Su exposición en un ciclo de la Red Internacional de Economía Humana (RIEH) a mediados de 2019 resultó muy inspiradora, y por entonces lo escuché con mucha atención. No en vano Gualberto Trelles es ingeniero químico y socio fundador del Laboratorio Ecotech. Pero luego, cuando le planteé algunas preguntas por mail, preferí ponerme un poco en plan abogado del diablo. Por ejemplo, no dudé en preguntarle si la economía del bien común es para filántropos, es decir, personas con muchos recursos que se pueden permitir la aventura de pensar en el prójimo. Esta entrevista incluye lo que me respondió, sin quitar una coma.
Aparte de su liderazgo corporativo, Trelles es percusionista profesional de la Banda Sinfónica de Montevideo y padre de dos hijos: Lidia y León. Es magíster en sitios contaminados y coordinador en Uruguay de la Economía del Bien Común, miembro fundador del Consejo Empresarial Uruguay del Sistema B y presidente de la Asociación de Ingenieros Químicos.
En su conferencia de la RIEH sostuvo que en Ecotech “no nos planteamos crear una empresa, sino trabajar de lo que nos gustaba”. Pero terminó siendo una empresa. Entonces hubo que preguntarse “cuán bien satisface una necesidad humana una empresa”. “Eso es lo primero y hay que hacerlo muy bien. Hasta hace unos pocos años, era una empresa convencional”. Después se dibujó cierta filosofía. “Ser una empresa que tenga clientes, pero que también tienda a los objetivos de desarrollo”, en los términos recomendados por las Naciones Unidas.
Ecotech pasó de una estructura jerárquica a una dual. Empezó a coexistir lo jerárquico con una red (“redarquía”). Y, por ejemplo, el sueldo más alto nunca supera el doble del sueldo más bajo. Con la serenidad de quien dice algo en lo cual todos coinciden, Trelles sorprendió con afirmaciones como “no hay reparto de utilidades, aunque es una SRL [sociedad de responsabilidad limitada]”, y aludió a “una dirección con participación de los empleados”.
Trelles da clases como invitado en la Universidad de la República (facultades de Química e Ingeniería), en la Universidad ORT (Biotecnología) y en la carrera de tecnólogo químico de CETP - UTU. No creo que el tiempo le sobre, pero por si fuera poco es integrante de la coordinación de la Red de Laboratorios Ambientales del Uruguay de la Dirección Nacional de Medio Ambiente.
Ecotech es el primer laboratorio ambiental acreditado (norma ISO 17.025) por el Organismo Uruguayo de Acreditación, lo que sucedió a fines del año 2001. ¿Qué diferencias existen entre aquella Ecotech y la actual?
En 2001 nuestro faro ético era superar la mediocridad técnica, la cultura del “lo atamos con alambre” y el estado anímico de la resignación frente a las penurias económicas, sociales y humanas a las que se veía enfrentada la gente por aquellos años de la crisis. La acreditación ISO 17.025 fue un pretexto, una herramienta que ayudó a reforzar y preservar expectativas en nosotros y en el futuro. También en Uruguay podíamos estar alineados a los mejores del mundo, y la razón no era de cálculo económico sino una búsqueda de sentido e impulso basados en una fuerte orientación hacia la satisfacción del cliente. Actualmente hemos redoblado la apuesta varias veces en relación con la acreditación, pero hoy esta forma parte del ADN de la organización, que tiene que ver con la filosofía de la calidad y la mejora continua centrada en el cliente. Sin embargo, sobre esta base hemos mutado significativamente en relación con el propio propósito de la organización. Hoy creemos firmemente en la colaboración horizontal, la construcción de equipos, la apertura, la confianza y la comunicación fluida con nuestra comunidad de clientes, colaboradores, asociados y proveedores. Estamos realmente contentos de hacer algo para mejorar la vida de la sociedad, las personas y el ambiente guiados por los objetivos de desarrollo sostenible para el siglo XXI impulsados por Naciones Unidas. Este propósito nos orienta en el establecimiento de nuestras metas y relaciones humanas.
En tu exposición manejaste varios términos opuestos, que permiten definir conceptualmente con mayor rigor y claridad los perfiles de Ecotech: oikonomía versus crematística, pasar del paradigma ego al paradigma eco, jerarquía versus redarquía, etcétera. ¿Podés ofrecer ejemplos concretos para bajar a tierra esos conceptos?
Antes que nada quisiera aclarar los términos y mostrar su interrelación. La oikonomía y la crematística son conceptos desarrollados por Aristóteles en su Política. La oikonomía es el arte de la gestión del hogar e incluye el estudio y la práctica de la agricultura, el arte, la caza, pero también de la ética y la estética como parte del arte de vivir bien. La crematística es el arte de la adquisición, de hacer dinero mediante la acumulación de valores de cambio, cosa que Aristóteles consideraba antinatural y hoy es la norma dominante. Como el valor es lo que las instituciones y las normas dominantes deciden que es valioso, si pensamos en la oikonomía como guía ética, el mercado podría ser una expresión de las metas y los proyectos de seres humanos que actúan como sujetos económicos por sí mismos, elaborando sus propios procedimientos de crear valor, estableciendo relaciones homólogas a las que se establecen en los ecosistemas. Cuando elegimos crear valores que tengan como guía ética a la confianza, la cooperación, la solidaridad y la voluntad de compartir, estamos apostando por el otro y por los otros, por lo que necesitan de mí, por la valorización de la diferencia, por la hospitalidad y la apertura, que es el modo de construcción de redes, en contraposición a la organización vertical, dentro de la cual la empatía y el otro son siempre ajenos y predomina una racionalidad puramente instrumental de obediencia y mando que no hace más que alimentar el narcisismo y el egoísmo de los poderosos. Por eso el ego predomina en la crematística y en la organización jerárquica y el eco predomina en la oikonomía y en la red. Cuando en Ecotech hablamos de liderazgo participativo, de realización de cada persona, de tener un propósito que trasciende lo económico, de un compromiso con la sustentabilidad y la comunidad estamos eligiendo la oikonomía. Y, al igual que la economía, no son más que prácticas humanas insertas en culturas. El proyecto de las nuevas economías con propósitos sociales y ambientales es también cultural, y como tal es capaz de brillar y alumbrar los momentos de la vida de todas las personas, contribuyendo al buen vivir y a la felicidad. Por último, la cultura de compartir, del humanismo del otro, al decir del filósofo [Emmanuel] Lévinas, hace posible la comprensión de lo que somos; no son felices extravíos, es el hombre que se pone a hacer lo bello y lo bueno.
Los más pequeños no quedan afuera de los objetivos de Ecotech. ¿Cómo podemos describir qué es la Greencubadora?
La Greencubadora es un programa de apoyo a proyectos escolares de investigación ambiental con impacto en su entorno. Se desarrolla dentro del ámbito de Clubes de Ciencia del Departamento de Cultura Científica de la Dirección de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, en coordinación con la Administración Nacional de Educación Pública. Se trata de una iniciativa creada, producida y financiada por empresas privadas que cuenta con el trabajo técnico del equipo de educación socioambiental de la organización social El Abrojo. Apoya proyectos a través de tutorías compartidas con El Abrojo y mediante aportes económicos anuales. Aprende inspirando búsquedas compartidas con los niños y los educadores enfocadas en el desarrollo sustentable llevado a ideas y prácticas diarias. Busca nuevos horizontes y sueña futuros con las personas excepcionales que integran la Greencubadora.
Hay personas que creen que la economía del bien común es para filántropos, es decir, personas con muchos recursos que se pueden permitir la aventura de pensar en el prójimo. Por ejemplo, cuando comenté tu conferencia algunos amigos me formularon este comentario: “Demasiado bueno para ser verdad”. ¿Cómo responderías a ese escepticismo?
Filantropía es una palabra de origen griego que designa el amor a la humanidad como postura ética, y por lo tanto pregona la entrega incondicional por el otro. No tiene que ver, por lo tanto, con la cantidad acumulada de valores de cambio, sino con una postura ética en relación al otro y a la comunidad. Este tipo de personas existe en todos lados y actúa como fuente de inspiración para todos. Por otra parte, luego de años de investigación, el economista Manfred Max Neef y sus colaboradores, en base a la recopilación de una base de datos global sobre las múltiples organizaciones basadas en los valores de la autonomía, llegaron a la conclusión de que, aunque oculto, de límites poco claros y diversos, es el mayor movimiento social de la historia humana. De acuerdo con el autor, es “un movimiento humanitario mundial que surge desde la base. Está tomando forma en las aulas, granjas, selvas, aldeas, empresas, desiertos, pesquerías, barrios pobres y también en sofisticados hoteles neoyorquinos”. La frase “demasiado bueno para ser verdad” refleja el escepticismo impreso en nuestro sentido común por la campaña que Margaret Thatcher, para justificar su programa neoliberal, llamó TINA: There is no alternative, o sea, “no hay alternativa”. La propuesta es sustituirla por TAPA: There are plenty of alternatives, o sea, “hay muchas alternativas”. Está en nosotros. Es y será posible.
Reportajes para una economía humana 2
En Uruguay la Red Internacional de Economía Humana está integrada por un conjunto de personas e instituciones animadas por el propósito de que exista una economía humana. Es una disciplina de pensamiento y acción que promueve la reflexión y acción para el desarrollo integral de la persona humana en todas sus dimensiones. Durante 2018 y 2019 esta red ha desarrollado foros de diferentes temáticas, todas ellas vinculadas con los principios mencionados. El foro que da origen a estas notas tuvo como panelistas a Sebastián Figuerón, de la empresa Verdeagua, a Gualberto Trelles, de Ecotech, y a Diego Pereira, de Banca Ética, a quienes el profesor Agustín Courtoisie entrevistó.
Agustín Courtoise integra la Red Internacional de Economía Humana, y es ex director nacional de Cultura, profesor de Filosofía por el Instituto de Profesores Artigas y docente de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República. Ha escrito, entre otros libros, Ciencia kiria. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad.