Durante la presidencia de Mauricio Macri, organizaciones sociales vinculadas con el trabajo informal, la subsistencia mediante la agricultura familiar, el reciclado de residuos y la venta ambulante impulsaron las ollas populares y las manifestaciones en reclamo de una ley que atendiera la emergencia social en Argentina. En el transcurso de cuatro años, estas agrupaciones de la llamada “economía popular” crecieron y se consolidaron. Ahora se preparan para que el cambio de gobierno del 10 de diciembre, cuando asumirá la presidencia Alberto Fernández, las encuentre en una nueva etapa.

El Frente Darío Santillán, Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa y otras 30 organizaciones se encontrarán en un plenario en diciembre para lanzar un sindicato común que represente a este sector de los trabajadores. Sus militantes se proponen dar este paso antes de incorporarse a la principal central sindical argentina, la recién reunificada Confederación General del Trabajo (CGT) y, sobre todo, luchar para que se reconozcan sus derechos y las tareas que desarrollan. Si bien en la CGT no hay una posición unánime al respecto, a comienzos de noviembre esta central sindical invitó a varios de los dirigentes de la economía popular a su sede para participar en un acto junto con Alberto Fernández.

En conjunto

“Tenemos por lo menos seis millones de trabajadores en el sector privado, otros tres millones en el público, y nos quedan seis millones de personas a las que ni el mercado ni el Estado les van a resolver los problemas, aunque la economía crezca a todo vapor”, decía meses atrás Juan Grabois, dirigente de la CTEP, publicó el diario Tiempo Argentino. “Vamos a unificar a las organizaciones de la economía popular de todo el país en una especie de protosindicato”, dijo días atrás otro dirigente del sector, Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, a la radio El Destape. “Vamos a ir hacia una organización social única que va a unir a más de 40 organizaciones y, si tenemos que salir a la calle, saldremos”, agregó.

Pérsico, que defiende que un nuevo gobierno incluya en su gabinete un Ministerio de la Economía Popular, dio a conocer un posible nombre para la nueva organización sindical, Unión de Trabajadores de la Economía Popular, y dijo que es probable que “tenga una conducción unipersonal”. A su vez, Daniel Menéndez, dirigente de Barrios de Pie, dijo al diario La Nación que la unificación está en proceso y que seguirá después de la presentación pública del sindicato, con el foco puesto en “aglutinar los reclamos mayoritarios del sector”.

De acuerdo con la prensa argentina, se evalúan diversas fechas para presentar esta organización sindical. Estaba previsto que el encuentro se fijara para el sábado 7, pero ese mismo día Macri convocó al oficialismo a una manifestación en Buenos Aires como despedida de su gobierno. Una alternativa probable es el viernes 20.

Después de Macri

Las aspiraciones de la organización sindical encuentran una posición receptiva en el presidente electo, a quien invitaron al lanzamiento. “La economía popular llegó para quedarse”, dijo Fernández días atrás, cuando se reunió con organizaciones de la economía popular en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina, junto al presidente de la Pastoral Social, el obispo Jorge Lugones. Algunas de estas organizaciones están vinculadas con sectores de la iglesia católica que trabajan en los barrios pobres de Argentina.

Durante ese encuentro, Fernández dijo a los dirigentes sociales: “Vine a escucharlos como un compañero más, preocupado por lo que nos está pasando”. El presidente electo continuó: “Lo que viene es el gobierno de todos ustedes, no de Alberto y de Cristina [Fernández], vamos a resolver las cosas juntos”.

Entre esos asuntos por resolver, que identifican los sectores de la economía popular, se encuentra la elaboración de un plan para solucionar el hambre en un país en el que la pobreza supera el 35%, además de la urbanización de los barrios más precarios, el apoyo al trabajo en cooperativas y el desarrollo de la agricultura familiar.