El científico boliviano Ronald Vargas es oficial en Suelos y Tierras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y desde 2011 dirige la implementación de la Alianza Mundial por el Suelo. La semana pasada visitó Montevideo en el marco del XXII Congreso Latinoamericano de Ciencias del Suelo y, entrevistado por la diaria, destacó las políticas uruguayas vinculadas a la producción agropecuaria y aseguró que los planes de uso del suelo impulsados por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) son “un ejemplo” para la región, pero advirtió sobre los riesgos del monocultivo y las plantaciones intensivas, como las de soja y eucalipto, que se instauraron en nuestro país.

¿Por qué es importante la ciencia del suelo?

El suelo es llamado “recurso oculto” porque muy pocas personas conocen la importancia que tiene, aunque lo estamos pisando siempre. El suelo es importante, primero, porque 95% de los alimentos son producidos en él. Segundo, el suelo cumple funciones que son invisibles: por ejemplo, secuestrar o retener carbono. Con el cambio climático y el calentamiento global hay mucho dióxido de carbono en la atmósfera y el suelo captura y retiene ese carbono, aunque no lo podemos ver. Luego, el suelo se encarga de hacer el reciclaje y de regular los ciclos de los nutrientes. Hoy en día hay gran preocupación en los nutricionistas porque los alimentos ya no contienen los nutrientes que deberían, y los nutrientes vienen del suelo, el zinc, por ejemplo. El suelo es importante para el agua. Todos somos conscientes de su importancia porque cuando falta, se nota. El suelo es como una esponja que después de la lluvia la absorbe y la mantiene y la pasa a las capas subterráneas. Además, sirve como material para las construcciones y en muchísimas culturas es parte de la religión y la cultura.

En el Congreso Latinoamericano de Ciencias del Suelo hablaste sobre la necesidad de “decarbonizar la economía recarbonizando el suelo”. ¿Qué significa esto y cómo se consigue?

En el mundo hay varios acuerdos, como el Acuerdo de París y otros, que coinciden en la necesidad urgente de tomar acciones. Lo que se está tratando de evitar es que lleguemos a incrementar un grado y medio de temperatura en los próximos años, lo cual sería catastrófico. Hay conciencia de que tenemos que decarbonizar la economía, porque todas las actividades productivas contribuyen de una u otra manera a la emisión de gases de efecto invernadero y uno de ellos es el dióxido de carbono. Las industrias conscientes están invirtiendo mucho para tener procesos neutrales, en los que no haya emisiones de carbono. Una de las formas de lograrlo es recarbonizar los suelos. Hay muchos suelos muy ricos en carbono, por ejemplo en Uruguay. Cuanto más carbono hay en el suelo, más fértil y más saludable es, porque puede absorber más agua y hay más microorganismos. En el mundo hay pocos suelos con estas características, pero si no se manejan bien, lo que hacemos es emitir ese carbono y los suelos se van degradando, entonces necesitamos poner muchos más fertilizantes y hacer otras ingenierías para hacer que el suelo reaccione. Esto quiere decir que, sumando todos esos suelos que están degradados en el mundo que tienen potencial de volver a tener ese carbono, secuestraríamos una gran cantidad del dióxido de carbono que está en la atmósfera. Por otro lado, tenemos que evitar que el carbono que está en el suelo sea emitido. Entonces, se necesitan dos cosas: evitar las emisiones y secuestrar el carbono que se ha perdido.

¿Qué técnicas hay para lograrlo?

Hay varias, depende de si estás en la agricultura, si haces cultivos, ganadería o bosques. Cada ecosistema o uso tiene sus propias técnicas, pero básicamente lo primero que necesita el suelo para no ser degradado es que se lo disturbe lo menos posible, que no se utilice mucha maquinaria, por ejemplo, para arar el suelo, porque ahí se emite carbono. Para eso existen las técnicas de mínima labranza o siembra común [siembra directa], que son muy comunes aquí. Luego, hay que mantener el suelo protegido, por ejemplo, con los restrojos de los cultivos, que es mejor dejarlos para que el suelo no esté en contacto directo con el sol y la luz. Al hacer eso conseguimos que el restrojo se descomponga y se incorpore al suelo. También hay que evitar la erosión, un proceso muy degradante que lava los suelos y se lleva todo. Son medidas pequeñas pero que precisan esfuerzo e inversión y, sobre todo, convencer a la gente.

¿Cuál es la relación de la calidad del suelo con la calidad de los alimentos?

En términos nutricionales un alimento necesita contener no sólo macronutrientes, como fósforo, potasio o nitrógeno, sino también micronutrientes, como zinc, yodo, hierro, etcétera, que son fundamentales en el organismo. El magnesio, por ejemplo, es vital, y viene de la clorofila presente en las verduras. Si los suelos son pobres en magnesio, las plantas que salen de él no son ricas en magnesio. Si un suelo está pobre y degradado, los alimentos que salen de ahí también lo van a estar. Otro aspecto es la contaminación: si el suelo está contaminado con metales pesados, muchos de ellos que dañan la salud severamente, causando incluso cáncer, las plantas los absorben. Ahí hay un tema nutricional y otro de sanidad agropecuaria.

¿Falta conciencia social respecto de la importancia de cuidar los suelos?

Sí. Nosotros trabajamos desde 2011 en la concientización y sensibilización porque, lamentablemente, muy poca gente está enterada de lo que es el suelo, de las funciones que realiza, de la importancia que tiene para nuestra vida y de la magnitud que tiene un suelo que no está bien cuidado. Un ejemplo claro de eso es que en muchos lugares del mundo no hay buenas políticas de manejo de residuos y la gente agarra las baterías o pilas y las tira al suelo o al agua, sin darse cuenta del gran daño que está causando. Son pequeños daños que pueden causar efectos grandes, por eso es importante que la gente esté concientizada.

Viniendo a Uruguay, ¿qué diagnóstico hacés de la situación de nuestros suelos?

No es coincidencia que el Congreso Latinoamericano sea en Uruguay este año; Uruguay tiene una de las políticas de conservación de suelos más antiguas de la región. Siendo que la producción agropecuaria constituye uno de los ejes económicos fundamentales para el país, las autoridades han tomado en serio el tema suelos. Por ejemplo, mediante los planes de uso del suelo del MGAP. Nosotros invitamos al ministro de Ganadería para compartir esto con otros países porque es algo único, que poquísimos países tienen; es un ejemplo para la región.

¿Cómo afectan a los suelos los monocultivos o plantaciones masivas, por ejemplo de soja?

Con el monocultivo no sólo se debilita el suelo, sino que también se incrementa la incidencia de enfermedades. Pero la tecnología y el conocimiento científico en Uruguay son altos, así que se tiene conciencia de que para mejorar el nivel de productividad de los suelos en cultivos como la soja básicamente se deben incluir algunas prácticas como la rotación de cultivos y la incorporación de materia orgánica. Lo que sucede es que es un proceso, no es que el agricultor cambia de un día para el otro, hay que darle acompañamiento técnico y sensibilizarlo.

En los últimos años, de la mano de la instalación de las fábricas de celulosa, se registró un crecimiento de la forestación, por ejemplo, de eucaliptos. ¿Cómo afecta este tipo de producción a los suelos uruguayos?

El eucalipto es una especie muy demandante de agua. Se la ha usado porque tiene la ventaja de que crece muy rápido y ni bien cortas, vuelve a crecer. Eso es atractivo para cualquier usuario, pero es una bomba de agua, que extrae toda la que puede. Entonces, si tienes un lugar seco y pones eucaliptos se va a secar mucho más. Lo ideal sería usar especies nativas, pero si no se tienen que identificar las zonas aptas para ello y que no vayan en desmedro de otros usos que son más importantes, como los bosques naturales o las áreas protegidas. Si son plantaciones controladas, que mantengan corredores de biodiversidad y que no rompan el paisaje natural, ahí las cosas pueden funcionar. Hay varias técnicas de manejo forestal que permiten eso, por ejemplo, la combinación de especies, para que el impacto no sea grande, o la rotación de predios. El monocultivo o el cultivo intensivo a la larga agota el suelo y los recursos, por eso hay que evitarlo.

¿Cuál es el rol de la mujer en el cuidado del suelo?

El tema del género es fundamental en el tratamiento del suelo, porque en muchos países del mundo quienes están a cargo de la agricultura son las mujeres, y ese rol no se ve reconocido. Nosotros ahora mismo tenemos una consulta en línea porque estamos intentando promover una política para que las mujeres tengan el reconocimiento de la contribución que hacen por el manejo del suelo. Incluso en algunos casos las mujeres no tienen acceso a ser dueñas del predio. ¿Cómo podemos exigirles que manejen responsablemente el suelo si ni siquiera son dueñas de este?