“Eutanasia, del antiguo griego... Buen morir, muerte digna, es un derecho a decidir, no sustituye lo ya existente, no impone conducta”. Así comenzó a fundamentar a favor del proyecto de ley de muerte digna, este miércoles en la cámara alta, el senador frenteamplista Daniel Borbonet.
La discusión, que concluyó con la aprobación definitiva de la Cámara de Senadores al proyecto, con 20 votos en 31, se extendió desde las primeras horas de la mañana hasta pasadas las 22.00.
Como estaba previsto, luego del extenso debate en el plenario, el texto se aprobó con los votos del Frente Amplio (FA), del senador colorado Andrés Ojeda y de la senadora nacionalista Graciela Bianchi. Y dado que el proyecto ya había sido aprobado en la Cámara de Diputados y este miércoles se votó sin modificaciones, finalmente la regulación de la eutanasia en Uruguay es ley.
“Hoy nos convoca la enorme responsabilidad de legislar sobre un derecho: cómo transitar el final de la vida”, continuó Borbonet, y afirmó que “legislar o no legislar sobre este tema no es un dilema nuevo”, sino que forma parte de “un debate de larga data, nacido a partir de situaciones reales y concretas que han atravesado y atraviesan pacientes, familias, profesionales, legisladores y la sociedad toda”.
Al igual que el diputado del FA Luis Gallo durante la votación en la cámara baja, Borbonet compartió este miércoles en sala algunos testimonios de personas a favor del proyecto. “Venimos hoy aquí a pedirles que confíen en los que vivimos estas experiencias. No es necesario vivirlo para comprenderlo. No importa si somos profesores, abogados, contadores, escribanos, sociólogos o simplemente ciudadanos. Todos creemos y sentimos que vivir es un derecho, tanto en la salud como en la enfermedad, pero nunca debe ser una obligación porque otros no comprenden ese sufrimiento insoportable”, leyó.
El senador frenteamplista señaló que el proyecto tiene tres elementos centrales: la autonomía, la libertad y la dignidad. Dijo que la iniciativa es el resultado de “una sociedad que desde hace años reflexiona y reclama respeto por la autonomía del paciente para que decida en el final de su vida”, y reiteró que la legalización de la eutanasia “no obliga” ni tampoco “impone conductas”.
El proyecto tiene como principal propósito regular y garantizar el derecho de las personas a “transcurrir dignamente el proceso de morir en las circunstancias que ella determina”. En tal sentido, establece que “toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que curse la etapa terminal de una patología incurable e irreversible”, tiene derecho, a su pedido y bajo un determinado procedimiento, a que “se le practique la eutanasia para que su muerte se produzca de manera indolora, apacible y respetuosa de su dignidad”.
Borbonet sostuvo que en la redacción existe “un equilibrio” entre “las suficientes garantías” y el tiempo previsto para la aplicación de la eutanasia, “evitando muchas veces tiempos burocráticos de semanas o de meses”.
Por último, el senador del FA señaló que “los avances sociales más significativos” en la historia de la sociedad uruguaya “han estado siempre precedidos por intensos debates, resistencias profundas y por temores comprensibles frente al cambio”. A modo de ejemplo, mencionó las aprobaciones del voto femenino, la posibilidad legal del divorcio, la interrupción voluntaria del embarazo y el matrimonio igualitario. “Cada uno de estos pasos, en su momento, fue entendido por algunos como un retroceso, [pero] hoy con el tiempo sabemos que fueron derechos, conquistas”, afirmó.
Kramer: “El corazón de este proyecto es la autonomía”
Por su parte, la senadora frenteamplista Patricia Kramer, quien preside la Comisión de Salud de la cámara, puntualizó que hubo una voluntad de la mayoría de no demorar más el proyecto.
“Legislar es un imperativo ético. Voy a votar desde la voluntad de garantizar la voluntad y la autonomía. Entiendo que está dentro de las cosas más difíciles de reconocer dentro de lo que este proyecto de ley nos exige: reconocer que nadie nos pertenece y que hay dolores que no pueden ser mitigables”, expresó.
Para Kramer, apoyar o no la propuesta es habitar un paradigma en el que entendemos que el otro no nos pertenece. “Para mí no hay nada más conmovedor que una madre que lucha por el derecho de su hijo de acceder a la eutanasia, voto sabiendo que nuestro rol no es juzgar la decisión, es garantizar o no el derecho; eso hacemos hoy acá los que votamos o no el proyecto”, agregó.
“El corazón de este proyecto es la autonomía”, dijo, y citó a Empatía Uruguay en una de las comisiones: “Afirmar que todo sufrimiento puede ser aliviado es una arrogancia, porque el dolor es una experiencia profundamente subjetiva que sólo el paciente puede medir en su cuerpo, sus valores y su historia”.
Esta ley es una herramienta, pero cuando se escucha en la voz de alguien que está sufriendo, es una necesidad, “la única solución a lo que no tiene solución”, manifestó la senadora.
“La opinión pública nos está diciendo que nos hagamos cargo de esto. Mi voto depende únicamente de ser un acto de justicia social para quienes están obligados a sufrir mucho dolor por un vacío legal”, resumió.
- Leé más sobre esto: ¿Qué países permiten la eutanasia en el mundo y en qué se diferencian de la normativa en discusión en Uruguay?
Bordaberry: “Esta ley tiene problemas de redacción muy grandes y profundos”
Luego de Borbonet expuso, apoyándose en un powerpoint, el senador colorado Pedro Bordaberry, contrario a la iniciativa. “Hoy estamos aprobando de apuro una ley, sin cambios, cuando todos sabemos que tiene problemas de redacción muy grandes y profundos”, aseveró. Dijo que el proyecto está escrito “desde el punto de vista médico”, sin la perspectiva jurídica, con lo cual “incurre en una cantidad de problemas graves”.
Entre estos supuestos problemas de redacción, Bordaberry cuestionó el procedimiento para la aplicación de la eutanasia, que, a su juicio, contiene “un emporio de cosas complicadas y mal redactadas”. “Los viejos quedan incluidos acá, la vejez queda incluida acá, por mala redacción; estoy seguro de que nadie quiere incluirlos, pero los incluyeron”, alertó.
Desde el punto de vista constitucional, en tanto, Bordaberry dijo que se está creando “un derecho a la muerte contra un derecho a la vida”. “Si quisieran ir por este camino, lo que tendrían que hacer es decir: ‘Miren, respetando el derecho a la vida, yo lo limito para el caso de compasión o lo que sea’, [pero] lo están logrando de una forma inconstitucional. Están creando un antiderecho”, afirmó.
Asimismo, Bordaberry mencionó que “el fundamento teórico de todo esto” proviene de “los autores alemanes de la década del 20” Karl Binding y Alfred Hoche, en quienes “se basó después el nazismo para la eugenesia, y después de la eugenesia para la eutanasia, para hacer casas donde matar. ¿A quiénes? A los viejos, a los débiles. ¿Y por qué? Porque querían ahorrar dinero, porque gastaban mucho dinero los que llegaban a esa situación”.
“Libertad para elegir, eso es lo que reclamamos”, dijo Ope Pasquet
El impulsor de la propuesta y exdiputado colorado Ope Pasquet asumió la banca de Silva, quien se la cedió para que desde allí defendiera el proyecto. En principio, lo calificó como una “ley liberal, humanista, en la que trabajamos durante mucho tiempo con profunda convicción”, que les va a permitir a las personas que “padecen sufrimientos insoportables por enfermedades incurables decidir libremente sobre el final de su vida y contar con ayuda médica para su decisión”.
En cuanto a la contraposición que se hace entre eutanasia y cuidados paliativos, agregó: “Muchos seguramente quieran cuidados paliativos y contención que los ayuden a llegar hasta el final, pero otros, seguramente una pequeña minoría, ven y sienten las cosas de otra manera, no se resignan a padecer la situación hasta que les llegue la muerte natural, querrían dejar de sufrir y de hacer sufrir, adelantar su muerte y, cuando lo piden, les dicen que no es posible”. “No hablamos de situaciones imaginarias”, dijo, y recordó a quienes fallecieron esperaron la aprobación del proyecto, entre ellos, Fernando Sureda, quien tenía esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
También se refirió a la libertad. “Entiendo que las personas tienen derecho a decidir sobre su propia muerte y a recibir ayuda médica para ejecutar su decisión: lo que define y constituye la dignidad del ser humano es su libertad, para decidir el curso de nuestra vida en el acierto y en el error, eso es lo que nos distingue de los demás seres vivos” y “la libertad debe llegar hasta el momento de la muerte, que es parte de la vida. No hay razón que justifique negar a una persona el derecho de tomar la última decisión de su existencia”.
Lo que el proyecto en consideración propone es que, en circunstancias extremas de dolores insoportables y males incurables, se permita al paciente tomar la decisión que considere adecuada para el final de su vida y se pongan a disposición los medios necesarios, alegó. Aunque resulta obvio, “hay que aclarar que lo que vale para quienes sufren enfermedades incurables y dolores atroces no vale para quienes no se encuentran en esa situación: sería absurdo que pretendiera ayuda para morir el estudiante que está triste porque perdió un examen o el hincha que sufre porque su equipo no salió campeón”, dijo en referencia a quienes entienden que de ser aprobada, la eutanasia sería aplicada en una amplia cantidad de situaciones.
“Nuestra propuesta no le impone nada a nadie, respeta la pluralidad de las opiniones sobre el asunto. Es libertad para elegir, eso es lo que reclamamos: que cada cual siga el estado de su conciencia. El que quiera eutanasia, que la pida, y el que no la quiera, que la rechace; la misma libertad que tendrán los pacientes la tendrán los médicos y el equipo asistencial, a través de la objeción médica”, sostuvo.
Por su parte, Ojeda agregó que se trata de una cuestión de derecho penal, no filosófica, no moral y no religiosa. El centro está en “a quién queremos llevar preso y por qué”, sostuvo. Acaso “¿no sabemos que hay casos de eutanasia activa y pasiva pacíficamente consentidas por toda la sociedad? ¿Alguien denuncia ahora a los médicos que aplican sedación?”, se preguntó.
Sobre el proyecto, agregó que no es perfecto, pero “es un avance sustantivo”. “Cuando se trata de derechos, uno tiene que estar particularmente orgulloso, esto es un avance neto en materia de derechos. Lo que ahora es admitido en forma clandestina por lo menos tiene un texto que intenta decir algo”. Trata la dignidad humana, “un concepto bastante nuevo en derecho penal que ha funcionado muy bien; no hay dignidad sin libertad, no hay vida sin libertad”, concluyó.
En la legislatura pasada “no se pudo sacar el tema de la comisión”, reconoció Bianchi
La senadora Bianchi se refirió al trabajo previo a esta jornada y fue crítica con el tratamiento del proyecto en la legislatura anterior. “Quiero ser crítica con cómo se manejó el tema en el Senado en el período pasado: no se pudo sacar el tema de la comisión”, a pesar de que “algunos insistimos, porque el derecho es del cuerpo [de la cámara], la comisión asesora, pero no lo logramos”, recordó.
La democracia representativa “es lo que mejor funcionó”: lo demostró la votación en Diputados. “Desde que [el proyecto] salió de la comisión siento paz, porque tengo certezas, no hay cosa peor que la incertidumbre; paz por los que piensan como yo y por los que piensan distinto”, agregó Bianchi.
“Voy a ser la única del PN en votarlo y me siento muy orgullosa porque así funciona la democracia. Hay mucha gente que no siente paz por las enfermedades que está atravesando. Yo lo que quiero es tener el derecho de elegir”, afirmó.
Sobre la propuesta dijo que el proyecto es garantista. “Que se puede mejorar, sí, pero se puede mejorar en cualquier momento”. Hoy todos, “votemos lo que votemos, tenemos que irnos tranquilos de conciencia, porque les estamos dando la opción a personas que piensan igual o distinto que nosotros, porque ahora no existe la opción”, y “hay que confiar en el sistema, en los médicos y en la vigilancia que va a tener”, afirmó.