“El trabajador, cuando necesita, puede y quiere, se conecta a la aplicación dando a entender con ello que está disponible para realizar pedidos”, dice un documento jurídico de la plataforma digital de reparto Pedidos Ya. “Resulta habitual que los riders presenten este servicio con el objetivo de complementar sus ingresos, ya que habitualmente o tienen un trabajo remunerado y hacen de rider en sus tiempos de ocio, o bien prestan servicios para más de una aplicación, como Uber Eats, Rappi, etcétera”.

Este fragmento del documento está en el libro Emprendedores Ya! Capitalismo de plataformas en Uruguay, investigación que presenta datos de la primera encuesta nacional sobre el trabajo de repartidores en plataformas como Pedidos Ya y Rappi. El trabajo fue coordinado por el sociólogo Nicolás Marrero, y cuenta con aportes del también sociólogo Alejo Gónzalez Orge, la licenciada en Trabajo Social Noelia López y la licenciada en Desarrollo Paula Leguisamo. El libro se presentó hace una semana en la sede del PIT-CNT.

Los seis capítulos tratan los siguientes temas: la precarización laboral, el manejo del algoritmo en el trabajo, la regulación laboral, el discurso de las empresas sobre ser “jefe de sí mismo”, la jornada laboral e ingresos, los riesgos en el trabajo y los imaginarios sobre el trabajo.

En este sentido, el documento jurídico mencionado de Pedidos Ya se enmarca en un argumento de la empresa por uno de los “cientos de juicios que distintos trabajadores han iniciado contra la empresa en América Latina”, indica la investigación. Según exponen allí, a nivel internacional ha habido diversos fallos de la Justicia que cuestionan “la figura del empleo autónomo, dictaminando la existencia de una relación de dependencia”.

El argumento central de los fallos es que a través de la gestión algorítmica, con la que trabajan estas plataformas, “las empresas fijan los precios, la jornada laboral, controlan a los trabajadores y la ejecución de la tarea, distribuyendo premios y sanciones según el rendimiento”.

Noelia López, quien estuvo en la investigación y redacción del libro, explicó a la diaria, que empezó a trabajar el tema junto a Nicolás Marrero entre 2019 y 2020, cuando ella estaba realizando su tesis de grado. Se presentaron a un llamado de financiamiento de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad de la República (Udelar), y consiguieron el financiamiento para el estudio.

Relató que al principio hicieron contacto con el Sindicato Único de Repartidores (Sinurep). “En ese momento todavía había trabajadores dependientes de Pedidos Ya, y estaban afiliados a ese sindicato”. Es así que empezaron a tener reuniones, actividades de extensión universitaria y charlas con los repartidores. Ahí se dieron cuenta de que había una necesidad de definir la población que trabajaba en ese rubro.

Nicolás Marrero, coordinador de la investigación, dijo a la diaria que la motivación de esta “fue una inquietud del movimiento sindical en su conjunto” de estudiar “los cambios tecnológicos en el mundo de trabajo a nivel general”. Además de Sinurep, también trabajaron con la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio y Servicios (Fuecys) y con la Unión de Trabajadores de Pedidos Ya (UTP), que se formó en 2019.

Antes del prólogo, el presidente de Fuecys, Favio Riverón, indica que el vínculo entre el movimiento sindical y la Udelar “tiene una larga y rica historia”, y que siempre en esa relación se nutrieron ambos del “aporte de los y las compañeras universitarias”. “En este caso específicamente nos ayudan a comprender una forma de trabajo que llegó repentinamente y creció al influjo de la falta de regulación apropiada de los gobiernos, en medio de una pandemia”, señala Riverón.

Posibilidades de organizarse sindicalmente

Las plataformas de reparto que operan en Uruguay actualmente son Pedidos Ya, Rappi, Uber Flash, Soydelivery y Oxend. Entre ellas, las que tienen más peso son las dos primeras. Pedidos Ya tiene entre 3.000 y 5.000 repartidores activos en todo el país, según consta en el estudio.

Decretada la emergencia sanitaria por covid-19, los repartidores pasaron a tener un rol clave en el acceso de las personas a distintos bienes de consumo. El crecimiento del sector de plataformas digitales coincidió con el contexto sanitario y social, “caracterizado por el aumento de la cantidad de trabajadores enviados al seguro de desempleo, el aumento del costo de vida y la profundización de procesos de flexibilización laboral iniciados en décadas anteriores”.

A través de la encuesta, los investigadores definieron el perfil sociodemográfico de los repartidores por sexo, edad, nacionalidad y nivel educativo, así como también relevaron la antigüedad en la plataforma donde trabajan, el tipo de relación contractual con la empresa y la fuente de ingresos.

La investigación muestra que los trabajadores uruguayos representan 42,2% de los encuestados, y que, aproximadamente, 6 de los 10 repartidores consultados son extranjeros. Hay una predominancia de cubanos con 36,1%, venezolanos con 15,7% y un número menor de dominicanos, peruanos y argentinos. El estudio indica que la gran cantidad de extranjeros puede vincularse a que “las empresas de reparto, por los niveles de requerimiento y requisitos que demandan, se presentan para la población migrante como una opción relativamente rápida y sencilla de inserción en el mercado laboral”.

Con respecto al nivel educativo, 57% de los encuestados tienen estudios superiores (terciarios o universitarios) completos o no. 77% de los venezolanos y 57% de los cubanos tienen estudios superiores completos. Entre los uruguayos hay 3% con dichos estudios completos frente a 34% con estudios secundarios incompletos y 37% completos.

Entre los venezolanos y cubanos, el porcentaje de estudios secundarios incompletos es 0%. “Este fenómeno nos habla de una población que presenta un alto nivel de subempleo, dado que no está siendo empleada en puestos de trabajo en el que puedan aprovechar al máximo sus capacidades y formación educativa”, subraya la investigación.

Marrero dijo que el trabajo migrante para las empresas “significa una oportunidad”. “Un migrante está en un país extranjero donde sus vínculos de socialización y sus redes son otros migrantes, donde no está en conocimiento de los derechos laborales, de las leyes que rigen las relaciones laborales en el país”, afirmó el sociólogo.

Foto del artículo '46% de los repartidores trabaja por encima de 58 horas semanales, lo que excede el máximo permitido por ley'

La idea del emprendedor de sí mismo y la labor en sí del repartidor genera que sea un trabajo individual, que, según López, genera varias dificultades como la subcontratación, la tercerización y no tener ningún tipo de derecho laboral. Esta individualización también “dificulta la organización colectiva”, por lo que “se hace difícil la regularización y la lucha de los trabajadores”.

Marrero: “El tiempo de ocio comienza a ser un tiempo productivo para el capital”

Si bien las empresas de reparto afirman que son los trabajadores quienes deciden cuándo y cuánto trabajar, las respuestas a la encuesta muestran que 76% de la población trabaja en horarios fijos y más de 90% trabaja entre seis y siete días en la semana y 60% lo hace todos los días.

Entre las mujeres repartidoras, hay un aumento del porcentaje de quienes trabajan seis o siete días a la semana y, en cuanto a la nacionalidad, son los trabajadores cubanos y venezolanos quienes trabajan en un mayor porcentaje todos los días de la semana.

“Estos datos muestran tendencias de comportamiento que es posible asociar al sistema de pago, premios y promociones de las plataformas, que incrementan las tarifas durante las llamadas horas de “alta demanda” asociadas a las formas de consumo contemporáneas”, indica el estudio.

La media de las horas de trabajo de lunes a viernes es de 41 y los fines de semana 17; la suma de esto da un total de 58 horas semanales, que supera las 44 horas máximas establecidas por ley para los empleados y obreros del comercio. También está establecido que en caso de trabajo continuo se debe hacer un descanso de media hora a las cuatro horas de trabajo y computarse como trabajo efectivo. Por lo contrario, el contrato como “autónomo” borra este derecho.

46% de los repartidores trabaja por encima de las 58 horas semanales y 29% lo hace entre 49 y 59 horas semanales.

En el caso de los extranjeros, los cubanos y venezolanos trabajan una mayor cantidad de horas que los uruguayos: entre 57% y 62,50% superan las 60 horas semanales.

Además de mantener la idea de flexibilidad, las empresas mantienen que el trabajo de reparto se trata de un trabajo “extra”, sin embargo, los datos aportados por la encuesta demuestran que este trabajo es una fuente de ingresos principal.

Marrero subrayó que se difumina el tiempo de trabajo del tiempo de ocio y que cada vez más el tiempo de ocio “comienza a ser un tiempo productivo para el capital”.

Independencia manejada por un algoritmo

En el caso de Pedidos Ya, Marrero afirmó que la precarización laboral es un “eslabón fundamental” en el crecimiento económico de la empresa. Esta relación tiene que ver con que, según Marrero, empresas como Pedidos Ya “argumentan que si garantizan todos los derechos que deberían tener los trabajadores, no les dan los números” y que “el costo sería tan alto que no lo podrían pagar”.

Los repartidores no tienen un contrato con la empresa, sino que deben abrir una empresa unipersonal para poder trabajar, lo que deja al trabajador por fuera de la cobertura médica, aguinaldo, salario vacacional, seguridad social, etcétera.“Hay una relación en poder abaratar en extremo los costos laborales, trasladarles a los trabajadores los costos de su reproducción social”, apuntó Marrero. Por lo tanto, de acuerdo a la investigación, “se trata de un encubrimiento de la relación de trabajo, en un contexto donde la flexibilidad (organizativa y contractual) alcanza niveles sin precedentes”.

Los ingresos del trabajador se basan en el pago a destajo, o sea que se les paga por cada pedido que entregan y no tienen un sueldo fijo. “Las empresas fijan los precios, la jornada laboral, controlan a los trabajadores y la ejecución de la tarea, distribuyendo premios y sanciones según el rendimiento”, según el estudio.

Una de las preguntas que se hacen los investigadores en el libro es si el trabajador es autónomo o subordinado: “El fondo del problema es si se trata de una relación de subordinación o si se trata de una relación contractual entre trabajadores independientes y empresa a partir de una plataforma que intermedia entre prestatarios y usuarios”.

En este sentido, Marrero resaltó que la idea de ser jefe de sí mismo “tensiona la realidad” y se contradice con las condiciones laborales de los repartidores. Algo que se puso de manifiesto en la investigación, según el sociólogo, es que los trabajadores cuestionan que si son sus propios jefes, por qué no pueden poner el precio que ellos quieran, tener su propia clientela o tener la libertad que supuestamente tendría un emprendedor. Así, la idea del emprendedor, de acuerdo con Marrero, “se transforma en una falacia, una falsa autonomía”

En la investigación aparece que a través de la idea del emprendedor, las empresas tratan de capturar la subjetividad del trabajador para ponerlo a producir para la empresa. “Los psicólogos del trabajo pusieron de manifiesto que no alcanza sólo con el salario para lograr un compromiso y entusiasmar al trabajador, sino que se requieren nuevas estrategias para implicar al personal”, indica el estudio.

De esta forma, se refuerza la idea del emprendedor de sí mismo con la promesa de mayor autonomía en la jornada laboral y flexibilidad de horarios, y sin jerarquías. Por otro lado, el control que se ejerce sobre los trabajadores es a través del algoritmo, lo que perfecciona los sistemas de control, vigilancia y castigo. De acuerdo con López, el algoritmo es “el elemento que organiza y gestiona todo el proceso de trabajo e intensifica un control que está en todas las empresas de corte capitalista”.

“El algoritmo parece ser ese ojo que todo lo ve todo el tiempo”, afirmó López. El estudio indica que “el flujo constante y en tiempo real de información sobre el comportamiento de las y los trabajadores, de manera individualizada, permite que el algoritmo ofrezca sugerencias destinadas a incitar al trabajador objetivo a tomar las decisiones previamente establecidas”.

Asimismo, el algoritmo tiene su lado opaco, y es que este restringe la información sobre los turnos disponibles y los pedidos a entregar, “por lo que los repartidores sólo pueden elegir entre las opciones que se les presentan las interfaces algorítmicas, sin comprender completamente qué tipo de información se está restringiendo”.

A su vez, la evaluación algorítmica también se encarga de medir el rendimiento de los trabajadores, y de hacer análisis predictivos basados en “una combinación de datos cuantitativos y cualitativos recopilados dentro de la plataforma”. La evaluación también incluye las valoraciones que hacen los usuarios en la aplicación. Este análisis decanta en lo que se llama ranking, que tiene “un peso importante en la continuidad de la relación contractual de los trabajadores”.

El ranking determina la duración y zona de la jornada laboral, y así el salario final. Para mejorar la posición en este ranking hay una obligación de “aceptar todos los pedidos, entregarlos en el menor tiempo posible, estar la mayor cantidad de horas posible conectados y trabajar los fines de semana”.

Marrero explicó que hay autores que hablan de la “gamificación del trabajo”, o sea de “integrar el trabajo como una suerte de juego donde uno va acumulando puntos y entra en un ranking, con esta idea de competencia permanente con otros”.

El libro está disponible en todas las librerías del país y sale $ 590.