El Centro para la Diplomacia en Salud Global del Instituto Joep Lange (JLI), con sede en Ginebra, Suiza, es una institución que promueve modelos innovadores de cooperación internacional en salud global y trabaja para influir en políticas que beneficien a todas las personas. Esta diplomacia en salud mundial es un campo que articula negociaciones e interacciones entre gobiernos, sociedad civil, agencias multilaterales y financiadores públicos y privados.
De esta forma, el centro busca contribuir activamente al logro de objetivos internacionales en salud y a la construcción de sistemas más equitativos y sostenibles que respondan mejor a los desafíos globales y regionales.
Sus autoridades visitaron Uruguay para conversar con representantes del gobierno sobre la intención de la nueva administración nacional de promover un desarrollo equitativo y soberano de biotecnologías en nuestro país.
El objetivo de JLI fue generar una conversación estratégica acerca de cómo la cooperación internacional puede robustecer el ecosistema nacional de biotecnología, cómo puede crear una hoja de ruta que siga estándares y certificaciones internacionales y tender puentes entre capacidades locales, plataformas multilaterales y organismos e instituciones de otros países alrededor del mundo.
En diálogo con la diaria, el director de la institución, Christoph Benn, afirmó lo siguiente: “Vemos que Uruguay podría ser un actor muy importante. Es un pequeño país de Latinoamérica, pero podría ser un país pionero que sea influyente en muchos de sus vecinos más grandes como Brasil o Argentina. Esta es la razón por la que estamos encantados de estar aquí, y la visión del nuevo gobierno es algo que realmente apreciamos y que nos gustaría apoyar todo lo que podamos”.
“Uruguay es un pequeño país, pero con gente brillante y con instituciones científicas también brillantes, pero creemos que podrían ser más efectivas aún si estuviesen conectadas de forma más cercana a las organizaciones internacionales que también apoyan la investigación y la ciencia”, agregó.
Rafael García, gerente de proyectos de JLI, en diálogo con la diaria, afirmó que desde el instituto “intentan entender cuáles son los retos y los desafíos de los distintos países”.
“Trabajamos en articular de la mejor manera las prioridades de un país con la agenda internacional. Identificamos algunos países y hacemos una articulación con sus iniciativas donde creemos que puede haber sinergias estratégicas”, afirmó.
El centro y su misión
El nombre del instituto homenajea a Joep Lange, médico e investigador neerlandés especializado en infectología y referente en la lucha contra el VIH en Países Bajos.
Lange tenía un sólido compromiso con el desarrollo de un tratamiento contra el sida que fuese accesible a todos, en particular para combatir la epidemia en África. Fue presidente de la Sociedad Internacional del Sida (IAS) entre 2002 y 2004 y se desempeñaba como profesor de la Universidad de Ámsterdam.
Desafortunadamente, Lange falleció en 2014 cuando su avión voló sobre Ucrania cuando se dirigía a ese país hacia una importante conferencia internacional sobre el sida.
“Joep Lange fue investigador muy valioso en relación con la salud global y la equidad. Fue una de las personas que crearon tratamientos asegurándose de que estuvieran disponibles en África y muchos otros países que no contaban con estas herramientas”, sostuvo Benn.
Y agregó: “Luego de su muerte, el instituto fue creado con su nombre para continuar su legado; esto incluye su vocación por la investigación, por la salud y por la atención hacia la gente más pobre en el mundo. El instituto hoy continúa con su legado promoviendo tecnologías digitales y, actualmente, inteligencia artificial [IA] en el campo de la salud. Queremos usar la ciencia y sus avances en lo que tiene que ver con nuevas tecnologías como la salud digital o la IA para mejorar la salud de la gente alrededor del mundo”.
Por su parte, García afirmó que “la misión del instituto es avanzar y expandir estos modelos de cooperación y financiamiento internacional ante los desafíos y los cambios que el mundo enfrenta”.
“Nuestra misión es trabajar por los derechos humanos, por la solidaridad, por el acceso equitativo a tecnologías y al conocimiento”, reafirmó.
Uruguay y la posibilidad de tener un rol activo en el desarrollo de vacunas
De entre las distintas plataformas de cooperación internacional que apoya JLI, una de las que promueve en nuestro país es la Coalición para las Innovaciones en Preparación ante Epidemias (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, CEPI).
CEPI es una fundación público-privada que recibe donaciones de organizaciones públicas, privadas, filantrópicas y de la sociedad civil y que tiene como objetivo financiar proyectos de investigación independientes que permitan desarrollar vacunas contra enfermedades infecciosas emergentes. Su sede se encuentra en Noruega y fue fundada en 2017.
García sostuvo que la participación de Uruguay en estas organizaciones como CEPI “le permitiría llevar la voz y la perspectiva de la región y beneficiarse de estas redes de conocimiento y de financiamiento, y también de informar la propia estrategia del país”.
“Se trata de saber dónde se debe invertir, dónde están las mejores oportunidades, qué enfermedades se están observando, cuáles son las tendencias, etcétera”, expresó.
“También le permitiría conectar su base científica con otras universidades. Sabemos que esto ya lo hacen, pero esta participación es un extra que le da un impulso a esta apuesta tan importante que esta nueva administración está haciendo en materia de innovación y desarrollo al futuro, y consideramos que esta es la apuesta correcta. Como país, han invertido mucho en educación, y ahora pienso que deben seguir desarrollando esas capacidades para que puedan ser una economía basada en el conocimiento”, agregó.
Por su parte, Benn afirma que la investigación y el desarrollo de las vacunas es “una de esas futuras tecnologías en las cuales Uruguay puede jugar un rol importante”.
“Estamos al tanto de los planes de la Universidad de la República [Udelar] en este sentido y de la capacidad que tiene, pero esta investigación es un buen ejemplo de por qué se necesita apoyo internacional. Ningún país por sí solo puede desarrollar vacunas de principio a fin ni producirlas y distribuirlas”, afirmó.
Desde la institución recuerdan particularmente la pandemia de covid-19, cuando de pronto el mundo necesitaba la vacuna para combatir ese nuevo patógeno. La investigación para desarrollar esa vacuna contra la covid-19 tomó apenas poco más de 300 días, pero fue producida en grandes países como Estados Unidos y China y también en Europa, y muchos países en el Sur global estuvieron luchando para poder acceder a vacunas de calidad.
“Desde la pandemia, como comunidad global que somos, nos dijimos a nosotros mismos que necesitábamos cambiar la situación de desigualdad e inequidad a la hora del acceso a las vacunas e incrementar la capacidad para desarrollarlas y que estas puedan ser producidas y distribuidas en muchos más lugares. Aquí es donde Uruguay puede jugar un gran rol para Latinoamérica, y por eso nos gustaría que este país jugara un rol más importante en el futuro. Pensamos que tienen muy buenas instituciones científicas como la Universidad de la República o el Institut Pasteur”, aseguró.
La regulación de la inteligencia artificial como herramienta para la salud
Otra de las plataformas que JLI promueve es Health AI. Con sede también en Ginebra, es una organización sin fines de lucro con el objetivo de expandir la capacidad de los países para regular la IA en la salud.
Health AI trabaja junto con los gobiernos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y muchos otros actores dentro del sector de la innovación en salud para fortalecer la gobernanza y la regulación de la IA para generar confianza, promover la equidad y aprovechar el potencial de las tecnologías emergentes.
Además de ser el director de JLI, Benn también es el presidente de la junta dentro de esta agencia global para la responsabilidad en IA y salud.
“Uruguay todavía no ha desarrollado a pleno agencias de regulación para la certificación y la validación de herramientas de IA, y lo que estamos ofreciendo es que nos gustaría trabajar con este país para ayudarlos a construir su propia capacidad, para que el propio Uruguay pueda validar herramientas o innovaciones en IA. Para esto se necesita de este puente, que es Health AI, entre los estándares internacionales ubicados en Ginebra y Nueva York, y la aplicación de todo esto en el territorio uruguayo”, sostuvo Benn.
García, por su parte, reflexiona acerca de la “ola de innovación” en IA: “Esto está avanzando muy rápido, entonces los países tienen que desarrollar rápidamente capacidades para poder regular estas tecnologías, asegurar que sean seguras y, al mismo tiempo, también garantizar el acceso y el desarrollo de estas tecnologías”.
“Si Uruguay está apostando a un desarrollo y a una innovación de tecnologías que muchas de ellas probablemente van a utilizar la IA, también es importante que se ponga al día en cómo se va a regular esta IA, para que las empresas que van a apostar por estos recursos para crear nuevos productos y herramientas para la salud puedan rápidamente implementarlos en Uruguay y, por qué no, haciendo este puente con Health AI, siguiendo estándares internacionales, para que puedan volverse rápidamente accesibles en otros mercados creando todo un ecosistema”, aseveró.
La importancia de ser pionero en la región
Benn asegura que Latinoamérica, en general, está poco representada en estas organizaciones internacionales como CEPI: “Consideramos que Uruguay podría ser un pionero en Latinoamérica en acompañar estas coaliciones jugando un rol activo. Esto es lo que sugerimos porque sentimos que estamos alineados con las prioridades que tiene este gobierno a la hora de desarrollar herramientas de biotecnología. Es una situación de ganar-ganar, Uruguay participa y, a su vez, también tiene más acceso a información y a posibilidades de fundar redes de cooperación”.
Asimismo, el director de JLI asegura que Uruguay puede ser un pionero porque, en general, Latinoamérica aún no está integrada en muchas de estas organizaciones.
“Países grandes como Brasil, Argentina y México a veces piensan que son autosuficientes, y a menudo son los países más pequeños los que manejan más innovación y tecnología”, sostiene.
Y agrega: “Los países más pequeños dependen más de estar conectados, y más en el mundo actual, porque incluso los países más grandes no pueden llevar adelante estos desarrollos sólo por sí mismos, aunque piensen que son lo suficientemente grandes. Por eso pensamos que Uruguay, con esta nueva dirección que quiere tomar este nuevo gobierno, plantea un escenario propenso a unirse a otros países que han hecho el mismo proceso de inversión e innovación en tecnología”.
Por su parte, García considera que Uruguay es un país con condiciones “bastante positivas”, y lo ve como un país “estable, con instituciones sólidas, con una democracia que funciona, en comparación con la región”.
“Que Uruguay espere a la región para avanzar en sus objetivos sería un error. Uruguay tiene que ponerse delante de la región y realmente ser quien la lleva adelante, porque cuando otros países vean que está a la delantera y que hizo las inversiones adecuadas lo van a seguir, porque está conectado con Brasil, con Argentina y con el resto del Mercosur, pero también tiene conexión con toda la región”, sostuvo.