El pasado martes se realizó el acto de clausura de la 104ª Asamblea Anual de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR). La organización agrupa a un centenar de sociedades de fomento rural, cooperativas agrarias y otras entidades, que nuclean a unos 17.000 productores familiares de todo el país que se dedican a los más diversos rubros agropecuarios. En la asamblea se aprobó un documento con propuestas para entregar a los candidatos a la presidencia de los distintos partidos políticos, con los que la CNFR ya agendó reuniones de intercambio. El texto propuesto recibió algunas modificaciones, por lo que aún no está del todo terminado. No obstante, la diaria dialogó con el presidente de la CNFR, Mario Buzzalino, productor familiar hortifrutícola de Canelones, para conocer algunos de los contenidos del documento que establece las prioridades del sector para el próximo período de gobierno. “El objetivo de este documento no es hacer un análisis retrospectivo, y mucho menos un libro de quejas; se trata de plantear algunos temas que tienen que ver con los jóvenes, con las mujeres, con temas medioambientales y con el acceso a la tierra. Nos interesa saber sobre ciertos programas que se han venido aplicando, como las políticas del Instituto Nacional de Colonización [INC], para que no tengan modificaciones regresivas, u otras, como el tema de las compras públicas; acentuar ese tipo de acciones, la inserción de los productores en las cadenas productivas, en lo que vemos que no hubo avances. También en lo que tiene que ver con la ganadería de cría, el financiamiento de la producción familiar, donde tiene que haber líneas específicas de apoyo, de acuerdo con las especialidades de los rubros y con las posibilidades de cada empresa”, indicó Buzzalino.

El presidente de la CNFR dijo que hay políticas que se han venido aplicando desde la actual administración de gobierno que quieren que “crezcan”, como las llevadas a cabo desde el INC que tienen que ver con “el otorgamiento de tierras” para “emprendimientos colectivos” y para los emprendimientos de jóvenes. Pero para Buzzalino estos “llamados especiales” para el otorgamiento de tierras “tienen que ser acompañados con medidas complementarias”, porque no alcanza con obtener un predio para trabajar: “Se necesita complementarlo con capital de giro, líneas de crédito especiales, maquinaria, todo ese tipo de cosas que hacen a una explotación agropecuaria”.

Para el jerarca es necesario aplicar políticas diferenciales, porque “de ninguna manera todo el campo es igual, hay grandes diferencias de rubros, y aun dentro de cada rubro también hay diferencias”. “Hay diferencias por la edad de los productores, porque tenemos un problema generacional a nivel nacional. Además, no es lo mismo 20 hectáreas en San Jacinto que 20 hectáreas en Cololó [en referencia a la zona del departamento de Soriano que tiene una tierra altamente productiva]. De acuerdo con el rubro y el volumen de la empresa, son realidades diferentes, independientemente de lo exitosa que pueda ser la actividad que desarrollen”, indicó.

Buzzalino puso como ejemplo el sector de la lechería: “Hoy la remisión de leche ha aumentado, pero la matrícula de tamberos cae en forma abrupta, eso quiere decir que hay dos problemas: hay un tema de rentabilidad y hay un tema que es de escala”. “Ese tipo de cosas son en las que queremos colaborar para solucionar. Después están también los temas de eficiencia, por ser chico no es que seas brillante; hay productores que no somos eficientes, en eso también hay que mejorar”, agregó.

Servicio nacional de extensión

Buzzalino dijo que es necesario establecer “un servicio nacional de extensión”. “En Uruguay existe una investigación agropecuaria excelente, en algunos campos a la cabeza en el mundo, como en genética arrocera, algunos logros a los que se ha llegado con la carne, porque Uruguay les vende la mejor carne a los mejores mercados del mundo porque es un producto de excelente calidad, pero lo que vemos es que no se logra mover algunos números históricos en la ganadería, como por ejemplo la tasa de destete. Uruguay está clavado en 65 terneros cada 100 vacas, y eso no se logra mover. Lo que tenemos comprobado es que hay un tema de manejo, que no todos los productores tienen la oportunidad de llegar a los manejos tecnológicos, algo que no implica grandes cantidades de plata, sólo manejo. Entonces, la extensión llenaría el hueco existente entre la investigación agropecuaria y el productor. Hay que hacerles llegar la tecnología a los productores. Eso requiere equipos especiales. La extensión agropecuaria se estudia. Es como ser un gran matemático y ser docente de matemática: hay que saber mucho, pero también hay que saber enseñar. La extensión es el nexo entre la investigación y los productores; el investigador tiene su lógica y su ritmo y no está preparado para enseñar. En buena medida el Plan Agropecuario está trabajando en el tema, pero a eso hay que potenciarlo, porque no se está llegando a todos los productores; es más, lo que detectamos es que muchos programas llegan siempre a los mismos productores, y eso no es porque se haga mal, sino porque están faltando piezas en el rompecabezas”, sostuvo.

Para Buzzalino, las organizaciones de productores “pueden dar una mano” para mejorar la transmisión entre investigadores y productores y así “mejorar los números de todos”, que son, en definitiva, “los números del país”.

Consultado sobre la ley que declaró de interés general a la agroecología y que creó la Comisión Honoraria del Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas, el jerarca dijo que apuntan al desarrollo de este tipo de producción. “Creemos que la agricultura convencional tiene que tener un tránsito hacia prácticas agroecológicas. Con el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea [UE] se abren expectativas para importantes sectores de la economía uruguaya, pero cada vez va a haber más requerimientos que encajan dentro de las prácticas de la agroecología. Eso requiere un acompañamiento, investigación, porque la limitante de la agroecología hoy es la escala de la producción. En el mundo hay ejemplos de que se logran rendimientos muy importantes, pero para ser productor agroecológico hay que laburar mucho, entonces hay que investigar, pero consideramos que es tremendamente importante, primero por el consumidor, y también por el productor y por el medioambiente. Todas las prácticas que apunten a cuidar a estos actores son bienvenidas. La agroecología y la agricultura familiar son casi sinónimos. En algunos campos, como en la cría de terneros, se hacen prácticas agroecológicas sin darse cuenta. Eso hay que estimularlo”, expresó.

“El mundo se divide en gente que lo que piensa es en comer, en los que quieren saber qué comen, y en otros que van más allá, que quieren saber qué comen, cómo se produce y quién lo produce. Capaz que eso nos puede diferenciar de otros proveedores de alimentos, y abrimos espacios para los productores uruguayos”, añadió.

Para el presidente de la CNFR, el consumidor es “el aliado estratégico del productor” y tiene que entender que “algunas prácticas que apuntan a mejorar la calidad de los productos también implican más trabajo, y por lo tanto [el producto] va a tener un costo más elevado”.

“Esto no va en desmedro de la agricultura tradicional porque, por ejemplo, en el caso de la fruticultura, aunque no sea agroecológica, hoy de siete u ocho tratamientos con insecticidas que se hacían antes, a través de un programa con apoyo institucional, se bajó a dos, y en algunos casos a cero, algo que no es conocido por el consumidor. Entonces, también la agricultura tradicional está teniendo un tránsito hacia prácticas agroecológicas”, expresó.

Oportunidades

Con respecto a las oportunidades que se abren con el acuerdo comercial con la UE, Buzzalino afirmó que “a eso va a haber que marketinearlo muy bien, abre posibilidades con productos diferenciados, pero hay que conseguir una serie de certificaciones especiales y hay que trabajar para eso, que sin ninguna duda se puede lograr”. El productor familiar indicó que existen normas para exportar que exigen algunos países, entre ellos los de la UE, que implican “una cantidad de inversiones en la calidad del cultivo, en la seguridad de los empleados, en el cerrado perimetral de los predios, en el lavado de las máquinas, en el desecho de los fluidos que exceden los tratamientos fitosanitarios, en el destino de los envases plásticos, en las bolsas tiradas en los predios. Es una exigencia muy completa, y en ese camino es que se está transitando”. “Es un esfuerzo importante para el productor, pero son las condiciones que el cliente está marcando, y eso tiene que ser apoyado por el Estado”, agregó.

En materia crediticia, el presidente de la CNFR dijo que “capaz que por el hecho de ser chacareros y no bancarios no tenemos una visión técnica acabada del tema”, pero consideran que “hoy el Banco República [BROU] no es el banco nacional de fomento que necesita la producción”. “El banco ha pasado por crisis importantes, cuando el agro entró en crisis el BROU también, pero creemos que para la agricultura familiar, por tener umbrales más bajos en cuanto a los riesgos que plantea el mercado, el clima, no puede tener un tratamiento igual porque no somos iguales. Entonces, se necesitan líneas de crédito especiales para la agricultura familiar, y eso tiene que ver con los plazos, los intereses, atado de alguna manera al valor de lo que se produce. Son temas para conversarlos, pero hoy financiamiento especial para la agricultura familiar hay muy poco. Si queremos desarrollarla, tenemos que financiarla”, sostuvo.

Consultado sobre los alcances de la nueva Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), que se está construyendo en el camino Luis Eduardo Pérez y la ruta 5 y que sustituirá al viejo Mercado Modelo, Buzzalino opinó: “Es como cuando vos vas hacia el norte por la ruta 3 nueva y ves algunos pedacitos de la ruta 3 vieja al costado, y te preguntás cómo se podía circular por ahí y llegar hasta Salto. Lo de la UAM va a ser igual, se va a transformar en algo más moderno, más limpio, más adaptado a las necesidades de este tiempo, pero no implica clientes nuevos. El productor va a comercializar en un lugar más amplio, más cómodo, pero con los mismos problemas. Estamos locos de la vida con el nuevo mercado, porque el viejo estaba diseñado para entrar con carros con caballos, pero hay temas de la comercialización que un mercado nuevo no soluciona”.

Finalmente, Buzzalino dijo que los uruguayos consumen la mitad de frutas y hortalizas que lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) por día. “La OMS recomienda 400 gramos y estamos en 200. Hay un potencial. Se está haciendo una campaña publicitaria que cuesta mucha plata y se prolonga por dos años para promover el consumo de frutas y verduras frescas de estación. El consumidor uruguayo ha marcado algunas pautas en lo que tiene que ver con la calidad, ha desestacionalizado el producto. Hoy vemos que se habla de que el morrón está carísimo, pero en mi chacra ahora hay 4 ºC y el morrón para desarrollarse necesita 30 ºC. Entonces, si querés consumirlo ahora tenés que saber que estás queriendo consumir un producto que requiere trabajo, inversión y un costo diferencial al de estación”, sostuvo. Además, denunció que otro problema que existe es que casi todos los productos industrializados en Uruguay que utilizan materia prima hortifrutícola están siendo elaborados con insumos importados, incluso algunos que explícitamente dicen “industria uruguaya”. “Se está envasando salsa de tomate traída de Chile, Egipto o España”. “Si el consumidor, que es nuestro aliado, quiere darle una mano a la producción nacional, que consuma frutas y hortalizas de estación fresca; eso es uruguayo”, concluyó.

De estación

Buzzalino contó que está preparando la siembra de zapallo kabutiá y de calabacín “para fines de setiembre, principios de octubre”, que está plantando manzanos, extendiendo así ese cultivo en su predio, y atendiendo almácigos de boniato.