El Grupo Interdisciplinario de Investigación-Acción sobre desigualdades en el medio rural (IADR) de la Universidad de la República (Udelar) presentó este lunes en la sede del PIT-CNT la guía Y las mujeres, ¿dónde están?, elaborada en conjunto con un grupo de mujeres sindicalistas, para abordar las desigualdades de género en los sindicatos rurales. Según los datos presentados en la cartilla, en los últimos años ha aumentado la cantidad de mujeres que trabajan como asalariadas rurales permanentes, pero persisten las dificultades para que estas accedan a los sindicatos y permanezcan en ellos.
En el 2000 las mujeres representaban 15% del total de trabajadores asalariados permanentes, mientras que en 2011 esa cifra ascendió a 20%, alcanzando un total de 11.379 mujeres y 45.188 varones. Los rubros en los que hay más mujeres trabajando como asalariadas rurales (92%) son aquellos considerados no tradicionales, como la fruticultura, la horticultura y la lechería, y es justamente en esos sectores donde hay más cantidad de trabajo zafral. Cuando las mujeres trabajan en tambos, es común que se ocupen de las tareas en las salas de ordeñe y en las guacheras, para cuidar y alimentar a las terneras. 42% de las mujeres se dedican a la cocina, contra 1% de los hombres; por su parte, 64% de los varones son peones, mientras que sólo 29% de las mujeres lo son. También es común que se las contrate para la plantada de caña, la siembra en los viveros o la recolección de frutas.
Los salarios que perciben las mujeres por estas tareas son inferiores a los que reciben los varones. La cantidad de mujeres empleadas en ocupaciones consideradas “no calificadas” es mucho mayor: 91% frente a 70%. Además, la investigación señala que es mucho más difícil que las mujeres accedan a puestos de trabajo como encargadas o capatazas, siendo estos puestos casi exclusivamente ocupados por varones. Según testimonios recabados en la guía, cuando un puesto de capataza o encargada de sector es ofrecido a una mujer, los compañeros hombres suelen oponerse a la decisión.
Respecto de la participación femenina en los sindicatos rurales, se afirma que es menor, y que cuando hay presencia de mujeres estas tienen dificultades para alcanzar posiciones de poder: no suelen ser voceras en la prensa o negociadoras en los Consejos de Salarios, sino que se dedican a la secretaría o la tesorería, tareas que se consideran “menos importantes” y pasan más desapercibidas. Otras veces, las mujeres no logran integrar los sindicatos por razones de género asociadas a las tareas de cuidado y del hogar y el tiempo que estas les insumen.
Los integrantes del grupo de Udelar a cargo de la investigación esperan que la cartilla sirva como “puntapié” para que se pueda profundizar en el asunto y que los trabajadores sindicalizados la utilicen como una herramienta para combatir la situación de vulnerabilidad de las trabajadoras rurales.