La economista Alejandra Picco, que se desempeña en el Instituto Cuesta Duarte, dialogó con la diaria sobre su visión acerca de la evolución del mercado laboral entre 2020 y 2024, y acerca de sus distintas aristas, como el desempleo, el salario real, los consejos de salarios y la conflictividad, entre otros puntos.

Picco manifestó que durante ese tiempo “la trayectoria del mercado de trabajo, lo que tiene que ver con el empleo y el desempleo, la tasa de registro de la seguridad social y también la tasa de actividad que marca la oferta de trabajo están marcadas por la pandemia de covid-19, que tuvo un impacto fuerte en la actividad económica”.

La economista sostuvo que durante ese período el mercado de trabajo recibió “un fuerte golpe”, lo que se vio reflejado en una caída del empleo y también de la tasa de actividad.

“Fueron personas que dejaron de buscar trabajo, ya que, de lo contrario, la tasa de desempleo hubiera sido en ese período más alta de lo que terminó siendo. Después, en años posteriores hubo una recuperación del mercado de trabajo, que fue rápida y ágil para lo que esperábamos la mayor parte de los analistas”, sostuvo.

En ese sentido, destacó que “es imposible no mencionar que se dio, en el marco de la recuperación, un cambio metodológico en la forma de realizar las encuestas de mercado de trabajo en el INE [Instituto Nacional de Estadística]. Ahora en los datos de 2024, cuando se intenta comparar con la época prepandemia, podemos encontrar diferencias según la metodología que se use, que haga que los datos sean más comparables si nos encontramos con los datos de 2019”.

Sostuvo que en 2023 y 2024 se fue consolidando la recuperación en cuanto a puestos de empleo, pero aclaró que 2013 y 2014 fueron los mejores años del mercado de trabajo. En esa línea, dijo que el Cuesta Duarte analiza la calidad del empleo, en la que ve “signos de preocupación”, ya que durante y después de la pandemia quienes más perdieron su empleo fueron trabajadores sin registro en la seguridad social.

Con referencia al salario, señaló que “una cosa tiene que ver con la evolución del salario y otra cosa son los niveles salariales. Cuando observamos los niveles salariales, cuánto gana un trabajador por un puesto de trabajo, en el instituto calculamos y tenemos esa medida de salarios sumergidos de 25.000 pesos líquidos por 40 horas semanales”.

Continuando con la explicación, agregó que “lo que vemos más allá de los números de la cantidad de trabajadores, que están empañados por las diferencias en cuanto a la creación de puestos; es que hubo un aumento en el porcentaje en relación con el total de ocupados con salarios sumergidos. Esa es otra cara del empeoramiento en la calidad del empleo”.

Para Picco, con la mejora de la cantidad de puestos de trabajo en los últimos años “no hubo una disminución de las desigualdades; si bien son de larga data, algunas de ellas se acentuaron en la pandemia, y se sumaron otras dificultades, como por ejemplo la diferencia de precios con Argentina en los departamentos del litoral del país”.

Resaltó que las desigualdades aún persisten en el mercado laboral, principalmente entre hombres y mujeres, personas jóvenes y aquellas que son más adultas, como así también las inequidades a nivel departamental. Destacó, en este sentido, que geográficamente no todos los departamentos tienen la misma situación en cuanto al empleo y al nivel social de toda la población.

Para la economista, las inequidades no sólo acentúan la tasa de desempleo en algunos sectores de la sociedad, sino también el no registro a la seguridad social. Con respecto al desempleo, afirmó que alcanza en gran parte del país a mujeres jóvenes, en especial a aquellas que tienen hijos, y que esa población requiere determinadas políticas sociales para no verse marginada.

En cuanto al trabajo y la relación con la economía, dijo que si la inflación sigue más o menos en los niveles actuales, “para 2024 el salario real estará un poco más de 2% por encima que en 2023, es decir, aproximadamente un 2% por encima del de 2019”. “Sin embargo, la economía, aun cuando no tuvo un crecimiento espectacular estos años, habrá crecido mucho más. Entonces, ahí hay un desfasaje que explica la caída en el ingreso de los hogares, en la calidad de vida de las personas, y esa trayectoria del salario, que implicó 40 meses de caída o de estar por debajo del punto de partida, se dio de forma heterogénea”, planteó.

Conflictividad

Sobre la conflictividad en el período, la entrevistada aclaró que el instituto no hace un seguimiento y estudio de este aspecto, pero consideró que el país “tuvo niveles de conflictividad razonables o en línea con la situación que vivieron los trabajadores, que pasó tanto por la pérdida de salario como por la pérdida de algunos derechos, como por ejemplo, con la aprobación de la LUC [ley de urgente consideración], el derecho a huelga, las ocupaciones, los cambios en la Ley de Negociación Colectiva, las rendiciones de cuenta que eran restrictivas en lo salarial para los trabajadores”.

En ese sentido, sostuvo también que “en la negociación colectiva había un sesgo proempresarial muy marcado”. “Basta con mirar aquellos casos en que se daban votaciones y se alcanzaba acuerdo en el Consejo de Salarios: en la mayoría, el Poder Ejecutivo votaba con los empleadores”, afirmó.