Algunos días atrás, se adelantaron los resultados de un informe realizado por un equipo interdisciplinario de la Universidad de la República (Udelar), integrado por investigadores de la Cátedra de Neonatología y del Departamento de Obstetricia de la Facultad de Medicina, junto a otros de la Escuela de Nutrición. A partir de estos datos, se dio a conocer que uno de cada seis niños nacidos en el Centro Hospitalario Pereira Rossell presenta una deficiencia de vitamina B12, a la que se accede mediante el consumo de alimentos de origen animal.
La información surgió en el marco del interés por conocer los factores que se presentan durante el embarazo y los primeros años de vida de las personas, “que pueden afectar su crecimiento y su desarrollo a largo plazo”, contó a la diaria el neonatólogo Mario Moraes. De acuerdo a su relato, luego de haber llevado adelante una investigación similar sobre los niveles de ferritina, estudiar la presencia de la vitamina B12 en embarazadas y recién nacidos era fundamental, en especial, si se reconoce que “una adecuada nutrición y la ausencia de tóxicos durante la gestación van a tener un efecto positivo sobre el crecimiento y el desarrollo de los niños de nuestro país”.
Por medio de encuestas en las que se recabaron datos referidos a la alimentación de 133 mujeres gestantes, fue posible observar que 43,5% presentaba un consumo de deficiente de la vitamina. También se realizaron mediciones de los niveles en sangre al momento del parto, tanto en ellas como en sus hijos recién nacidos. Así se supo que 33% de las mujeres y 17% de los recién nacidos presentaban un déficit de la vitamina.
Del total abarcado, sólo una era vegetariana y estaba suplementada. La nutricionista Florencia Ceriani, participante en el proyecto, destacó en conversación con la diaria que la idea no es declararse en contra de una alimentación libre de productos de origen animal. Lo primordial es que “quien desee seguir ese tipo de patrón de alimentación conozca la importancia de un asesoramiento correcto para poder suplir esos nutrientes”, aseguró.
Políticas
Por otro lado, Moraes se detuvo en que “cada vez nacen menos niños en nuestro país” y subrayó que, por lo tanto, los menores “tienen un valor importante” y “su desarrollo y sus potencialidades tienen que ser logradas en su máxima expresión”. En ese sentido, el neonatólogo se refirió a “un concepto que se ha expresado desde hace mucho tiempo”: el de “la transmisión transgeneracional de la pobreza o de la vulnerabilidad”, que plantea que “no sólo se transmiten las enfermedades, se transmite también la potencialidad del ser humano”.
De acuerdo a una investigación difundida por el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, en Uruguay la tasa global de fecundidad se ha reducido a cerca de la mitad desde 1996. Entre ese año y 2005 los nacimientos pasaron de 59.000 a cerca de 48.000, y luego de un período de estabilidad, desde 2016 a 2022, la cifra se redujo a 32.000.
“Los trabajos que hemos hecho desde la academia, y que por suerte se siguen haciendo, no hacen más que ratificar que debemos ir antes de la infancia, porque si no llegamos tarde”, manifestó el exdirector de Neonatología del Pereira Rossell, Daniel Borbonet, en diálogo con la diaria. El doctor eligió detenerse en el carácter social y político de la situación, que “va de la mano con la pobreza infantil”, a la que debería empezar a sumarse la idea de “embarazos vulnerables”.
A la vez, la clave es comprender que las deficiencias nutricionales “afectan el desarrollo cognitivo” y repercuten, además de en la infancia, en la adolescencia, donde “se hace más difícil la rehabilitación y la inclusión educativa y laboral”, afirmó Borbonet. En consecuencia, lo necesario es implementar políticas de Estado “duraderas”, “que no solamente sean de una administración”. A modo de ejemplo, el neonatólogo mencionó las transferencias monetarias, como las que brinda el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), y dijo que, aunque “son bienvenidas”, necesitan de “programas que las acompañen”, pues la desnutrición no es un problema “unidimensional”, referido únicamente a los ingresos económicos, sino que se relaciona con “necesidades básicas insatisfechas” en las áreas de la educación y la vivienda.