El 24 de mayo, la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) cumplió 50 años. Ese día, en 1970, se llevó a cabo la primera asamblea nacional, que dio nacimiento a la organización y a la primera cooperativa, construida en la actual localidad de 25 de Mayo (antes conocida como Isla Mala), en el departamento de Florida. El actual secretario general de FUCVAM, Gustavo González, habla sobre la importancia del cooperativismo como solución de acceso a la vivienda, la internacionalización del modelo uruguayo, los reclamos inmediatos de la federación y los desafíos del movimiento ante la pandemia de covid-19, que ha “demostrado la precariedad de un sistema irracional como el capitalista”.

¿Cómo han sido para FUCVAM estos 50 años de trabajo?

Lo primero que hay que rescatar es que la vivienda por ayuda mutua ha pasado por todos los gobiernos. Vivimos el período del autoritarismo de [Jorge] Pacheco Areco, la dictadura, el primer gobierno de [Julio María] Sanguinetti, el de [Luis] Lacalle [Herrera], la vuelta de Sanguinetti, la presidencia de Jorge Batlle –el período rosado– y los gobiernos del Frente Amplio. A lo largo de estos años, el movimiento se ha construido sobre tres ejes fundamentales: la financiación estatal, el marco legal, y la organización de la gente. Esto último tiene pilares claves, como la ayuda mutua, la autogestión y la propiedad colectiva. Siempre hemos tenido luchas frente a los gobiernos de turno y nos ha ido mejor y peor, según la voluntad política del gobierno de turno. Un movimiento contrahegemónico como es el nuestro siempre tuvo mayoritariamente el viento bastante en contra; sin embargo, ha subsistido y ha crecido. Hoy el cooperativismo de vivienda es ineludible para quien quiera hablar de vivienda popular; además, ha trascendido fronteras y ha logrado ayudar a otros hermanos. En 50 años, las luchas tienen varias connotaciones: no sólo fueron movilizaciones callejeras y pegatinas, sino también la lucha permanente que hace nuestra gente por sostener los barrios. Hay entre 5.000 y 6.000 personas por semana que, de forma voluntaria, se reúnen en las cooperativas, en consejos directivos, en comisiones de fomento, comisiones fiscales, de cultura, de salud, y bibliotecas. Pocos movimientos sociales pueden hablar de que tienen esa cifra de gente sosteniendo barrios colectivos. El otro aspecto a marcar en estos 50 años es que no sólo hemos construido viviendas, también hicimos salones comunales en los grandes complejos, que son verdaderos gimnasios, con todo tipo de servicios para los niños, la juventud y la tercera edad; hay desarrollo cultural.

¿Qué países han tomado a FUCVAM como ejemplo?

Paraguay, Bolivia, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Colombia; en el continente africano, Malaui y Zambia; en Asia, Filipinas y Sri Lanka. Se ha plantado nuestro modelo con la idiosincrasia de cada país, respetando cada cultura, pero sobre la base de los ejes del modelo de FUCVAM.

¿Cuántas personas han accedido a la vivienda gracias al sistema de ayuda mutua?

Sólo afiliadas a FUCVAM son más de 30.000 familias, entre 120.000 y 140.000 personas.

Desde hace algunos años la federación viene planteando varias reivindicaciones, entre ellas el pago de 2% de la tasa de interés para los préstamos hipotecarios de todas las cooperativas. ¿Cómo se enmarcan actualmente estas reivindicaciones?

No hay ningún derecho de que ciudadanos iguales, que construimos en los años 70, 80, 90 y 2000 paguemos 2% y los otros, por ser jóvenes, paguen 5%, estamos bajo el mismo sistema y haciendo el mismo tipo de ayuda mutua [las cooperativas que obtuvieron sus créditos después de 2008 pagan 5% de interés, mientras que las que lo obtuvieron antes abonan 2%].

“Acá se dijo que no se tocará a las grandes empresas porque son la palanca del futuro desarrollo; en realidad, el futuro, el presente y el pasado del desarrollo siempre lo han generado el trabajo, no la empresa”.

Ahora la realidad está encerrada en la pandemia, por lo tanto, tenemos un año particular. Se mantienen todas las reivindicaciones, y a los efectos de buscar soluciones nos hemos reunido con las autoridades actuales del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente [MVOTMA] y estamos en discusiones. Hemos logrado una gracia en el pago de amortizaciones para las cooperativas, pero para FUCVAM la mayor preocupación no es sólo la crisis sanitaria: esta viene precedida de una brutal crisis del sistema capitalista. Todo el mundo se ha olvidado de que tres meses antes de que se desatara la pandemia cayeron estrepitosamente las bolsas de Nueva York. El sistema capitalista no logra reciclarse desde 2008, y somos todos rehenes de una guerra comercial entre Estados Unidos y China. Lo que ha demostrado el coronavirus es la precariedad de un sistema irracional como el capitalista. Estamos preocupados; cómo no estarlo, cuando hay más de 200.000 trabajadores uruguayos en el seguro de paro y muchos de ellos todavía no tienen la certeza de que van a volver a sus empleos. El gran capital no está pagando el costo de esta crisis: lo están haciendo los trabajadores y los sectores más humildes, por lo tanto la crisis económica y financiera va a afectar a los futuros préstamos del movimiento cooperativo y va a resentir a las familias que estamos habitando ahora. La federación considera que la actual coyuntura no se puede ver sólo a nivel nacional; eso de que estamos en el camino correcto es incorrecto, porque ningún país puede estar bien bajo la égida de este sistema irracional. Acá se dijo que no se tocará a las grandes empresas porque son la palanca del futuro desarrollo; en realidad el futuro, el presente y el pasado del desarrollo siempre lo han generado el trabajo, no la empresa.

Se necesita una renta básica para que la gente pueda subsistir, algo por lo que estamos luchando con la Intersocial. Tuvimos un aumento de tarifas, ya se ha decretado una baja del salario real, por lo que los meses venideros son muy difíciles para el conjunto del país y de la región. Argentina está fundida; Brasil, liquidado; Chile, en el cadalso. Creer que Uruguay está blindado de esto es una ilusión. Hoy el internacionalismo para los trabajadores es una bandera que hay que levantar: de acá salimos todos juntos o no sale nadie. Algunos analistas están hablando de una crisis civilizatoria.

“Se necesita una renta básica para que la gente pueda subsistir, algo por lo que estamos luchando con la Intersocial”.

¿A qué se refieren con eso?

Por ejemplo, fenómenos como el narcotráfico, los dramas que está viviendo la humanidad por la violencia, la liquidación del planeta como consecuencia del cambio climático. Nunca se vio con tal objetividad el destrozo que ha hecho este sistema, en el que un jugador de fútbol gana 50, 70 millones de dólares por año y 8.300 niños se mueren de hambre por día.

¿Qué cree que va a pasar con el Fondo Nacional de Vivienda (FNV)?

Esa es una carencia que tiene el país desde hace más de 15 años. No existe el FNV desde que lo robaron en la crisis de 2002 y en 2003 desaparecieron los últimos 100 millones de dólares. Desde entonces la vivienda vive de partidas presupuestales, por lo tanto FUCVAM plantea reconstruir ese fondo y para eso ya estamos estudiando una propuesta.

“La vivienda es fundamental para el combate de esta pandemia y de cualquier otra. Eso es lo que tenemos que poner en la agenda, es el triángulo en el que también están la educación y la salud”.

¿Cómo puede contribuir FUCVAM a mitigar esta situación de emergencia sanitaria?

Si algo desnudó el drama del coronavirus fue la necesidad de la vivienda digna y adecuada. Te planteaban que tenías que estar aislado en una habitación, con un baño separado. ¿Cómo hace un obrero con tres hijos que vive en un asentamiento? ¿Tiene que salir a construir en 24 horas una habitación y un baño? La vivienda es fundamental para el combate de esta pandemia y de cualquier otra; eso es lo que tenemos que poner en la agenda, es el triángulo en el que también están la educación y la salud.

¿La federación tiene alguna iniciativa para proponer en el presupuesto nacional?

Estamos estudiando una propuesta para elevar al Parlamento. Vamos a escuchar lo que venga del Poder Ejecutivo y daremos la pelea para conseguir más presupuesto.

Parece un poco complicado organizar movilizaciones cuando lo que recomiendan las autoridades sanitarias es el distanciamiento físico.

Teniendo los debidos cuidados, las vamos a realizar. Hemos tratado de buscar todas las formas creativas para seguir comunicándonos, pero la primera que rompió el aislamiento fue la Cámara de la Industria de la Construcción, y nadie dijo nada. A 20 días del coronavirus desatado en Uruguay, planteó que los trabajadores de la construcción tenían que volver a las obras y 50.000 personas salieron a la calle a trabajar.

¿Las cooperativas en obra también debieron reanudar su trabajo?

Es que si no pueden construir no les baja el dinero del MVOTMA. Fuimos obligados a ir a trabajar, y seguimos los protocolos del SUNCA [Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos]. No tienen vergüenza los que critican las aglomeraciones de algunas manifestaciones populares, siendo que admitieron lo otro. ¡Ojo! No digo que la pandemia no exista y que los cuidados no sean fundamentales. Ahora bien, Uruguay está saliendo de la pandemia gracias a dos colectivos: los trabajadores de la salud y la universidad pública. Esto no es casualidad: tenemos un sistema de salud muy superior al de la inmensa mayoría de los países de América Latina. Estados Unidos está sufriendo este drama porque tiene privatizada la salud. Cuando escucho a confesos neoliberales, que quisieron privatizar hasta el mate, aplaudir a los trabajadores de la salud pública creo que esto es el Gran Hermano, es la ironía nacional e internacional.

Seguí leyendo sobre el tema: