Las enfermedades no transmisibles, entre las que se encuentran las cardiovasculares, son aquellas que obedecen a diversos factores, como el estilo de vida o motivos conductuales. A su vez, son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo junto a otras afecciones habituales en la población, como el cáncer y la diabetes.

Para saber con exactitud cuántas personas mueren al año en Uruguay a causa de cada una de las patologías mencionadas, como es habitual, la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular elaboró un informe correspondiente a 2022, que también detalló la evolución del índice desde 2005 a 2022 e incluyó algunas comparaciones entre años puntuales.

El documento preliminar de la medición, al que accedió la diaria, tomó como fuente principal los certificados de defunción proporcionados por el Ministerio de Salud Pública (MSP). Según la información, en 2022 se registraron 39.321 defunciones y las enfermedades cardiovasculares fueron la primera causa de muerte: 9.238 (23% del total), mientras que las enfermedades oncológicas fueron la segunda, con 7.993 fallecimientos (20%), y en tercer lugar se ubicaron las enfermedades del sistema respiratorio, que sumaron 4.179 (10%). En menor porcentaje se registraron como factores las “causas externas” y el coronavirus.

El año pasado fallecieron casi la misma cantidad de mujeres que de hombres. Del primer grupo fueron 19.989 (alrededor de 50% del total), mientras que se registraron 657 fallecimientos menos de hombres. Al analizar las causas de muerte de los dos conjuntos poblaciones se evidenció que las enfermedades cardiovasculares fueron “la primera causa de muerte”. De todas maneras, hay algunas diferencias al desagregar por franjas etarias; por ejemplo, en jóvenes de entre 15 a 34 años el primer lugar lo ocuparon las causas externas, entre las que se destacan los suicidios.

Aunque las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el año a nivel global, entre hombres y mujeres hay algunas diferencias. Del análisis por sexo, independiente de la edad, surge que la mortalidad por enfermedad cardiovascular es mayor en los hombres. Sin embargo, al discriminar por causa y sexo, la enfermedad cerebrovascular fue la primera causa de muerte para las mujeres y la enfermedad isquémica del corazón lo fue para los hombres.

Evolución histórica

Por otra parte, en términos globales, entre 2005 y 2019 la mortalidad se mantuvo “constante”, con 960 defunciones cada 100.000 habitantes por año. En 2020, año en que se declaró la emergencia sanitaria, se registró una mortalidad de 920 cada 100.000 habitantes y tanto en 2021 como en 2022 se observó una mayor mortalidad respecto de los años prepandemia, con 1.160 y 1.106 defunciones cada 100.000 habitantes.

Si bien las principales causas de muerte en los últimos 17 años fueron las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades respiratorias, se observó una disminución de la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares hasta 2020, que llegó incluso “a valores similares de la mortalidad por cáncer”. Sin embargo, en 2021 y 2022 la mortalidad por enfermedad cardiovascular volvió a aumentar y se alejó de la mortalidad por cáncer.

En el caso de la mortalidad prematura (antes de los 74 años) por enfermedades isquémicas del corazón, es decir, aquellas que afectan los vasos sanguíneos del órgano, en 2022 su incidencia disminuyó con respecto a 2021 y se ubicó “por debajo de los años prepandemia”, al igual que la mortalidad prematura por enfermedades cerebrovasculares, que registró “una tendencia decreciente” y también se mantuvo en niveles similares a los años prepandemia.

Pobreza y mortalidad

Las enfermedades también se relacionan con la pobreza. En este sentido, el estudio consideró las desigualdades sociales en los patrones de mortalidad e índices de pobreza, específicamente en 62 barrios de Montevideo. La muestra concluyó que “la masculinización de la mortalidad” se ubica en las zonas más vulnerables, donde quienes fallecieron con 75 años o más son “la excepción”. Este último grupo tiene mayor presencia de mujeres y esto se relaciona con que residían en zonas con menor porcentaje de pobreza.

La tasa de mortalidad para los menores de 15 años en la región de mayor vulnerabilidad social –las zonas de la capital más alejadas del centro– es aproximadamente “ocho veces mayor” que la registrada en la región de menor vulnerabilidad social, ubicada en el centro de la ciudad. A su vez, la tasa de mortalidad de las personas de entre 15 y 34 años es “más de dos veces mayor en la zona periférica respecto a las zonas céntricas”, y la tasa de mortalidad entre los 35 y los 54 años correspondiente a la zona periférica “duplica la tasa” registrada en la región de menor vulnerabilidad. Desde los 55 años en adelante se mantiene la tendencia.