Pensar en la palabra “ambiente” suele despertar imágenes sonoras de entornos llenos de verde, cuerpos de agua, animales en libertad. Los seres humanos aparecen poco o nada, y mucho menos, las ciudades. Por el contrario, al pensar en los centros urbanos se nos vienen a la cabeza imágenes de chimeneas humeantes, desperdicios y contaminación.

Aunque, en principio, puedan resultar antagónicos, naturaleza y ciudad están íntimamente relacionados y tienen impactos uno sobre otro. En este marco, desde la arquitectura han surgido nuevas formas de entender y construir ciudad que implican una visión de ambiente que incluye lo natural, a los seres humanos y la vida en los espacios urbanos. Si bien es una postura incipiente, en Uruguay, ha cobrado protagonismo en los últimos años.

Para profundizar en estos aspectos, la diaria conversó con las arquitectas Alicia Picción y Adriana Piperno y sus colegas Pablo Sierra y Daniel Sosa, integrantes de Ad@pta FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo) de la Universidad de la República, un proyecto que tiene por objetivo desarrollar conocimiento en materia de adaptación edilicia y urbana al cambio y la variabilidad climática.

¿Qué es Ad@pta FADU?

Pablo Sierra: El programa surge en el marco del Plan Nacional de Adaptación [NAP, por su sigla en inglés] al cambio climático de ciudades e infraestructuras, a raíz de un intercambio entre el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, hoy Ministerio de Ambiente, y la FADU. El objetivo es evaluar el estado de situación en cuanto a la adaptación de las ciudades y edificaciones al cambio climático y, a partir de allí, hacer recomendaciones. Frente a esa demanda externa, la FADU adopta el programa como una estrategia para incorporar y articular esta línea de investigación. Por eso, desde un principio el equipo de trabajo, más allá de apoyarse en las capacidades instaladas en la FADU, tendió lazos hacia cursos y otras áreas y proyectos de la facultad.

“Hay otras formas de hacer ciudad, y esa ciudad puede ser amigable con el ambiente”. Adriana Piperno

¿Qué importancia tiene incorporar el aspecto ambiental en la arquitectura?

Adriana Piperno: Esa es una de las cosas por las cuales trabajamos: demostrar que, al igual que las otras ciencias, nuestro campo disciplinar tiene un papel protagónico e importante en lo ambiental. Muchas veces se entiende la ciudad como lo que contamina, lo que genera los problemas del ambiente. Pero, en realidad, el problema no es la ciudad en sí, sino como entendemos la ciudad en estos tiempos y el paradigma o el tipo de ciudad que generamos. Lo que planteamos es que hay otras formas de hacer ciudad y que esa ciudad puede ser amigable con el ambiente. La publicación del material producto de todo el trabajo de Ad@pta FADU, no profundiza mucho en un tema en sí, pero lo que trata de decir es “mirá: todo esto es lo que nosotros, las y los arquitectos, podemos hacer o cambiar”.

¿Está presente el vínculo entre arquitectura y ambiente en la currícula de la facultad?

Daniel Sosa: En la FADU tenemos cinco carreras, por lo que habría que ampliar un poco la relación del ambiente no sólo con la arquitectura, también con el diseño y el urbanismo. Las experiencias que hemos tenido en la parte de arquitectura son al principio de la carrera; hay unas materias específicas con contenidos sobre sustentabilidad, por ejemplo. Es una experiencia reciente, desde 2017 en adelante, y surgió bajo la lógica de transversalizar las distintas áreas de conocimiento. En el resto de la carrera la temática ambiental tiene distintas permeabilidades en la currícula. El hecho de que no esté bajo una denominación explícita no quiere decir que no esté presente. Se aborda, pero es más difícil entender la intensidad con que cada una de las asignaturas lo incorpora. La Licenciatura en Diseño Integrado, que es más nueva en la facultad, busca justamente este cruce entre diseño y pensamiento ambiental, por lo cual en la gran mayoría de las unidades curriculares está presente la temática. Lo mismo sucede con la Licenciatura en Diseño de Paisaje, en la que lo ambiental es parte del abordaje proyectual y de análisis.

Pablo Sierra: También está presente un tema de historia. Cuando se parte de una carrera que tiene 100 años, las fortalezas se transforman en rigideces, es más difícil generar cambios que en carreras nuevas en que se diseña la currícula desde cero en correspondencia con paradigmas más recientes, como las licenciaturas de Diseño Integrado o de Paisaje. Justamente, uno de los ejes del trabajo de Ad@pta refiere específicamente al tema académico y cómo atender la producción académica en clave de sustentabilidad y cambio climático.

¿Qué impactos tienen en el ambiente las construcciones edilicias y espacios urbanos?

Adriana Piperno: ¿Y si, en lugar de verlo como cuestiones separadas, la definición de ambiente incluye también la arquitectura? Nosotros lo vemos como una cuestión integral de relaciones sociedad-naturaleza. Lo entendemos como un sistema socioecológico. Procuramos el cuidado del ambiente –el aspecto natural–, pero también nos preocupan las formas en que viven las personas. Los seres humanos estamos en una relación constante con la naturaleza; el punto es encontrar que esa relación sea saludable. En ese sentido, nosotros cambiamos el eje y tenemos otra forma de entender la arquitectura. Hay muchos aspectos que se pueden tener en cuenta.

Por ejemplo, si se hormigonan las calles sin tomar en cuenta los cursos de agua, los tapás o enterrás, generás problemas aguas abajo, se contaminan los cursos de agua, pero al mismo tiempo generás inundaciones en la ciudad y malas condiciones de vida. Ahora pensamos distinto y entendemos la ciudad como parte integral de la sociedad y el ambiente, e intentamos resolver los problemas más parecido a como la naturaleza lo hace, aplicando otros mecanismos. Integramos el verde, pensamos en filtrar, en retener aguas y otras estrategias, y nos damos cuenta de que podemos reducir los impactos en los espacios y mejorar la calidad de vida de la población.

“El gran desafío es pasar de una lógica más antropocéntrica, en la que la naturaleza está al servicio del ser humano, a una lógica más sistémica y holística, donde pensemos las cosas de manera integral”. Daniel Sosa.

Daniel Sosa: La base está en entender el ambiente en su relación entre sociedad y naturaleza. Ese es el gran cambio paradigmático que estamos intentando impulsar en términos generales. Tiene que ver con la manera de vincularnos con el ambiente, qué cambios podemos hacer, pasar de una lógica más antropocéntrica, en la que la naturaleza está al servicio del ser humano, a una lógica más sistémica y holística, donde pensemos las cosas de manera integral. Ese es el gran desafío. En ese marco, los servicios de bioclimatismo, por ejemplo, intentan aprovechar el potencial que te brindan algunos fenómenos de la naturaleza intermediados por herramientas de diseño y por estrategias de proyecto para poder sacar el mayor beneficio posible. Eso es algo que, si bien parece muy básico y muy lógico, no se tiene mucho en cuenta.

Alicia Picción: Una cuestión importante en esto es que nosotros como arquitectos trabajamos con fenómenos, y todos los procesos que tienen lugar en un espacio interactúan entre sí y también modifican los proyectos porque hay que ajustarlos a la realidad. Se incorporan esos fenómenos y se analiza qué efecto va a tener esa transformación. Ir más allá del tiempo del objeto es un cambio en la cabeza de formación del arquitecto, que es parte de las cosas que nos preocupan y con más o menos dificultad y rapidez se incorporan en la formación. Otro problema que a nosotros nos ocupa es tomar las decisiones de qué se construye y en qué sectores de la ciudad, porque estamos generando ciudades desiguales, con diferentes características estéticas, espaciales, de calidad y de formas de vida, y eso también forma parte de lo que entendemos de la relación con el ambiente.

¿Cómo se adapta la arquitectura al cambio climático? ¿Hay prácticas que deberían dejar de usarse o fomentar el uso de algunos materiales?

Pablo Sierra: Cambia todo. Así como uno de los componentes del proyecto es la producción académica, hay otros componentes que apuntan a reflexionar sobre las prácticas disciplinarias del diseño, pensar en cómo transformar la realidad a partir de un análisis, que implica construir el problema desde otra perspectiva. Por ejemplo, entender que el problema no es el edificio, sino que el problema es una forma de entender la práctica disciplinar. Desde esta visión hay soluciones que voy a tener que mejorar: constructivas, de gestión de energía del edificio, pero también sobre cómo ese edificio juega un rol en el espacio público y está inserto en un proceso de construcción de ciudad. Por eso, el centro de este proyecto es tratar de aportar metodología para reflexionar; no es dar una receta de una práctica nueva, sino que reflexionemos sobre lo que estamos haciendo, tener en cuenta el ciclo de vida de los materiales, cómo es el consumo energético, cómo se articula el sitio donde yo estoy proyectando con los sistemas de infraestructuras urbanas, qué puede implicar esta transformación que estoy haciendo ahora a un escenario de 20, 30 años.

Adriana Piperno: Otro aspecto importante, y que abordamos, es la gobernanza que son las normativas edilicias y urbanas, que son las reglas del juego para actuar en una ciudad. Los tres ejes definidos, la academia –qué aprende un profesional y cómo se está formando, qué investiga nuestra disciplina y cómo genera el conocimiento–, la práctica profesional –cómo actúa el profesional en la ciudad– y la gobernanza, son tres esferas que deben ser sinérgicas.

Nombraron las normas y leyes en materia ambiental y de construcción. ¿Qué opinan sobre el marco normativo al respecto?

Pablo Sierra: En el marco del proyecto hicimos un rastreo de las normas departamentales y nacionales involucradas en temas ambientales y las analizamos a la luz de algunos conceptos claves en relación al cambio climático y la sustentabilidad. Lo que se constató es que en lo departamental hay algunos aspectos que evidencian una disparidad entre departamentos. Eso se explica por muchas razones; Montevideo claramente es diferente a Flores por historia planificadora, por tamaño, por complejidades, entre otros aspectos. Por otra parte, en la normativa edilicia, por ejemplo, vimos que hay homogeneidad. Por ejemplo, las diferencias climáticas en el país no están reconocidas en la norma. Aparte, la homogeneidad se ve conceptualmente como algo bueno y es un objetivo.

Nosotros planteamos que hay que reconocer las particularidades de cada lugar. La norma urbana, que es más reciente, está más asociada al paradigma ambiental y está mucho más presente en los documentos constitutivos, en las memorias, en los informes ambientales. De todas formas, el salto de eso a los decretos que regulan las actividades todavía es incipiente. En el caso de los documentos nacionales se observó una mayor transversalidad. Se analizaron temporalmente y conceptualmente cómo manejan las temáticas y como las integran. En los últimos tiempos los documentos de políticas públicas empiezan a transversalizar más y estos problemas adquieren mayor relevancia. En eso es medio vaso vacío y medio vaso lleno; si bien falta mucho, se constata, por lo menos, algunos avances en cuanto a incorporar esa transversalidad y esa mirada integral.

¿Han observado un cambio en la forma de construir en Uruguay?

Alicia Picción: Mayoritariamente sigue siendo la misma de siempre, pero hay mayor presencia de profesionales y usuarios con otra mirada y preocupados por desarrollar soluciones. Desde el punto de vista de la edificación hay proyectos con otras miradas, que utilizan otros materiales y en su planificación toman en cuenta el ciclo del edificio. Quizás estas construcciones no se encuentran en el centro de la ciudad y están más localizadas en barrios jardín o en chacras. Esas cosas hoy están y cuando en la facultad se empezó orgánicamente a tratar estos temas, casi no había experiencias afuera, quizá porque es difícil modificar los negocios. Hay una cuestión con la economía que pesa bastante.

Adriana Piperno: Europa, por ejemplo, para cambiar la construcción subvencionó la diferencia del costo del metro cuadrado entre construcción tradicional y una alternativa, y obligó a que eso se cumpla. Acá no podés hacer eso.

Pablo Sierra: Cuando un paradigma comienza a consensuar o hacerse hegemónico también el mercado empieza a jugar y generar estrategias. Se vende, por ejemplo, el barrio sustentable. Capaz que desarrollan tecnologías constructivas que son más eficientes en un aspecto, pero no hay que perder de vista lo que estamos construyendo como territorio. Es un punto relevante.

Daniel Sosa: Yo veo latencias que con el tiempo son cada vez más, más fuertes y están en más lugares. Me tranquiliza pensar en términos de transición; las transformaciones no son rápidas, pero lo importante es estar atento a esas latencias y que sean cada vez más y más potentes. Y tener cuidado con poder diferenciar lo que son latencias genuinas de las estrategias del mercado.