“Hay una corriente de falso ambientalismo, que tiene una falsa agenda ambiental, y la mejor forma de definirlo es prohibicionista”, manifestó Claudio Scaletta en un debate organizado por Le Monde diplomatique. Él es un economista argentino e integrante de Fabricaciones Militares Sociedad del Estado, empresa estatal que tiene competencias en la industria de las armas, la minería e industrias afines.

Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente de Argentina, biólogo y periodista especializado en temáticas ambientales, también participó en el debate. Dijo que no le gusta “eso del falso ambientalismo”. “Da la sensación de que quien profiere ese etiquetado es quien porta la verdad. Todavía estamos construyendo una verdad que no conocemos del todo”, afirmó. A lo largo del debate se produjo un intercambio entre los especialistas gubernamentales sobre la relación entre desarrollo y cuidado ambiental.

“Después de un período largo de crecimiento, las importaciones crecen mucho más rápido que las exportaciones, nos quedamos sin dólares y se devalúa el poder adquisitivo, el salario, la demanda agregada, y la economía se estanca”, expresó Scaletta. Desde su visión, la “falsa agenda ambiental” ataca “todas las actividades que tienen potencial de generar divisas”. También opinó que decir que los movimientos ambientalistas “no han tenido ninguna culpa en frenar el desarrollo” es “aventurado”. “En general son movimientos que basan todas sus argumentaciones en mentiras, como que la agricultura moderna es un sinónimo de envenenamiento”, sumó. Sin embargo, para el economista la dicotomía entre desarrollo y ambiente es falsa.

Para Federovisky sí hay una contradicción entre desarrollo y ambiente. “El paradigma con el que llegamos hasta hoy en términos de modelos de desarrollo no contempló la cuestión ambiental. Aparece en la dimensión histórica actual, producto de la crisis ambiental. Hay una contradicción y hay un problema para resolver”, remarcó. Sobre la declaración de Scaletta de la supuesta responsabilidad de los ambientalistas en “frenar el desarrollo”, señaló: “Nunca en la historia de Argentina la cuestión ambiental fue un obstáculo para nada; es contraintuitivo suponer que va a serlo en el futuro si trabajamos en una política de desarrollo que contemple la cuestión ambiental”. El biólogo dijo que no está de acuerdo con las prohibiciones, prefiere apostar a los “incentivos y desincentivos, a políticas que premian y políticas que castigan”.

Scaletta afirmó que el calentamiento global es un problema que “no se puede negar”, pero que, de todas formas, “Argentina aporta 0,6% de las emisiones de carbono a nivel global”, y describió la situación como “distinta a la de los países centrales”. Federovisky coincidió con que el país vecino no es uno de los grandes contaminantes y que su nivel en las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita es similar al de Francia e Italia. “Los verdaderos grandes contaminantes no se comparan con nadie porque son Estados Unidos, China, Rusia e India. Entonces, no nos contentemos con esa idea de que no somos grandes contaminantes, ojo”, resaltó.

¿Divisas o producción?

El viceministro de Ambiente sostuvo que la idea de la producción que “da lugar a la generación de divisas”, en muchos países del mundo, ha llevado a “situaciones de catástrofes de los sistemas ambientales” que “después se pagan muy caro”. “Estamos durante décadas quemando divisas que se obtuvieron en nombre de un desarrollo que nadie pudo comprobar que existiera”, sentenció.

Tomó como ejemplo el mar de Aral, que anteriormente era considerado el cuarto mar interior más grande del mundo, con 68.000 kilómetros cuadrados. “Hoy está reducido a 5% de su superficie, no tiene agua, no tiene nada, porque la Unión Soviética, nuestro faro, en nombre del progreso y del bienestar del pueblo decidió transformar la geografía para que el mar de Aral convirtiera Uzbekistán en el centro de producción de algodón. ¿Lo logró? Sí. ¿Resolvió el problema de la pobreza? No, y destruyó el ecosistema for ever”, insistió. Lo observó como un problema de “equilibrio ecológico” y de “supervivencia para quienes viven allí”. “¿Por qué pongo el ejemplo del mar de Aral? Porque hoy lo estamos viviendo en el río Paraná”, sumó.

El gobierno argentino declaró el lunes 26 de julio un “estado de emergencia hídrica” por 180 días que abarca la cuenca de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú. Según se expresó en un comunicado oficial, es “la bajante histórica más importante de los últimos 77 años”.

“Cuando defiendo los humedales y del otro lado me dicen que estoy en contra del progreso porque el desarrollo inmobiliario, el desarrollo productivo, la agrotecnología y la mar en coche, no estoy defendiendo una geografía, sino aquello que podría haber evitado la profundísima crisis que tenemos hoy”, reflexionó Federovisky.

Definió que uno de los principales problemas ambientales de Argentina es “la fumigación en el océano de la soja”: “No me jodan con la tecnología agropecuaria, porque es una imposición tecnológica que desde 1995 a la fecha no tuvo ninguna contraindicación porque no hay ninguna normativa que impida la fumigación a mansalva”.

También incentivó a pensar “una lógica ambiental de los países del Tercer Mundo”. “Hablamos de un país con gente que tiene mucha plata y cada vez tiene más, un país donde curiosamente aquellos que invocan permanentemente al ambiente como un obstáculo para el desarrollo nunca tuvieron al ambiente como un obstáculo para el desarrollo”, planteó.

Scaletta dijo que la agenda ambiental de los países del Tercer Mundo “no es la misma que la de los países centrales” y que algunos sectores progresistas, “generalmente vinculados al sector de servicio, con una vida satisfecha, con gente que viaja por el mundo”, reproduce localmente “la agenda de la izquierda europea”. “Tenemos gente prohibiendo las actividades que nos pueden generar más divisas”, indicó. También planteó la existencia de un “problema al interior de Frente de Todos”, partido político al que pertenece, porque la agenda del “falso ambientalismo” está dentro de “muchas áreas del gobierno”.

“El glifosato es una bendición”, apuntó el economista. Federovisky lo interrumpió y preguntó: “Si estamos aplicando el mejor paquete tecnológico posible para el agro, ¿por qué la Argentina no es un país mejor en la producción de divisas si no hay ninguna limitación para ello?”. Scaletta respondió que los productores lo usan porque “es más barato”. “La oposición al glifosato es una bandera ambiental errónea. Si nosotros no lo utilizáramos, necesitaríamos muchas más superficies para tener la misma cantidad de productos. Este tipo de agricultura es mucho más ecológica que una agricultura tradicional o el invento de marketing de la agroecología”, manifestó.

El viceministro de Ambiente subrayó su “preocupación” porque “en aras de la obtención de divisas” se están reproduciendo “modelos de desarrollo que no pertenecen a esta época”. “El petróleo no pertenece a esta época, las energías basadas en los combustibles fósiles ya dejan de pertenecer a esta época. Tenemos que estar atentos, no sea cosa que hagamos una inversión en algo que después no vamos a poder utilizar porque no va a ser posible ubicarlo como materia prima en el mercado”, reafirmó.