo abordar el tema”, manifestó.
Por otra parte, se refirió a que si bien durante la pandemia por covid-19 “la muerte estuvo en la agenda diaria”, por ejemplo, en los reportes del Ministerio de Salud Pública, y aunque “generó un impacto porque no se hace con ninguna otra enfermedad”, comunicar una muerte por suicidio “impacta más”.
Concluyó en que la cantidad de muertes por suicidio en lo que va del 2022 “es un disparate” y un indicio de que “algo no está funcionando” y que es un llamado a que “hay que hacer un cambio importante” en el abordaje, la dirección de los mensajes y las políticas.
Guía de Postvención
Esta semana, la Administración de Salud de los Servicios del Estado (ASSE) presentó una Guía de Postvención por suicidio en adolescentes para implementar en el primer nivel de atención de los centros de salud, que indica cómo se debe intervenir en estos casos. Además, en la presentación de la herramienta, el presidente de la institución, Leonardo Cipriani, agregó que ASSE creó un nuevo grupo de expertos para capacitar a quienes trabajan en urgencia y emergencia, acción que se suma “al aumento de cargos de psiquiatría y psicología” en salud pública.
Cipriani indicó que “399 usuarios” de ASSE se suicidaron durante 2021, lo que “a nivel personal significa un fracaso”. Por último, adelantó que ASSE trabaja en la creación de un centro de atención diurna para atender a personas que hayan tenido intento de suicidio.
El 15 de julio, en el Día Nacional de Prevención del Suicidio, el director del programa de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública (MSP), Horacio Porciúncula, informó que en 2021 hubo 738 fallecimientos a causa del suicidio, 20 fallecimientos más que en 2020. En cuanto a las cifras de 2022, mencionó que “no habrá mejoras en las cifras”.
En la misma oportunidad el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, mencionó que “Uruguay tiene una de las tasas de suicidio más altas de la región”, y reconoció la importancia de la necesidad de actuar ante la alta tasa de suicidios en personas mayores de 75 años, pero también mostró preocupación en jóvenes, debido a que el suicidio es una de las principales causas de muerte “en jóvenes de entre 15 y 29 años”.
Genética y salud mental
La región implementó test genéticos que detectan, en el caso de que se requiera, cuál es el medicamento más adecuado para tratar síntomas vinculados a los trastornos mentales que pueda padecer cada persona y obtener otra certeza en la receta. “A partir de una muestra biológica de sangre o mucosa bucal se extrae ADN [ácido desoxirribonucleico] y se analizan los genes en relación con el metabolismo de los fármacos”, explicó a la diaria Leandro Brust, jefe de farmacogenómica del laboratorio de análisis clínicos Dasa Genómica.
Al relacionar factores genéticos, personales y ambientales, la prueba permite poder indicarle al paciente “medicamentos que le provoquen la menor cantidad de efectos secundarios, que sean efectivos y no interfieran con otros tratamientos”, si es que hay otros en curso, acotó.
En concreto, a través de un análisis de genética, estilo de vida, y características biológicas de la persona, se evalúa una gama de fármacos recomendados según “efectos adversos y efectividad”. La prueba está disponible en Uruguay, Argentina, Chile y Colombia. El test se implementó debido a que entre la gran variedad de medicamentos que se pueden recetar en tratamientos asociados a los trastornos mentales, por ejemplo, la depresión, alrededor del 50% de las personas no se adaptan al primer medicamento recetado, algo que demora la eficacia de los tratamientos.
“Podemos decir que la mitad de los pacientes que usan el tratamiento necesitan hacer ajustes en las dosis o cambiar de fármaco”, reafirmó Brust. En este escenario, el factor genético “puede ser un gran aliado en la búsqueda de tratamientos eficaces y tolerables”, concluyó.