Fue la primera mujer en ocupar un puesto en la Mesa Representativa del PIT-CNT. Laura Alberti se agremió al Sindicato Único de la Construcción y Anexos (Sunca) hace ocho años, apenas entró a trabajar a una fábrica de cerámica, aunque con un poco de duda –“tanto hombre intimidaba”–. Desde entonces fue ascendiendo dentro de la dirección de su gremio, y el año pasado llegó a los órganos de dirección del PIT-CNT. En su oficina en la sede de la calle Jackson recibió a la diaria el miércoles pasado, para una entrevista como parte del ciclo de presentación de las nuevas integrantes del Secretariado Ejecutivo, en la que sostuvo firmemente que “la clave para generar cambios es la lucha”.

¿Cómo arrancaste a militar?

Las circunstancias de la vida... Tuve la suerte de poder estar en casa con los niños mientras crecían, hasta que me separé y tuve que salir a buscar trabajo para sustentar la casa. Ahí entré a una fábrica de cerámicas y en una asamblea había que elegir delegados y me ofrecí.

¿Hace cuánto?

Ocho años. Fui primero delegada de base, después de mi centro de trabajo, luego participé en los Consejos de Salarios por el grupo 01, que es el de arquitectura y sus cuatro anexos –la cerámica, el hormigón, el peaje y la extractiva–. Luego integré la Dirección Nacional y ahí pasé a ser la primera mujer en la Mesa Representativa, hasta hoy que, por decisión de mis compañeros, llegué al Secretariado Ejecutivo.

¿Con qué te encontraste en este tiempo?

Con muchas cosas buenas, mucha solidaridad.

¿Qué significa para vos integrar el Secretariado Ejecutivo?

Una muy buena oportunidad y un desafío muy grande, siendo que me respaldan las peleas de las compañeras por participar en un ámbito de decisión y además por venir de un gremio que era más de varones. Yo siento que es doble la responsabilidad.

¿Cómo fue militar en un gremio donde eran mayoritariamente hombres?

En realidad la fábrica donde trabajaba éramos todas mujeres, la mayoría jefas de hogar. Cuando me mostraron la planilla del Sunca dije “bueno, ta”. Una compañera me llevó un día al plenario de delegados y le pregunté: “¿Qué hacemos acá?” [risas]. Pero en realidad nunca nos sentimos excluidas ni extrañas, al contrario, siempre fuimos bien recibidas.

¿Qué pensás que puede cambiar la presencia de un tercio de mujeres en el Secretariado?

La verdad, no sé si cambiará algo. Nosotras tenemos que militar en todos los ámbitos. Hoy la pelea no es solamente de mujeres. Las compañeras trabajamos muchas más horas, en el sentido de que además de nuestro trabajo remunerado tenemos que encargarnos de los cuidados y las tareas del hogar, entonces nos cuesta más militar. Nos han preguntado mucho si venimos a reivindicar temas de mujeres, pero en el ámbito sindical siempre estamos reivindicando temas de mujeres. Por ejemplo, venimos hace unos días de juntarnos con los trabajadores del citrus, donde la mayoría son mujeres, zafrales, que trabajan desde mayo a setiembre, a veces cuatro horas, dos veces por semana. Y todo el movimiento sindical pelea por esas compañeras. No sólo las mujeres. No es una lucha de género, sino de clases. Sí entendemos que las mujeres estamos relegadas, además de por ser mujeres por un montón de factores, entonces es una lucha en cada uno de esos ámbitos.

¿Cómo se puede llegar a una representación más paritaria en el movimiento sindical?

La cuotificación es una herramienta. No sé si es la mejor, pero en definitiva está disponible. Creo que a esto hay que sumarle militancia. Todas las compañeras tenemos que militar mucho: por lo que creemos, por lo que estamos convencidas. Creo que este último congreso, donde había 40% de mujeres y mucha participación de jóvenes, mostró un avance muy grande en estos términos. Los cambios pasan también por entender que podemos hacerlos. Si nos quedamos como observadores de lo que sucede y señalando lo que hay que cambiar sin movernos, los cambios no se dan. Por eso, si estoy convencida de que hay algo que cambiar tengo que participar y ser activa en el espacio que se dé para hacerlo. Tenemos que estar, participar, militar. La prueba es que hoy encontramos compañeras en la Secretaría de Organización, en la vicepresidencia, en la Secretaría de Salud Laboral, en la de Género y Equidad, en la de Jóvenes, en muchísimos niveles. Estamos ganando espacio y vamos a estar presentes para que los cambios se den. En este sentido también nos podemos quejar de que están matando compañeras, pero si no salimos a poner su voz en la calle esto va a seguir pasando. Entonces la clave es la lucha. Los cambios son con nosotras –sin nosotras no hay nada–, y codo a codo con los compañeros que se indignan con la realidad actual.

¿Con qué prioridades entrás al Secretariado Ejecutivo?

Con las prioridades del movimiento sindical: la Rendición de Cuentas y los Consejo de Salarios.

Ficha | 41 años. Dos hijos. Nació en Buenos Aires, donde sus padres habían ido a “probar suerte”. Al año vino a Montevideo. Vive hace 35 años en Cruz de Carrasco, en una cooperativa de vivienda. Hincha de Aguada. Le gusta el fútbol femenino e infantil. Último libro que leyó: El principito. Milita en el Partido Comunista.