El Instituto de Física de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República apostó a la divulgación científica mediante charlas abiertas para todo público. El jueves organizó el coloquio “¿Qué tan real es el cambio climático?”, protagonizado por el doctor en Ciencias Físicas por las Universidades de Grenoble, Francia y la Plata, Ramón Méndez. También fue titular de la Dirección Nacional de Energía en el período 2008-2015 y de la Dirección Nacional de Cambio Climático entre 2015 y 2016. Fue el encargado de diseñar la implementación de la transformación energética en Uruguay; por esta razón, la revista Fortune lo incluyó en la lista de los “50 líderes mundiales” en 2016 por “haber demostrado cómo descarbonizar una economía”.
Méndez definió el cambio climático como “un desbalance del efecto invernadero en la atmósfera terrestre”. “Cuando hay mayor concentración de los gases de efecto invernadero, hay mayor temperatura y se produce el cambio climático”, explicó. Las causas naturales que han generado cambios en el clima durante la historia de la Tierra pueden ser externas al planeta, como la fluctuación de la energía emitida por el sol, los cambios en la órbita terrestre o los meteoritos. Pero también hay causas internas: grandes erupciones volcánicas, la deriva de los continentes o la modificación de la biosfera.
“Desde hace relativamente poco tiempo, unos 60 años atrás, se viene observando un cambio climático sustancialmente diferente a los que se han observado en el pasado en la Tierra”, remarcó. El ingeniero dijo que hasta 1950 se estaba “dentro de los patrones esperables de un nivel alto de concentración de gases de efecto invernadero”. Pero respecto de la situación actual advirtió que “estamos viviendo un cambio que es extraordinariamente rápido, que al ritmo que se produce es cada vez mayor en las últimas décadas, y además el patrón con el cual se produce es completamente diferente de lo que ha ocurrido en el último millón de años de vida de la Tierra”.
En el marco de la crisis climática, el dióxido de carbono (CO2) tiene gran relevancia. Es una molécula que tiene “bastante menos poder de efecto invernadero” que gases como el metano; sin embargo, según Méndez, es “el que más emitimos” y “más tiempo perdura en la atmósfera”. Estableció que una molécula de CO2 genera efecto invernadero durante aproximadamente 1.000 años. “El mandato absoluto que tenemos es frenar el CO2”, manifestó.
Contó que las actividades humanas que más emiten este tipo de gases son tres: el uso de combustibles fósiles, la deforestación y ciertos usos del suelo. “Las emisiones humanas del sector energético, cuando producimos energía y cuando la consumimos, son aproximadamente responsables de 75% del cambio en la composición del CO2 que se acumula en la atmósfera; la deforestación, 10%, y el 15% restante corresponde a los cambios en los usos del suelo”, expresó.
Desde la Revolución industrial se multiplicó por diez el consumo de energía per cápita y la población mundial, lo que equivale a que se multiplicó por 100 el consumo de energía de la humanidad. “¿Con qué tipo de energías extraídas de la naturaleza satisfacemos todas nuestras necesidades? Casi 90% no son fuentes renovables y casi todas ellas son fuertes productoras de gases de efecto invernadero”, acotó.
Méndez dijo que los últimos 12 años fueron los más calientes desde 1880, año en que se comenzó a tomar registro. Sequías, desertificación, hambrunas, pérdidas de cosechas y contaminación del agua serán el futuro si no se cambia de paradigma. “Los océanos se llevan la peor parte, porque una buena porción del CO2 que se emite a la atmósfera es reabsorbido por ellos. El problema es que en este proceso se acidifican al capturar CO2 y eso afecta notablemente a los corales, moluscos e impacta sobre toda la cadena alimenticia marina. Si realmente se incrementa la acidificación, que hoy en día es una de las grandes preocupaciones de la comunidad científica, no solamente puede impactar sobre la comunidad marina, sino que también puede impactar en la alimentación por fuera”, señaló.
El cambio climático superó la capacidad de resiliencia del clima y los ecosistemas, según el físico. Manifestó que en América Latina “hablamos demasiado poco sobre el cambio climático”. Definió que el problema principal es que “estamos contaminando un bien común de todos los habitantes de la Tierra”, y agregó que “una emisión de gases de efecto invernadero en Tokio termina afectando la vida en Montevideo. Ese es el gran desafío: ¿cómo nos hacemos cargo entre todos?”.