Es habitual que los personajes animados que aparecen en diferentes productos para niños, adolescentes e incluso adultos, que se ofrecen en las góndolas de los comercios, se asocien con alguna serie animada o un videojuego. No es de lo más común que primero aparezcan los personajes y luego la serie o el videojuego. Sin embargo, es posible y a la inversa también funciona. En Uruguay tenemos el ejemplo de una extensa colección de personajes creados por la diseñadora gráfica Agustina Roig. Si bien esa es su profesión de origen, ahora, varios años después de perseverar con su emprendimiento, se la puede denominar escritora, creadora de contenido y sobre todo la principal impulsora de Me! Humanity, el concepto que abarca a más de 500 personajes y decenas de productos para todas las edades.

En entrevista con la diaria Roig repasó todo el proceso creativo, que empezó en 2014, cuando como diseñadora y emprendedora de otro proyecto necesitó personajes para incluir en las etiquetas que enviaba a sus clientes, pero notó que si usaba los de las franquicias más conocidas estaría utilizando diseños ajenos, entonces decidió poner manos a la obra. Al principio fueron unos pocos, pero luego la demanda de que fueran cada vez más parecidos a los clientes llevó a que sean cientos. De todas maneras, la diseñadora comentó que este año decidió que los personajes creados hasta ahora sean la representación de toda la diversidad que alguien pueda imaginarse y con base en eso dejar de crear nuevos desde cero.

Después de los personajes, llegaron los libros y después de los libros la franquicia salió al mundo. China y España son dos de los lugares a los que llegaron en libros, pero también en lápices, cuadernos, patines y otros productos. Sobre el futuro, la creadora de Me! Humanity expresó que si bien le gustaría que el videojuego o la serie animada que incluya a sus personajes llegue, otro de los grandes objetivos es que los libros se traduzcan a muchos idiomas y que los niños los utilicen en la escuela. Que la franquicia llegue a Disney es el sueño mayor.

¿Por qué comenzaste con la creación de los personajes?

Lo que me llevó a arrancar fue la conjunción de varias cosas. Primero, estudié diseño gráfico y eso me permitió participar en un intercambio en una universidad de Nueva York. Esa experiencia me abrió la mente, porque me enseñó que cuando creara algo, tenía que ser no sólo para el comercio local, sino que funcionara a nivel global. Después de esa experiencia, supe que haría algo que funcionara en el mundo entero. A su vez, estaba en un emprendimiento con una amiga en el que no podíamos usar imágenes ajenas, pero necesitábamos personajes para enviar en las etiquetas, entonces creamos muñecos para cada uno de los clientes. Luego quise que estén más allá de las etiquetas y así lo hice. Los primeros diseños surgieron en 2014, no tenían un concepto atrás. En 2016 surgió el concepto y los primeros productos, hace cuatro años salió el primer libro.

¿Qué caracteriza a los personajes más allá de la exclusividad de cada uno?

Soy tía, cuidé mucho a mis sobrinos, siempre interactué con ellos a través de juegos y eso me llevó a querer crear algo para niños, pero además dejar una enseñanza. Cuando empecé a desarrollar los personajes, fui madre y con eso venía el desafío de cómo darles a mis hijos habilidades para lidiar con las emociones, como la autoestima, la seguridad. Quería algo que sirviera para entretenerlos y para seguir a los personajes, pero también que dejara un mensaje en el crecimiento; que representen emociones es una de las cualidades.

¿Por qué el nombre?

En el nombre, me representa todo aquello que nos hace únicos y diferentes, y humanity, todo lo que nos identifica como seres humanos. Fue muy pensado; también porque quería que nos represente a cada uno y en conjunto.

¿Cómo describís el proyecto desde el comienzo con la primera creación de personajes en 2014 hasta ahora?

Lo resumo como una licencia de personajes que trabaja la identidad en su sentido más amplio, incluyendo emociones, autoestima, valores, cuidados, habilidades personales y que, a su vez, busca ser una herramienta para el crecimiento personal, en principio, de los más pequeños, pero como se relaciona con un tema universal, que es la identidad, también puede ser que identifique a los más grandes, porque es algo que se trabaja a lo largo de toda la vida. Ya son más de 550 personajes, así que los hay para todos los gustos y edades. La variedad también les da potencial de crecimiento, incluso muchos licenciatarios que invierten en el proyecto se identifican.

¿Creés que la característica de tener una variedad amplia, pero a la vez que sean personajes individuales, es lo que los diferencia de la competencia?

Sí, es algo que lo hace crecer, porque es diferente a otros proyectos en los que primero se dan a conocer por una serie animada o un videojuego famoso, y luego viene todo el merchandising. Este caso fue particular, porque primero se empezó a desarrollar toda la gama de productos, incluso antes de que tengan una historia. La licencia permite adaptarte a lo que cada niño y familia quiere. Cuando arranqué era difícil pensar en una serie animada, porque el costo era alto, no tenía para invertir en eso y nadie de afuera iba a venir a invertir en algo que no era conocido y que podía funcionar o no. No tuve más remedio que bajar los brazos y buscar la manera de encontrar un camino diferente, como buscar a empresarios que se dedican a producir productos con licencias.

¿Cómo surge la colección de libros?

Pensé en que los libros eran un camino económico y viable para que los personajes tuvieran una historia, ya que estaban los productos y hacía falta un relato. Yo ofrecía las licencias a diferentes empresarios, y cuando quise hacer libros busqué cuál era la mejor opción y llegué a Santillana. Era la mejor de la lista. Me acerqué y les encantó el proyecto. Así fue que arranqué como escritora. El primer libro fue sobre las emociones, el siguiente sobre la autoestima. Salían rápido porque toda la estructura ya existía. Luego continué escribiendo sobre los valores, el cuidado, y saqué siete libros más sobre distintas emociones.

¿Seguís creando personajes?

Son tantos personajes porque desde el principio se ampliaron en pos de lo que los clientes querían. Todo el tiempo hacía personajes nuevos para adaptarlos a lo que a cada persona le gustaba. Ahora la colección llegó a un concepto que ya se da por entendido, que lo que la licencia intenta es representar a la humanidad, y por más que no haya uno que represente exactamente lo que la persona quiere, la diversidad es el espíritu. Ya no hago más personajes nuevos porque se supone que hay para todos. Por otra parte, acabo de escribir un nuevo libro que junta a todos los personajes y explica la relación que tienen entre sí.

¿Cómo es tu equipo de trabajo?

Trabajo sola. Cuando incluimos personajes en las etiquetas, el proyecto era con una amiga. Continué sola, pero más que nada porque este proyecto demoró años en dar frutos; de hecho, mucho tiempo pensé si sería una realidad o si se quedaría en un sueño. Ahora sigo sola, pero contrato equipos específicos según las necesidades del momento, no tengo un equipo fijo. En la venta de la licencia y en las reuniones intento estar siempre, además de escribir los libros.

Además del tiempo que conllevó posicionar los productos y que Me! Humanity sea viable, ¿lo económico fue una dificultad?

Lo económico siempre fue el tema, porque, sobre todo al principio, no era fácil, no tenía capacidad de inversión, y a la vez si no invertía era difícil crecer. Apliqué a becas, en algunas no quedé y en otras sí. Esos fondos me permitieron viajar y estar en diferentes ferias del mundo en las que intercambié tarjetas, también me permitió hacer publicidad. Pero mientras no tenía fondos, había que buscar la manera de, por otro lado, invertir. Durante muchos años trabajé sin ganar un peso, o ganaba el mínimo, durante muchos años fue trabajar no en términos de horas sino de resultados, posponiendo la recompensa, pero la gratificación después del empeño es aún más grande.

¿Por medio de esas ferias fue que la licencia llegó al exterior?

Hacer alianzas internacionales fue diferente con todos los países. En el caso de China, fue por medio de una feria a la que asistí, intercambiamos tarjetas y ellos representan la licencia pero es otro el licenciatario que elabora los productos. En España fue algo insólito, porque fue a través de China. En una fábrica estaban haciendo unas mochilas y unas loncheras de un licenciatario argentino, el dueño de una empresa fue a la fábrica, vio los productos y le llamaron la atención, entonces nos contactó, pero vino la pandemia. Finalmente este año salieron al mercado. También este año participé en una feria en Londres y estar ahí fue abrir un mundo, porque varios otros países quieren la licencia ahora. En suma fue trabajo, salir a la búsqueda, pero también tuve suerte.

¿Qué objetivos te quedan pendientes?

Mi sueño es Disney, que me pidan hacer una película y una serie animada con mis personajes. Aunque deseo mucho que eso pase, un objetivo muy actual es poder seguir haciendo libros en diferentes idiomas, que lleguen a las escuelas y a la mayor cantidad de niños, porque todo el resto va a venir de la mano.

¿Qué les aconsejarías a quienes quieran aprender, más allá de impulsar a que se animen?

Que sepan que siempre hay una manera. En mi caso, cuando empecé en Uruguay no había antecedentes, sobre todo de algunos productos, y todos me decían que sin la serie desde un principio no iba a poder hacer productos. Si creía en esas opiniones, que además venían de gente experta, no podría haber avanzado. Por suerte, confié en mí y seguí.